Cuando empecé a trabajar en Westinghouse tenía reuniones con otros colegas en las que analizábamos aspectos del diseño de las centrales nucleares. Me sorprendía mucho estar intentando averiguar lo que otros humanos habían hecho. Hasta entonces, en física,y más aún en su investigación, nuestras preguntas eran sobre la naturaleza, por qué el mundo es así. Por qué alguien diseño eso así debería ser trivial, se le pregunta y ya está ¿no?
Hoy sé que era un poco infantil aquel planteamiento, los diseños de ingeniería son el agregado de mucho conocimiento diverso, de muchas personas, incluso de organizaciones diferentes. Navegar por esas cuestiones es tan engorroso como hacerlo por las leyes de la física. Simplemente es otro ámbito de conocimiento, o de desconocimiento si se prefiere.
La última vuelta de tuerca es volver esa pregunta a uno mismo, lo que en ese planteamiento naif inicial debería ser, de tan evidente, prácticamente tautológico. Tengo claro que me gusta algo, pero ¿por qué? Esa pregunta de por qué me gusta lo que me gusta me lleva dando vueltas hace tiempo. Hay elementos explicativos relativamente sencillos: la evolución, la infancia y la necesidad de pertenencia a un grupo dan cuenta de lo fundamental del comportamiento. Pero el gusto estético, por qué esa foto sí y esa no, no lo veo nada claro.
En Naukas Bilbao le daré vueltas a este asunto sobre una fotografía concreta tomada una mañana de verano, ¿qué es lo que me llama la atención de esa foto (y que merece la pena ser compartido)? Lo comentamos el sábado 16 en el Euskalduna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario