"La historia de la universidad española desde el trivium y el quadrivium hasta la Declaración de Bolonia es la historia de una decadencia. Cada reforma de la universidad ha empeorado la anterior con una tenacidad digna de admiración"(1) Empezando así, se queja el autor de que "con el proceso de Bolonia el contenido del saber lo deciden las leyes del mercado". También Jose Luis Pardo publicaba en la cuarta página de El País del lunes (10 nov.) su versión del asunto: "Es una reconversión cultural para reducir el tamaño de los centros en función del mercado", "El profesorado pasa a subsector de producción de conocimientos para la industria y la banca". Tengo dos contracríticas a estos comentarios, una light y otra con toda la grasa.
Aunque sea la Universidad, y tenga Autonomía y Libertad de Cátedra reconocidas en la Constitución, es un servicio público. Y por definición los servicios públicos han de estar al servicio de la sociedad. Los estudiantes quieren carreras cortas, y prefieren estudios con salida profesional; no es tan absurdo ¿no? Por otro lado, el mercado laboral requiere profesionales cualificados; tampoco es absurdo. Los clientes del servicio público universitario (investigación aparte) son los estudiantes y los empleadores ¿o es que hay otros?. Esto hechos palmarios se pueden enunciar con palabras (y dibujos) tendenciosas para darle un matiz político retrógrado, pero hacer que un servicio público cumpla su función es intachable. Es más, si no se hace los clientes buscarán satisfacción en otro sitio. Y no hay más que ver los ascensos relativos de las universidades privadas y de los ciclos formativos para comprobar que la siciedad no va a dedicarse a lo que no le interesa por más que desde una torre de marfil se le diga que debería.
Profundizando, las críticas vienen de un filósofo y un filólogo, ambos reputados, prolíficos y con entrada en la Wikipedia. Ambos temerosos de la pérdida de peso social de sus respectivas disciplinas. Desde un propiocentrismo disciplinar apabullante, se pretende contraponer la ciencia con las humanidades, y menospreciar el valor humano de la primera. Creo que esta postura no es más que una pose para defender la obligación de estudiar cosas que no interesan, puro gremialismo corporativo.
Caulquier disciplina del saber humano es humanismo y es valiosa, pero no todas se desarrollan de la misma forma. Desde campos aparentemente tan lejanos como la auditoría se incorporan leyes matemáticas, o buscando estrategias de comunicación se entra en la física cuántica. Las aproximaciones al conocimiento que no se fijan en fronteas nominalistas resultan enórmemente fructíferas e interesantes. El proteccionismo que supone imponer el estudio por obligación de disciplinas arbitrarias y discursivas (como la religión en la escuela) no es progresista. Por supuesto la buena filología y la buena filosofía no entran es esa categoría.
Aunque sea la Universidad, y tenga Autonomía y Libertad de Cátedra reconocidas en la Constitución, es un servicio público. Y por definición los servicios públicos han de estar al servicio de la sociedad. Los estudiantes quieren carreras cortas, y prefieren estudios con salida profesional; no es tan absurdo ¿no? Por otro lado, el mercado laboral requiere profesionales cualificados; tampoco es absurdo. Los clientes del servicio público universitario (investigación aparte) son los estudiantes y los empleadores ¿o es que hay otros?. Esto hechos palmarios se pueden enunciar con palabras (y dibujos) tendenciosas para darle un matiz político retrógrado, pero hacer que un servicio público cumpla su función es intachable. Es más, si no se hace los clientes buscarán satisfacción en otro sitio. Y no hay más que ver los ascensos relativos de las universidades privadas y de los ciclos formativos para comprobar que la siciedad no va a dedicarse a lo que no le interesa por más que desde una torre de marfil se le diga que debería.
Profundizando, las críticas vienen de un filósofo y un filólogo, ambos reputados, prolíficos y con entrada en la Wikipedia. Ambos temerosos de la pérdida de peso social de sus respectivas disciplinas. Desde un propiocentrismo disciplinar apabullante, se pretende contraponer la ciencia con las humanidades, y menospreciar el valor humano de la primera. Creo que esta postura no es más que una pose para defender la obligación de estudiar cosas que no interesan, puro gremialismo corporativo.
Caulquier disciplina del saber humano es humanismo y es valiosa, pero no todas se desarrollan de la misma forma. Desde campos aparentemente tan lejanos como la auditoría se incorporan leyes matemáticas, o buscando estrategias de comunicación se entra en la física cuántica. Las aproximaciones al conocimiento que no se fijan en fronteas nominalistas resultan enórmemente fructíferas e interesantes. El proteccionismo que supone imponer el estudio por obligación de disciplinas arbitrarias y discursivas (como la religión en la escuela) no es progresista. Por supuesto la buena filología y la buena filosofía no entran es esa categoría.
(1) Antonio Orejudo, Publico 15 nov 2008 (no lo encuentro en la web del periódico)
La figura, de Enric Jardí, procede de aquí.
4 comentarios:
no veo que pueda tener de malo el que la empresa privada colabore en el proceso de creacion de conocimiento aportando financiacion,de hecho creo que es bueno(aunque sea para formar especialistas utiles para ellos,es decir,para el mercado,esto es,la sociedad y sus deseos mas o menos creados y mediados por la publicidad).
A mi también me parece muy razonable, pero en es una cuestión que resulta presa fácil de comentarios infantiles desde posturas supuestamente de izquierda: mercantilización de la cultura, y eslóganes así.
Hola Joaquín, procuraré ser breve pese a mi gusto por las letras, ojeando tu blog debo decir que coincido contigo en mucho más de lo que discrepo pero permíteme que aporte mi grano de arena "formado" respecto de algunas cosas que dices en tu artículo.
"Caulquier disciplina del saber humano es humanismo y es valiosa": cualquier disciplina del saber humano es humana. El humanismo es una corriente de pensamiento que emerge aproximadamente en el s. XVI. Si te refieres a las humanidades, tu expresión tampoco es precisa. Por simplificarlo, un cuchillo sirve para cortar y hendir, y la fabricación de este instrumento es un saber humano (tecnología). Ahora bien, pensar en la utilidad de cortar y hendir para el ser humano es filosofía, y pensar en el modo de denominar "cuchillo", "tecnología", "filosofía" y el mismo material con qué se piensa, es decir, el lenguaje, es filosofía. La tecnología es un saber práctico del ser humano, las dos últimas plantean cómo el saber práctico afecta al ser humano. Dicho de otro modo las humanidades no plantean lo que es humano sino cómo y por qué es humano.
Otra cuestión que no viene a colación pero me ha sorprendido es que yo acostumbro a pensar que la ciencia está "divinizada" y tiene hoy día un estatus religioso, de lo cual se suceden muchos abusos... Leyendo tu blog me doy cuenta de que la cuestión es mucho más compleja y que junto con esos abusos conviven muchas deslegitimaciones insostenibles. En fin, que, llamémoslo ciencia o humanidades, el pensamiento riguroso escasea por todas partes. Saludos.
Hola Germán, muchas gracias por tu comentario. Sin duda he despachado demasiado rápido la cuestión de "las humanidades", es difícil ser preciso breve y enfatizar lo que quieres... Respecto del estatus social de la Ciencia podríamos comentar largo y tendido, no es evidente, pero desde luego yo no creo que esté divinizada.
Gracias de nuevo, saludos, Joaquín
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