Siguiendo con textos de cuando reflexionaba más en profundidad sobre estas cosas, otro de 2003:
De la misma forma que las monedas tienen una cara y una cruz, dos elementos inseparables, en la institución universitaria podemos encontrar tres. A cual se le da más importancia o cual queda relegado son algunas de las cuestiones más importantes a la hora de definir posturas en política universitaria.
Por una parte la Universidad es el templo del saber, el lugar natural de la reflexión, la crítica y la ciencia. Como templo que es mantiene una actividad y una liturgia diferenciada de la sociedad, marcando distancias.
(una casa de sabios)
Por otro lado la universidad es una empresa educativa que tiene la misión dar formación (y certificarla) a la juventud.
(una casa de trabajadores)
En tercer lugar la universidad es una administración pública destinada al servicio de los ciudadanos en los términos que marca el ordenamiento legal vigente.
(una casa de funcionarios)
La tercera de estas visiones es la que menos suele gustar a los universitarios en general y más a los políticos, especialmente a los que tienen la responsabilidad de aportar los fondos públicos que necesita la institución para su funcionamiento. Dentro de la comunidad universitaria, es el PAS quien más percibe la Universidad como una administración, dado que el régimen laboral que a ellos les afecta es muy similar (si no idéntico) al de otras administraciones. También muchos de los procesos que ellos han de gestionar se basan en la misma legislación o, cuando menos, en los mismos principios generales.
La visión empresarial contempla su actividad como una cartera de servicios orientados a dar satisfacción a sus clientes, y lógicamente hace hincapié en la involucración en la sociedad en la que se inserta. La agilidad, la eficacia y la eficiencia son los principios directores de su gestión, y las actividades desarrolladas deben mantenerse en la medida en que sean demandadas. Los profesores son fundamentalmente empleados, que deberían orientar su actividad docente a la máxima satisfacción de los estudiantes, y a la eficiencia del proceso educativo global.
La visión académica considera el conocimiento y su generación) como el valor supremo, y por tanto debe ser el verdadero motor de la gestión, al margen de ninguna otra consideración. Los profesores son “sabios”, poseedores de un fuero especial (las libertades de cátedra e investigación y la parte alícuota de autonomía universitaria). El criterio de cada profesor no puede ser contravenido, y para tomar decisiones colectivas es necesario reunirse y convencerse hasta lograr un aceptable grado de consenso. No hay clientes que satisfacer, si alguien quiere beneficiarse del conocimiento acumulado en la institución, debe sentirse privilegiado por haber sido admitido e ir aprendiendo como pueda.
A medida que se va profundizando en las descripciones de los tres modelos de universidad más se ve que son antagónicas en muchos aspectos, irreconciliables.
Irreconciliables como la cara y la cruz de una moneda han de ser, dado que todas ellas son esencialmente verdad. No se puede olvidar el papel de vanguardia de la cultura y depósito del saber, pero tampoco se puede obviar que se ofrecen servicios a unos consumidores y que los procesos tienen un coste que alguien ha de sufragar, y obviamente todo en un marco de legislación pública.
En una visión muy general, en los últimos años de vigencia de la LRU se fue imponiendo la visión eficientista del modelo empresarial de la universidad, con Rectores “presidente de la corporación”, gerentes muy profesionales procedentes de empresas, estudios de prospectiva, planes estratégicos, asesores, consultores,... El arranque de la LOU parece haber generado un brusco desplazamiento hacia la visión académica más dura, con equipos rectorales haciendo de gerentes, con comisiones de estudio que preparen reuniones de asambleas...
Es muy difícil encontrar un término medio que recoja la auténtica realidad que encierran los tres modelos...
09 de Noviembre de 2003