Últimamente ando metido en política más formalmente que antes. En realidad toda la actividad pública de una persona es política en ciento sentido, pero cumplidos los 60 me he incorporado de una forma más expresa. Como parte de ese activismo escribí un artículo junto con Pedro González de Molina (el escribió casi todo, la verdad) que nos publicaron en Público. Está abierto y se puede acceder en ESTE enlace.
Dejo directamente a continuación los tres párrafos sobre universidad:
A esto tenemos que añadir que en el último cuarto de siglo no se ha creado ninguna universidad pública mientras que la cantidad de privadas, de dudosa calidad, no para de crecer. En los 25 años posteriores a la muerte de Franco, se hizo un esfuerzo por la democratización del conocimiento que se materializó en la creación de campus universitarios en muchas ciudades, alcanzando a todas las Comunidades Autónomas. Parece que ese impulso se agotó, lo que era posible y deseable en los años 80 o 90 se ha vuelto una quimera en los 2020´s. Si las universidades privadas proliferan es, entre otras cosas, porque las públicas dejan un hueco importante de necesidades por cubrir. Ese hueco no se mide necesariamente en número de universidades, pero sí en el de titulaciones, cantidad y precarización del personal académico, envejecimiento de las infraestructuras y otros muchos indicadores.
Cuando se analizan los servicios públicos, como en este caso el universitario, puede parecer que estás viendo una serie en alguna plataforma televisiva. La temporada 1975-2000, con sus diferentes episodios (i.e. los distintos gobiernos) tenía un arco narrativo claro, la extensión y democratización del servicio, la involucración del sector público y un compromiso inversor apreciable. En unos episodios se avanzaba más en la línea del arco de la temporada y en otros menos, pero la dirección es reconocible. Con el cambio de siglo cambiamos de temporada, y el arco de la nueva es muy distinto basado en la sensación de que ya hay un servicio universitario suficiente y que lo que pueda faltar ya no es responsabilidad común. Así, episodio a episodio, gobierno tras gobierno, la financiación de las universidades públicas se va estrangulando. En unos episodios más deprisa y en otros más despacio, pero con una dirección tristemente clara.
Los últimos ejemplos los tenemos en la combinación de estrangulación financiera por parte de la Comunidad de Madrid, y sus dos discípulas en cuanto a políticas regresivas, la Junta de Andalucía y Extremadura, a la par que se impulsan más universidades privadas. Este movimiento está ocurriendo en más países, como en el Reino Unido.
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