miércoles, 20 de marzo de 2024

¿Prepara la universidad para el empleo?

 En el Colegio Mayor Larraona organizan (en concreto mi amiga Magaly) encuentros de los colegiales con personas mayores que les hagan pensar sobre cosas menos habituales para ellos. A mi me pidieron que fuera para allá y de los temas propuestos eligieron "¿Prepara la universidad para el empleo? y allí estuvimos, invitados a una cerveza, charlando en una mesa redonda.


 Mi tesis principal es que no, la universidad prepara para la reflexión, para ser un(a) intelectual. Al menos en general, hay unas pocas carreras que sí tienen una relación biunívoca con una profesión (medicina e ingeniería, sobre todo). Sobre el papel social de la universidad hay un chiste que se cuenta mucho (que resumo sin gracia): en una comunidad autónoma quieren fomentar el uso de la bicicleta, le piden al rector de su universidad que se involucre y accede montando un curso. El plan de estudios incluye: "historia de la bicicleta", "grandes ciclista españoles", "física del equilibrio en la bicicleta", "mecánica de la bicicleta", etc. No hay prácticas (resultaría caro), se les pone un vídeo y ya está. Se supone que la historieta demuestra la inutilidad de la Universidad, pero en realidad demuestra su inutilidad para conesguir fines prácticos de masas y que si puede formar intelectuales, estudiosos de la bicicleta desde todos los puntos de vista imaginables. El error es pedirle lo que no es su misión y minusvalorar lo que sí hace. Ese cambio de papeles tiene que ver con la "democratización" del acceso a la universidad. Ese nivel de estudios siempre fue un marcador de clase, y es por eso que todos los padres quieren que sus hijes acaben allí, aunque en muchos grados de FP disfrutaría más, encontrarían trabajo con más facilidad y hasta ganarían más dinero. Sí, pero serían "inferiores" en algún sentido. Con la llegada de la democracia y el estado de las autonomías, desde los poderes públicos se quiso satisfacer ese deseo de ascenso social que era mandar a la progenie a la universidad y proliferaron las universidades y las plazas. Y eso obliga a cambiar un poco el foco, la sociedad no necesita tanto intelectual en el trabajo; es estupendo que todas las personas puedan disfrutar de la cultura como ciudadanos ilustrados, pero eso es otra cosa. Es ahí cuando se incorpora ese valor extra de la empleabilidad que aún nos tiene a vueltas con el plan de estudios de las bicicletas. 

En el blog del Colegio Mayor hicieron una entrada, y sacaron otras frases diferentes como titulares, se accede desde ESTE enlace.

viernes, 15 de marzo de 2024

Hablando sobre investigación en ciencia y en arte

Dentro del festival Danzad Danzad Malditos que dirige Carmen Larraz, en su versión de invierno de este año, incluía unas sesiones "de pensamiento", diálogos alrededor de los temas de interés del festival. Allí me dio la oportunidad de charlar durante un rato largo con una bailarina que tiene un proyecto de danza y cristalografía bien curioso. Quedó grabado en vídeo:

 

sábado, 9 de marzo de 2024

Impulso de rebeldía científica

Dan ganas de dejar la ciencia y pasarse directamente a la revolución, o cuando menos al activismo. Hace unos días, en una tesis sobre energía solar y hablando distendidamente con el tribunal, la recién doctora y otros colegas, todos coincidimos en los despropósitos del lado de la demanda. Cuando la demanda es irracional, lobista y avariciosa, cuesta dedicar esfuerzos racionales y fríos a entender intrincados detalles de la naturaleza que permitan exprimir procesos y sacar unos vatios más.

¿Por qué no hay catenarias en la carreteras (autopistas al menos), una red de trenes más porosa, transporte público urbano más fluido, pequeño vehículo eléctrico (patinetes y similares) para la última milla? Se puede descarbonizar el transporte con tecnologías existentes, solo hay que querer y entonces introducir cambios sociales que no son más costosos que los alternativos: baterías, electrolineras, grandes infraestructuras (AVE, nucleares,...).

Largas conversaciones sobre unos y otros temas, disponibilidad de recursos, tecnologías, equilibrios territoriales en investigación, industria o minería; interlocutores ilustrados, que apoyan la argumentación con datos concretos y referencias a trabajos científicos (publicados en grandes revistas). Conversaciones de sobremesa que no buscan una conclusión y, a pesar de ello, de forma quizá inevitable, conducen a una amarga sensación de pérdida de tiempo, de dirección equivocada de los esfuerzos si de verdad queremos un mundo mejor como decimos en la introducción de todos nuestros trabajos científicos.

Por otro lado, desde un punto de vista más racional, tengo claro que la actitud científica (por no llamarle "método") consiste en buscar verdades lo más independientes posible de subjetividades. Y para ello los apasionamientos y los conflictos de intereses son de lo peor. Por eso he defendido en el pasado, en diversos foros, la necesidad de separar la actividad científica de la militancia política para que la primera se preserve genuinamente valiosa.

En el aula hago el teatrillo de hablar desde la tarima cuando digo cosas "científicas" (respaldadas por conocimiento certificado, etc.) y me bajo de la tarima para hacer consideraciones más personales, más de opinión. Pero esa frontera es muy difusa y el aula es un entorno demasiado artificioso. En la calle vivo el dilema de una forma mucho más problemática... aunque cada vez milito más fuerte, serán cosas de la edad.

viernes, 8 de marzo de 2024

Plan 75


En el ciclo de Ciencia y Cine (DIPC & Filmoteca Vasca) la película de hace unos días fue "Plan 75", una distopía en la que el gobierno japonés instaura un plan de incitación a la eutanasia a partir de los 75 años. La película es preciosa a pesar de la dureza del tema. Pasa por un montón de aspectos de la cuestión de forma sutil, solo sugiriendo los sufrimientos, sin recrearse en ellos, huyendo de toda tentación morbosa.

Hay muchas personas que tienen una relación con ese plan: usuarios que llegan hasta el final, usuarios arrepentidos, potenciales usuarios que no se animan, familiares de usuarios, gestores del plan o trabajadores del sistema. Todos ellos, aunque comenzaran con ilusión, bien por liberarse de sufrimientos, por ganar un dinero muy necesitado o por lo que fuere, acaban mal. Parece desprenderse la conclusión de que una cosa es tener una relación natural con la muerte y otra que sea una relación industrial.

La película termina con una anciana cantando mientras mira una puesta de sol (no entro ne más detalles para evitar destripes/spoilers). Y todo esto me viene a la cabeza porque al día siguiente de la peli, a la hora de venir a la universidad, me crucé con un anciano, bien entrado en los 80, andando apoyado en un bastón que iba cantando con alegría. Hoy me lo he vuelto a cruzar y me ha dado los buenos días con una energía envidiable. Como diría el castizo, hasta el rabo todo es toro.

jueves, 7 de marzo de 2024

Sin techo

 

Desde hace un par de semanas tenemos una persona viviendo en su coche en uno de los aparcamientos de la universidad. Lo descubrí casualmente al aparcar a su lado. Y es que los primeros días era muy esquivo, no estaba casi nunca cerca del coche, que tampoco tenía un aspecto desastrado. Esta mañana le he visto terminando de limpiar el coche, brillante, repasándolo con un paño mientras fumaba un cigarrillo.
 
A partir de dos detalles, que además son impresiones subjetivas, toda historia que se cree no deja de ser pura ficción, pero el caso es que me la imagino. Imagino la inquietud de la persona en su primer día en la nueva ubicación, probablemente el primero de calle (o de coche si queremos). Un coche mucho mejor, nuevo y cuidado de lo que corresponde al estereotipo "sin techo", claro. El aparcamiento de un sitio grande por el que pasa mucha gente y en el que es fácil pasar desapercibido ¡y hacer uso de cuartos de baño! Pero es un sitio vigilado, donde quizá sea localizado y animado (con más o menos energía) a abandonar el emplazamiento.
 
Cuesta pocas repeticiones crear rutinas, y las rutinas dan seguridad. La ausencia de incidentes, o contactos no desagradables con las "autoridades" (mee extrañaría que desde atención social o desde seguridad o desde ambos, no le hayan contactado ya) dan seguridad también. Perdido el miedo inicial ya se puede vivir con un poco más de naturalidad y gastar parte del (seguramente demasiado) tiempo libre en dejar brillante ese coche que es el hogar.
 
Todos estamos a dos sueldos de vivir en la calle. Quizá 8 o 10, vale, pero no mucho más. Especialmente si no tienes una red familiar que de cobertura a momentos de desempleo, ruptura de pareja, transitorio descoloque psíquico o lo que sea. Me gustaría pensar que esa persona del aparcamiento es un actor de una intervención artístico educativa organizada para los alumnos del centro (no lo es).
 
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Imagen tomada de un periódico que da como crédito Dall-E2