Buscando diversión alternativa a los excesos de las fiestas patronales, una de las posibilidades es volver a Madrid, y más concretamente a alguno de sus museos. Este año pasamos por el Museo Biblioteca Nacional. Una de cal y otra de arena.
En el lado de lo positivo, los contenidos son interesantes y están bien ordenados; hay información para aprender mucho. Algún montaje como el de la presentación de la escritura, en que hay secuencias de audio sincronizadas con la iluminación de las piezas de las que se va hablando están realmente bien.
En el lado negativo dos cosas. La primera es la ausencia de obras de verdad, casi todas las grandes piezas que se ven son facsímiles. Son piezas muy interesantes, y así se pueden tocar (algunas), pero se echa de menos una "sala de maravillas" o algo así, que en ese sitio deben tener un montón. En segundo lugar, pero casi más grave, está la falta de accesibilidad de la información. En las vitrinas hay rótulos en el cristal y otros en la pared del fondo, con letra ínfima y mal iluminados. A mi me resultaron totalmente ilegibles, aun con gafas. La foto adjunta es un ejemplo la información de las vitrinas, una típica, sin buscar a propósito. Por cierto, una última cosa que me parece muy desagradable es que no se puedan hacer fotografías. No se me ocurre ninguna razón técnica para esa prohibición. Hoy días, acostumbrados a llevar con el teléfono una estupenda cámara, y a registrar lo que te llama la atención (y muchas veces compartirlo), es realmente molesto que se limite esa actividad. Nadie gana con ella.
Aunque no lo sabía ciando entré, al lado del museo, en otras salas, había una exposición divertidísima: La transición en tinta china. Una selección de viñetas de los 70 del siglo pasado. Muchas están en su publicación original, lo que permite apreciar como ha cambiado la maquetación y el estilo de impresión en estos años. Le quedan aún varias semanas a la exposición. Muy recomendable (al menos para los ya carrocillas):