lunes, 28 de febrero de 2011

La selectividad y el mito de la disminución de nivel

Es un lugar común la frase de que "cada vez vienen peor preparados" en boca de cualquier profesor universitario (vale también para cualquier otro nivel educativo). 

No deja de ser sorprendente, por tanto, que el porcentaje de aprobados en la selectividad no haya parado de aumentar. Porque habrá quien piense que la selectividad "la pone el gobierno" o alguna boutade por el estilo, pero la selectividad la pone la Universidad. Hay un coordinador nombrado por el Rector, todos los presidentes de los tribunales son Catedráticos de Universidad y los que corrigen los exámenes son también profesores de Universidad.

Vamos, que el mismo colectivo que pone las pruebas y las corrige, se queja amargamente del resultado. Que cada uno piense en que caso cree que se equivoca. (La cuestión de fondo la dejamos para otro día).

La gráfica es de este artículo de El Pais, aunque en la versión digital no está.

viernes, 25 de febrero de 2011

Anticipando el e-learning

Ma enviaba ayer un amigo un enlace a esta imagen. Forma parte de una colección de postales francesas de 1910 en las que se hace una prospectiva gráfica de cómo será el mundo en 2000. Casi todas son estupendas, porque aciertan en lo esencial (aunque no en la estética).

Esta tiene que ver con lo que hoy conocemos como e-learning, y recoge magistralmente los principales elementos con los que aún andamos a vueltas, a saber:
- El papel de los estudiantes, pasivo
- El papel de los libros de texto, vehículo fundamental del contenido, y de la instrucción
- El del profesor como suministrador de contenidos
- La incapacidad de la tecnología para alterar modelos
- Hasta el "becario" dando a la manivela es fácil de reconocer...

Esta imagen vale más que muchas palabras.

jueves, 24 de febrero de 2011

Seamos precisos

No es una composición, es un titular auténtico aparecido en la prensa especializada. Tan tan especializada es, que es capaz de dar datos económicos con 16 cifras significativas.

Aunque podríamos clasificar este suceso dentro de la categoría de "erratas" y quitarle importancia, a mi me duele especialmente porque me paso horas con este tema, sea cual sea la asignatura que imparta. Ya se que uno pone un cociente entre dos números (sensatos) en una calculadora y te salen muchos decimales. La calculadora no tiene sentido común y hace estríctamente lo que le piden, pero su usuario si debía tenerlo y saber cuantos de esos decimales tienen sentido... Oh, espera ¿cuántos tienen sentido?

Desde un punto de vista estríctamente estadístico, si sabes la incertidumbre de los datos que divides, es trivial saber cuantos decimales del cociente lo son, pero ¿con qué precisión se conocen los datos de "la economía"? Ojo, según el titular eso es lo que cayó en el tercer trimestre con tanta precisión.

Hce años, leí el dato  0,3 +- 0,4 y me quedé muy sorprendido. Era el consenso del IPCC en 1991 sobre el calentamiento global (en grados centígrados por decenio). Esos científicos tenían conciencia de su ignorancia, y es esa conciencia de la propia ignorancia lo que da valor a las afirmaciones que se hacen.

He sabido de esta joyita por Microsiervos

lunes, 21 de febrero de 2011

Actuad como si lo fuera

Hace un tiempo participé en un curso de formación sobre personas con discapacidad. Los asistentes querían conocer mejor el mundo de la discapacidad para tratar mejor con estas personas, bien cuando se las encontraban como compañeros bien como clientes (o usuarios). De entre los distintos tipos de personas que uno pude encontrarse resultaban de especial interés los aquejados de enfermedad mental. Tras un rato conversando, y sin que nadie lo expresara de esa forma (quizá ni siquiera lo entendían exactamente así) me vino a la cabeza que de alguna forma se necesita saber si el individuo que te está tocando las narices protestando en exceso merece un trato especial porque es una persona con discapacidad o si se le puede tratar como merece y contestarle airadamente. 

Es un punto de vista curiosísimo, del que yo creo que todos participamos de alguna manera. Si el de enfrente tiene "diagnóstico" mi orgullo y dignidad profesionales no están en juego, y aunque no me trate adecuadamente, yo si le trataré con corrección (mezclada, eso si, con un punto de superioridad y otro de condescendencia). Sin embargo si no tiene "diagnóstico" no hay justificación para su trato inadecuado y lo que corresponde es responder con energía.

Nos hartamos de decir que la discapacidad no es cualidad intrínseca de nadie (de ahí la insistencia en la denominación "persona con"). Todos padecemos discapacidades en mayor o menor grado, en unos momentos u otros. Si tengo un brazo escayolado (o más transitorio aún: llevo un bebé en brazos) padezco una discapacidad física transitoria, sin duda ninguna y, además, fácil de entender por quien tengo delante. Del mismo modo podemos entender que cuando una persona actúa de forma inadecuada (ofensiva, despreciativa, ausente) en un momento dado sufre una enfermedad mental transitoria. Quizá sea tan transitoria como el ejemplo del bebé en brazos y en minutos esté repuesto, quizá como el caso de la escayola y le cueste semanas, o quizá le dure el resto de su vida. Si mi trato con esa persona es profesional y de breve (le atiendo en una "ventanilla" o similar) verlo de esa manera debería ser suficiente, se le trata con corrección y listo.

He recordado todo este asunto a propósito del Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), conversando con amigos sobre la dificultad de diagnóstico del mismo. ¿Hasta que punto es un "niño movido" o un "enfermo de TDAH"? ¿Con qué precisión se diagnostica? Podemos aplicar a este caso el mismo razonamiento que en el caso anterior: actuemos como que sí, en mayor o menor grado, más o menos transitorio. Toda la parte de la actuación "psicosocial" irá bien seguro: hacer un caso especial, utilizar estrategias bien pensadas para estos chicos, proporcionar formación al entorno sobre estas pautas específicas de trato, etc. Mucho menos claro está el asunto de si hay que tratar con fármacos a cualquier "niño movido". Pero si no está claro, probablemente lo mejor sea no utilizar esa medicación, dejarla para casos muy muy claros. Por cierto, que mi abuelo médico me daba "luminaletas" y hasta "distovagales" en mi infancia cuando estaba demasiado movido, según me han contado; vamos, que no temo especialmente a los efectos secundarios de estas cosas. En cualquier caso, no es lo mismo el trato puntual, al que hacía referencia en el párrafo anterior, sobre la enfermedad mental "transitoria", que un trato continuado como el de un maestro con sus alumnos, donde el esfuerzo por "diagnosticar" lo mejor posible es necesario.

Moraleja, en ausencia de "diagnóstico", actuad como si lo fuera.

viernes, 18 de febrero de 2011

UPNA y medicinas


Este chiste recoge un pequeño momento dulce de una historia triste. Una historia que para los lectores "locales" no necesita comentarios, pero como me han dicho que hay quien lee esto en otros lugares, me voy a permitir una breve descripción del suceso y de lo que ilustra.

Desde el Gobierno de Navarra (Consejería de Salud) se ha creado un "Instituto de Investigación Sanitaria" que aglutina a todas las entidades Navarras que hacen algún tipo de investigación sanitaria excepto la UPNA. Llevado el tema al Parlamento, la Consejera asumió la decisión y la justificó por la "falta de relevancia investigadora" de nuestra universidad. Los datos demuestran que el 36% de las publicaciones que se hacen en Navarra desde entidades públicas proceden de la UPNA, o sea que los datos no soportan el juicio político. La presidenta del partido de la Consejera (y además profesora de la UPNA) la ha desautorizado.

En el fondo este hecho puntual es una ola con espuma de un mar de fondo que dura años, dura los 25 años de historia de la UPNA, que se vivió por la otra universidad que había instalada en Pamplona previamente como la instalación de la competencia. Y esa competencia, lejos de ser sana (como suele decirse que es la competencia) ha sido bastante enfermiza en muchos aspectos. En multitud de ocasiones, menos escandalosas que esta, ha habido marginaciones de la universidad pública respecto de la privada por parte de los poderes públicos (ya se que suena a trabalenguas, que le vamos a hacer). Y ya entrando en temas sanitarios, el buque insignia de la privada, todo esfuerzo es poco para mantener el estatus quo, aunque resulte escandaloso.

Esta dificultad de encaje institucional de la UPNA entre las administraciones Navarras se ha pretendido utilizar más de una vez en clave interna, en el marco de la política universitaria. Espero que ahora, ante las próximas elecciones a Rector no haya nadie que caiga en esa tentación.

viernes, 11 de febrero de 2011

Perdón por no prever lo imprevisible

Estos días es noticia importante (por ejemplo 1, 2, 3) el informe que ha realizado el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el que hace una autocrítica bastante severa de su incapacidad para prever la crisis en la que estamos sumidos. Se hacen muchos análisis sobre la cuestión, que si Rodrigo Rato no podía saberlo, que si la dinámica interna del organismo estaba viciada, que se van a poner medidas para corregir la situación. 

Pero creo que se olvida lo esencial: no lo predijeron porque era imposible.

Claro, ahora a toro pasado resulta que alguno de entre los centenares de trabajadores del FMI si había dicho lo que iba a ocurrir. Seguramente había por las mesas predicciones de todo tipo, de forma que alguno acierta seguro. Lo que pasa es que nadie sabe con antelación cual es el que va a acertar esta vez. De hecho los informes que se elevaron a oficiales no acertaron. J.R. Lucas se asombraba ayer en RNE de que habiendo una predicción tan acertada no le hicieran caso, se le olvida que había decenas y que ex ante ninguna era la acertada. Hoy comentaba sobre la inseguridad que le producía el fallo de predicción de la CIA respecto de la renuncia de Mubarak en Egipto (que ayer daba por muy probable su director).

Estamos tan acostumbrados a que haya expertos capaces de predecir eclipses con precisión de milisegundos, el comportamiento de electrones a escala nanométrica como para hacer funcionar smart phones y tantas maravillas por el estilo que nos parece que todo ha de ser previsible. Pero esa extrapolación incorpora un error grave: no todos los procesos son previsibles. En el caso de la meteorloogía ya sabemos todos en que podemos confiar (mucho en el tiempo de mañana, menos en el de pasado y nada en absoluto en el de dentro de un mes), pero claro, a los hombres del tiempo les llevamos viendo años a diario, y se han ido ganando ese prestigio (tanto el positivo en la predicción a corto, como el negativo a largo) a base de resultados comprobables.

Las variables económicas son tanto o más impredecibles que las meteorológicas, sin embargo se mantiene muy fuertemente el mito de la capacidad de predicción, además con un aura de elevado tecnicismo (seguro que los currelas del FMI cobran mucho más que los meteorólogos). Visto así, ante una columpiada tan espectacular como la relativa a esta crisis, lo mejor que se podía hacer para mantener el mito es hacer una declaración (también en formato de informe supertecnificado) en el que se buscaran unas razones razonables a las que culpar del fallo.

Eso de que la economía es una ciencia capaz de hacer predicciones fiables es un mito. Un mito del que viven (y muy bien) muchas personas, y que ayuda a hacer socialmente más aceptables algunas políticas, pero tan falso como que Disney está criogenizado o que no se fue a la luna...

ACTUALIZACIÓN: Cosas de la serendipia, instantes después de publicar esto, encuentro una recopilación de fallos de predicción de los economistas muy buena, aquí, en el nuevo blog donde publica Kiko Llaneras.

La lectura de El cisne negro (a pesar de que me parece irregular, y en algunos puntos confuso) me ha ayudado mucho a sostener esta idea del mito del cientifismo de la economía que es ya un clásico en este blog.

jueves, 10 de febrero de 2011

Investigación solidaria

Me acabo de encontrar en youtube un vídeo que nos hicieron hace un tiempo y del que me había olvidado. Son 3 minutos en los que se explican los dos proyectos a los que nos hemos dedicado en los últimos años como Asociación Investigación Solidaria Sadar, una agrupación de profesores (no sólo pero casi) que, además de la investigación más disciplinar de cada uno, pensamos que es una buena cosa dedicar unaparte del propio esfuerzo a líneas de investigación de repercusión social, que no encuentran vías de financiación ordinarias fácilmente. Lo mío (min 0:47) es la tecnología para pesonas con discapacidad, no es que me haya cambiado a la inmunología con Patarroyo.

martes, 8 de febrero de 2011

La profundidad de la conspiración lunar

Master de formación del profesorado de secundaria, especialidades de tecnología y sistemas electrónicos (todos ingenieros técnicos, ingenieros o arquitectos). Ejercicio sobre el pensamiento crítico, ¿fuimos realmente a la luna? Tras un tiempo para documentarse y prepara su respuesta, concluyen mayoritariamente que no. Ahí se me acaba el guión de profesor organizado y dedico el resto del tiempo a intentar sacarles del error... con muy poco éxito.

El suceso me dejó el ánimo verdaderamente tocado. Si esto piensan los ingenieros ¿cual será la opinión de la sociedad en general?  Pero hay que hacer de la necesidad virtud, un poco de espíritu crítico con el problema: tiene que haber poderosas razones para tal confusión.

Las ideas que proliferan en las cabezas de las personas (salvedad hecha de las que estudian formalmente) son las vencedoras de un proceso de selección natural equivalente al de los genes. Esto ya lo planteó Dawkins en El gen egoista (1976 nada menos) y les puso el nombre de memes a esas ideas que compiten por proliferar en las mentes. Por alguna razón el meme de la conspiración lunar es mucho más "adaptativo" que el que se corresponde a la realidad de la historia.

La ciencia funciona de una forma diferente dado que la realidad, a través de los experimentos, introduce un ecosistema muy diferente en esa lucha de memes: sólo los que son coherentes con las observaciones experimentales pueden sobrevivir, y de entre ellos la navaja de Ockam es la que termina de seleccionar.

Pero el personal no vive en ese ecosistema, ni siquiera los científicos profesionales lo hacen si no es en cuestiones estrictamente de su disciplina. El viaje a la luna no parece que esté en los planes de estudios de ninguno de los titulados de la anécdota. Pero ¿que es lo que resulta tan atractivo del meme conspiranóico?

Después de darle muchas vueltas, y aunque probablemente haya más razones coadyuvantes, me atrevo a enunciar una razón principal: el mito del progreso científico- tecnológico continuo. De alguna manera parece que repugna la idea de haber sido capaces de ir pero haberlo dejado de hacer, no volver más. Y en la misma línea está lo de que la potencia de cálculo del Apollo XI sea inferior a la de un móvil cualquiera de hoy en día. Así, sin entrar en el ondeado de las banderas o el paralelismo de las sombras ya se parte de una predisposición a favor de la conspiración, y documentarse (si no es muy a fondo o con figuras de prestigio por en medio) sólo sirve para persevar en el error.

Si esta explicación fuera cierta, no dejaría de ser paradójico que justo la confianza en el avance científico-tecnológico fuera la causa última de la negación de uno de sus principales logros.

Para quien no lo haya visto aún, en la etb han hecho (bueno, lo han hecho @Mimesacojea y @Lagamez) un magnífico programa de televisión sobre la conspiración lunar. También es fundamental el libro de @EugenioManuel sobre el asunto (ver reseña) y su blog.

domingo, 6 de febrero de 2011

Para que sirven los estudios universitarios

Se publicaba hace unos días un estudio, hecho por profesores de nuestra universidad, sobre condiciones de trabajo y calidad en el empleo en empresas Navarras. Uno de los datos me llamó mucho la atención: el 37% de los trabajadores cuestiona la utilidad de la formación académica. Aunque siempre se puede dudar de la precisión del datos, un vistazo a los aspectos metodológicos del informe (que está maravillosamente accesible en la página de la Institución Futuro que es una de las patrocinadoras) permite disipar objeciones mayores: démoslo por bueno. También se le puede dar la vuelta al dato y leer que el 63% de los encuestado no se cuestiona el valor de laboral de la formación académica, y visto así suena mucho mejor (a pesar de que obviamente es lo mismo).

Hay una visión purista que considera que no es misión de la universidad formar para el empleo, que para eso ya está la formación profesional (como su propio nombre indica). De acuerdo con ella lo raro sería que el 63% encontraran valor laboral en la formación académica. Esta visión purista está en recesión, probablemente sólo se mantenga ya dentro de la universidad, y por una minoría del personal.

La universidad tradicional, la de los 500 años de historia (si no 1000) sin duda que no tenía ninguna función de formación profesional; se dedicaba a la filosofía (filosofía y letras o filosofía natural). Los saberes de índole más práctica fueron creando sus propias escuelas de formación al margen de la universidad, algunos con una complejidad técnica y científica tan alta o más que en aquella, como las escuelas de ingenieros. Sin embargo en la segunda mitad del siglo XX el prestigio de la marca “universidad” se hizo muy grande (por alguna razón que desconozco) fue reuniendo en su seno la enseñanza de los saberes más variopintos. Todo el mundo quiso ser universitario y no se le cerró la puerta a nadie.

Esta mínima introducción histórica ayuda a entender la función laboral de la universidad y su diferenciación por disciplinas. Hay disciplinas eminentemente vinculadas a una profesión (derecho, medicina, enfermería, magisterio, periodismo, etc.), y si en ellas no se prepara para la profesión malo. Otras disciplinas no tienen una vinculación directa con una profesión (filosofía, humanidades, física, matemáticas, etc.) y por tanto es imposible que la formación se oriente al empleo. Otra cosa es que la formación en ellas obtenida si que resulte valiosa para determinados trabajos y que no estén carentes de “salidas profesionales”, pero siempre serán más variadas y menos obvias. La enseñanza de estas disciplinas necesariamente debe guiarse por su dinámica académica interna.

Vaya, ahora ya no se que pensar del 37% que pensaba que los estudios no tienen utilidad profesional. Quizá eligieron una carrera inadecuada, o encontraron un empleo muy alejado de sus estudios… o estudiaron unos planes de estudio poco adaptados a la realidad. Este último caso es lo que me vino a la cabeza al leer la noticia, pero si quiero defender ese hecho (que por cierto si quiero) tendré que buscar otros datos que de verdad lo refrenden.

El chiste forges lo he sacado del blog de @yoriento, un interesante lugar en el que profundizar en temas de empleo.