domingo, 24 de septiembre de 2023

La NASA y los OVNIs

Siempre ha habido espacios de para disfrutar de lo desconocido con la imaginación y la mitología; un disfrute que no pretende respuestas definitivas sino ámbitos sugerentes que le den juego a nuestra tendencia narrativa y nos ayuden a socializar y conocernos a nosotros mismos. Herboristerías, echadores de cartas o “jugar” a la ouija. Del mismo modo, siempre estuvo claro que en otros sitio se buscaba enfrentar lo desconocido con intención de encontrar soluciones “verdaderas” (válidas para el máximo posible de personas y situaciones). Cada ámbito tiene su interés, las alfombras voladoras son bonitas, milenarias, sugerentes, mientras que los aviones son mucho más impersonales y feos. Si uno busca inspiración elegirá la alfombra, pero si quiere ir a otro continente elegirá el avión. No hay dudas ni confusiones; tampoco tiene por que haber conflictos, intereses humanos distintos encuentran satisfacción de distintos modos, lo poético y lo funcional no compiten.

Cuando pretendemos borrar esa diferencia es cuando, en mi opinión, las cosas se sacan de quicio. Dedicar recursos científicos, personal formado y equipamiento profesional a investigar si se llegó a la luna o no u organizar batidas oceanográficas en busca del monstruo del lago Ness es, cunado menos, dilapidar recursos valiosos. Pero más preocupante me resulta que esos esfuerzos implícitamente lanzan el mensaje de que no hay dos esferas diferentes, de que lo científico y lo poético están en el mismo plano y han de competir. Obviamente esa competición la tiene perdida la ciencia antes de empezar. Que no se encuentre el monstruo del lago no va a disuadir de su existencia, aún más misteriosa y mágica que antes. Y esa derrota ayudará a perder confianza en esas personas tan serias con los radares y tampoco les creerán cuando les recomienden vacunarse .

Hemos dejado de hablar de los “hechos alternativos” que se pusieron de moda al comienzo del mandato de Trump. Quizá esa idea tan simple, poderosa (¡y perniciosa!) ha calado tan rápido que ya no es objeto de discusión. En ese marco, toda experiencia subjetiva es igual de valiosa (es una “verdad”) y por tanto una observación personal inexplicada es un misterio que merece ser estudiado científicamente. Ahí entra la NASA y abre un programa de estudio de OVNIS (aunque les cambie de nombre). No hay un método científico, pero si hay métodos anticientíficos. Centrar los estudios en lo anecdótico en vez de buscar regularidades y no aceptar el desconocimiento (temporal al menos y quizá definitivo) son elementos claramente anticientíficos.

En resumen, un organismo históricamente prestigioso desde el punto de vista científico ha puesto en marcha un programa con tintes anticientífico, que da pábulo a los “hechos alternativos”. Se me escapan elementos sociológicos y políticos, desde luego. Quizá sea “bueno” en algún sentido esforzarse en mostrar ausencia de secretos y cosas así. Pero mucho me temo que esto va a ser un paso más en el desprestigio del pensamiento científico que tan de manifiesto dejaron los bajos índices de vacunación contra el covid19 en EEUU. 


A propósito de esto que escribe hoy @aberron.

domingo, 17 de septiembre de 2023

Una tarde de verano, en Naukas Bilbao.

 

Se volvió a llenar el palacio Euskalduna, no tanto como antes de la pandemia, pero casi completa la platea, 1200 asientos. La tarde del sábado 16 de septiembre, hacia las 19:30 me tocó el turno y conté la historia que anunciaba en la entrada anterior.

He dejado las diapositivas utilizadas para que se abran en otra pestaña del navegador pinchando aquí.

También hay grabación de los 10 minutos, muy bien realizada por la Eitb además. Se abre pinchando en este sitio.

Es una historia de ciencia cotidiana en la recorriendo detalles de una foto más o menos anodina aparecen varios aspectos interesantes. Tito Eliatrón me ha comentado que le podía añadir un elemento más, de matemáticas, a propósito del teselado. Es verdad, si exprimimos la idea ese es otro elemento; y quizá también se pudiera hablar de la corrosión de los barrotes de hierro que hay en la parte superior de la foto o de la fotosíntesis responsable última del color verde de las plantas que asoman por la barandilla. Pero bueno, ya hay bastante con lo que hay.

Aparte del subidón que supone dar una charla ante semejante auditorio, todo el fin de semana rodeado de gente listísima e interesante es algo fantástico. Un grupo de gente que nos vamos viendo ratos cortos muy de vez en cuando, pero que hemos generado un sentimiento de pertenencia, de "cuadrilla", bastante fuerte. Seguramente como no es la actividad principal de nadie es un ámbito en el que no es necesario competir y de ahí surge ese compañerismo tan inhabitual en otros ámbitos. Sea como fuere, el caso es que han sido dos días maravillosos que, al acabar, dejan una curiosa resaca emocional. A esperar la siguiente ocasión. 

Por cierto, todas las charlas de Naukas merecen sobradamente los 10 minutos que duran. Son buenísimas todas, o casi, quizá hay dos o tres que son solo buenas, en todo caso es mejor que cada cual juzgue por sí misma, se accede a ellas desde aquí.

martes, 12 de septiembre de 2023

Por qué me gusta lo que me gusta

Cuando empecé a trabajar en Westinghouse tenía reuniones con otros colegas en las que analizábamos aspectos del diseño de las centrales nucleares. Me sorprendía mucho estar intentando averiguar lo que otros humanos habían hecho. Hasta entonces, en física,y más aún en su investigación, nuestras preguntas eran sobre la naturaleza, por qué el mundo es así. Por qué alguien diseño eso así debería ser trivial, se le pregunta y ya está ¿no? 

Hoy sé que era un poco infantil aquel planteamiento, los diseños de ingeniería son el agregado de mucho conocimiento diverso, de muchas personas, incluso de organizaciones diferentes. Navegar por esas cuestiones es tan engorroso como hacerlo por las leyes de la física. Simplemente es otro ámbito de conocimiento, o de desconocimiento si se prefiere. 

La última vuelta de tuerca es volver esa pregunta a uno mismo, lo que en ese planteamiento naif inicial debería ser, de tan evidente, prácticamente tautológico. Tengo claro que me gusta algo, pero ¿por qué? Esa pregunta de por qué me gusta lo que me gusta me lleva dando vueltas hace tiempo. Hay elementos explicativos relativamente sencillos: la evolución, la infancia y la necesidad de pertenencia a un grupo dan cuenta de lo fundamental del comportamiento. Pero el gusto estético, por qué esa foto sí y esa no, no lo veo nada claro. 

En Naukas Bilbao le daré vueltas a este asunto sobre una fotografía concreta tomada una mañana de verano, ¿qué es lo que me llama la atención de esa foto (y que merece la pena ser compartido)? Lo comentamos el sábado 16 en el Euskalduna.

domingo, 10 de septiembre de 2023

Despistado digital

Extwitter me repugna cada vez más. Por un lado que me retransmiten todas las miserias de las que yo intento huir. Es imposible no enfadarse si te ponen todas las tonterías de voxeros, los toreros, De Santis y demás. Por otro, la sensación de estar aceptando y colaborando con la reconversión de ese espacio que está haciendo su extravagante dueño. Estamos sufriendo un montón de modificaciones incomprensibles y destructivas del espíritu que disfrutábamos allí. Y toda esta decadencia se sostiene por el contenido de los usuarios. Aunque sea mínimo, cada contenido que pongo o muevo por allí genera algo de valor que apuntala eso que me repugna. No lo puedo soportar… pero tampoco me animo a irme como sí hizo @JavierArmentia bien al principio.

Si deontológicamente quiero irme, no lo hago por utilitarismo. A lo largo de la última década se fue convirtiendo en mi medio de comunicación. Además un sistema muy especializado y sofisticado. Tengo listas específicas de temas que me interesan, personal y profesionalmente. Listas posibles por que cientos de agentes relevantes tienen cuentas allí. Así puedo estar al día, por ejemplo, de lo que ocurre en oncología radioterápica. Hay médicos, clínicas, empresas y asociaciones que tienen cuentas de twitter y publican información de actualidad. No hay forma (fácil) de seguir ese nivel de actualización sin ser miembro activo de esa comunidad. Y ese nivel de información es muy útil para mis clases sobre esos temas.

Con la intención de mantener estas vías de información he intentado revivir Feedly, ese agregador de feeds en que convertí Google Reader cuando lo cerraron. Pero los feeds que seguía eran blogs fundamentalmente y, oh sorpresa, los blogs han desaparecido. Las personas que tenían blogs los reconvirtieron a “microblogs” y más recientemente a “newsletters”. Bueno, o los dejaron sin más, pero aquellos tiempos de la blogosfera están más que periclitados. Es curioso que, a pesar de tener 200 suscripciones en el Feedly, a diario me llegan cosas de 3 sitios: Microsiervos, The Conversation y SYNC, un agregador de agregadores.

En lo que es puramente social, el patio del recreo, si hay alternativas. Tanto Mastodon como Bluesky van haciendo poco a poco el papel. La verdad es que en Mastodon me cuesta construir una red que me interese, está lleno de frikis de otro barrio distinto del mío, programadores, linuxeros, gamers y esas cosas que, la verdad, no me interesan. La cosa cambia con Bluesky, ahí se ha reconstruido un entorno idéntico al twitter antiguo, al de hace más de 10 años, y resulta igual de satisfactorio, al menos en lo que se refiere a información generalista y relación con personas de intereses análogos.

Una tercera cosa para la que sirvió twitter en un momento dado fue para la autopromoción, y más que personal, de actividades realizadas. Cuando hacíamos “Ciencia en el Bar”, solo publicitándolo en Twitter recibíamos público suficiente. Eran tiempo en que había comunidades locales de personas tuiteras, pero eso acabó hace tiempo. Es un dato que, con casi 10.000 “seguidores”, si aviso de algo en el blog no suele llegar a las 20 lecturas. Así que esa vía de publicidad de programador cultural wannabe ha ido desapareciendo también, o al menos a mi.

En fin, seguiremos dando palos de ciego en este mundo digital tan potente como, en ocasiones, frustrante. Si alguien tiene alguna idea que avise, toda pista será más que bienvenida.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Gestores de cultura científica

Los programadores culturales de cultura científica no dejan de ser programadores culturales, y esa es una profesión compleja y arriesgada. Hay muchos gestores de instituciones científicas que, encargados de gestionar el "outreach" se lanzan a la gestión cultural directamente. No es raro que cosechen fracasos espectaculares, claro, pero como son los jefes, no los encajan bien y las voces más profesionales que avisaron que quizá esa actividad no era tan buena idea acaban pagando lo platos rotos. Y escribo esto de forma genérica, sin pensar en nadie... mentira, claro, pero no diré más