martes, 23 de julio de 2013

Biblioteca nacional, museo y accesibilidad

Buscando diversión alternativa a los excesos de las fiestas patronales, una de las posibilidades es volver a Madrid, y más concretamente a alguno de sus museos. Este año pasamos por el Museo Biblioteca Nacional. Una de cal y otra de arena.

En el lado de lo positivo, los contenidos son interesantes y están bien ordenados; hay información para aprender mucho. Algún montaje como el de la presentación de la escritura, en que hay secuencias de audio sincronizadas con la iluminación de las piezas de las que se va hablando están realmente bien.

En el lado negativo dos cosas. La primera es la ausencia de obras de verdad, casi todas las grandes piezas que se ven son facsímiles. Son piezas muy interesantes, y así se pueden tocar (algunas), pero se echa de menos una "sala de maravillas" o algo así, que en ese sitio deben tener un montón. En segundo lugar, pero casi más grave, está la falta de accesibilidad de la información. En las vitrinas hay rótulos en el cristal y otros en la pared del fondo, con letra ínfima y mal iluminados. A mi me resultaron totalmente ilegibles, aun con gafas. La foto adjunta es un ejemplo la información de las vitrinas, una típica, sin buscar a propósito. Por cierto, una última cosa que me parece muy desagradable es que no se puedan hacer fotografías. No se me ocurre ninguna razón técnica para esa prohibición. Hoy días, acostumbrados a llevar con el teléfono una estupenda cámara, y a registrar lo que te llama la atención (y muchas veces compartirlo), es realmente molesto que se limite esa actividad. Nadie gana con ella.

Aunque no lo sabía ciando entré, al lado del museo, en otras salas, había una exposición divertidísima: La transición en tinta china. Una selección de viñetas de los 70 del siglo pasado. Muchas están en su publicación original, lo que permite apreciar como ha cambiado la maquetación y el estilo de impresión en estos años. Le quedan aún varias semanas a la exposición. Muy recomendable (al menos para los ya carrocillas):

viernes, 12 de julio de 2013

Asignaturas, trabajos y comunicación científica

Una de las tareas docentes que me ocupa desde hace muchos años es la asignatura "Aspectos básicos de la actividad investigadora". Se trata de una asignatura de posgrado (de doctorado o máster dependiendo del momento de la historia) sobre la ciencia y su práctica. El tema se presta especialmente a no seguir la metodología estándar de dar discursos y examinar. De hecho se desarrolla a base de comentar en clase textos que hemos leído (últimamente también vídeos y otro material) y realizar trabajos sobre lo discutido.

En la última edición, en vez de hacer trabajos disjuntos sobre cada tema, los hemos integrado en un único proyecto, y qué mejor que escribir un artículo científico de verdad. Para que el proyecto entrara la mayor parte de lo que interesaba trabajar debía versar sobre la propia actividad científica. En concreto fue sobre las referencias en los artículos científicos; más concretamente su evolución temporal. El trabajo ha sido enviado a una revista del ramo y, la verdad, es que tengo serias esperanzas de que se publique.

El primer firmante del trabajo publica hoy AQUÍ una reflexión muy interesante sobre el significado de las referencias en los trabajos científicos y sobre las perversiones que demuestra su desmedido crecimiento. Trabajo que, como preprint, se puede encontrar AQUÍ. No se si existen buenos profesores, lo que es seguro es que hay excelentes estudiantes...

No podía evitar esta breve nota sobre un tema que es la quintaesencia del blog, ya que trata de universidad (la UPNA en particular) ciencia, docencia y siempre se le puede añadir alguna hierba.

ACTUALIZACIÓN (3 Spt 2013). Nos lo han publicado ya, ver AQUI.

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La figura es la nº3 del trabajo, y muestra las distribuciones de número de referencia por artículo desde 1972 a 2013. Esas distribuciones se han hecho sobre una muestra de 70.000 artículos de 8 revistas de ingeniería, del IEEE. Se ve como el pico de la distribución pasa de menos de 10 a caso 30. También como la distribución se hace más ancha, teniendo hoy casi un 20% de trabajos con más de 40 referencias. 

martes, 9 de julio de 2013

Gödel, Mandelbrot y la filosofía

Siempre que profundizas en un tema te vas acercando a sus raíces filosóficas. El planteamiento inicial, las primeras ideas resultan iluminadoras, reveladoras, entusiasman. Pero al ir profundizando más, la cosa se vuelve pastosa, intrincada, aburrida y probablemente irrelevante (1). Siempre había pensado que esa barrera era personal, derivada de mis limitaciones cognitivas, pero quizá haya algo más.

Gran parte de la filosofía es clasificar y definir (2). ¿Qué es vida, y cómo lo diferenciamos de lo que no lo es? ¿Qué es ciencia y qué no? A partir del teorema de Gödel sabemos que no vamos a poder construir una definición completa. Aunque establezcamos un conjunto de reglas (de pertenencia a una clase, por ejemplo), siempre habrá otra cuya veracidad no podremos decidir a partir de las anteriores. Los fractales de Mandelbrot muestran como la separación entre dos conjuntos puede tener una frontera tan intrincada que hace infinita su definición. De alguna manera, entre los dos anuncian lo estéril de la tarea.

Había un chiste (malo) de mi infancia que decía que habían construido un confesonario electrónico al que iba a confesarse un mozo. "Padre, me acuso de haberle tocado una teta a mi novia". A lo que el cura, tras manipular la máquina contestaba "pues tócale la otra que este trasto no admite decimales".

Los niños piensan que los jueces son inútiles. Si has robado y eso es ilegal con una pena prefijada ¿que hay que juzgar? El destino del ladrón debería ser algorítmico.

Confesores (humanos) y jueces son ejemplo de la imposibilidad real de delimitar con precisión. O mejor dicho, son el sucedáneo con el que hacemos operativa la vida real aún con esa imposibilidad. Y es que la ausencia de definiciones de calidad epistemológica fetén no impide tener claras las cosas casi siempre. Y cuando no, se suele poder retrotraer la duda a algún rincón clásico del fractal de la moralidad (seguridad/ privacidad, libertad/ equidad, etc.).

Cómo me ha dicho algún comentarista del blog en el pasado, zapatero a tus zapatos. Mejor dejar las profundidades filosóficas a gentes más versadas, ¡vámos todos a estudiar epistemología!:


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(1) Hace unas semanas dio una conferencia en Pamplona Pedro Miguel Echenique en Pamplona, y ante un comentario del público dijo "el bosón de Higgs es tan fundamental que es irrelevante". Me encantó oírle a alguien tan ilustre esa idea.
(2) Desde luego no se limita a eso, pero es una componente sustancial.