miércoles, 19 de abril de 2017

Lo aprendido en el aula, se queda en el aula

Todos los años, el día anterior a ir al laboratorio explicaba en clase lo que habría que hacer allí, el equipamiento disponible y las actividades a realizar. Todos los años, al llegar al laboratorio preguntaban como si la clase anterior no hubiese existido. Llegué a proyectar en el aula fotos del laboratorio al que iríamos al día siguiente. Ni por esas.

Dudaba si mi capacidad de explicación era muy escasa o si las entendederas de los estudiantes eran las limitadas. Pero en otras muchas actividades nos iba muy bien, lo que yo explicaba ellos lo entendían sin dificultad. Estaba muy desconcertado hasta que alguien me dijo: “especificidad de dominio”.

Aunque puede ser una utilización un poco libre de un concepto técnicamente enrevesado (ver 1, 2), permite explicar muy bien la situación. Lo que se aprende en el aula vale en el aula y lo del laboratorio vale en el laboratorio, pero no se cruzan. Es algo que en realidad todos hemos experimentado muchas veces, ya sea como profesores o como alumnos. Cinco menos tres no lo sabe pero cinco euros menos tres euros lo responde de inmediato. Los vectores de matemáticas no son los mismos que los de física. Lo aprendido en una asignatura no se traslada a otra con naturalidad prácticamente jamás.

Resulta pues que no es que el profesor sea malo, el plan de estudios inadecuado o los estudiantes unos zotes, es que nuestra mente funciona así. Igual que nos engañan las ilusiones ópticas irremediablemente, lo que aprendemos en un contexto solo es operativo en ese contexto. La versión educativa de una frase clásica: What learned in Vegas, stays in Vegas.

Afortunadamente  la especificidad de dominio del aprendizaje se puede superar: con el tiempo se produce un proceso de maduración de lo aprendido, se asientan los conocimientos y de alguna forma se liberan del contexto que los generó. Entonces ya son utilizables en diferentes situaciones. Ya no te lías aunque encuentres una concepto expresado con diferentes notaciones. ¿Cómo se produce esa maduración de lo aprendido? Ojalá lo supiéramos, pero parece que no es ni mucho menos sencillo. En mi opinión, muchas de las discusiones que se dan sobre la cosa educativa parten de hipótesis alternativas sobre cómo se produce esa generalización del conocimiento (“desespecificación” habría que decir), pero en eso ya entraremos en un próxima ocasión.

viernes, 7 de abril de 2017

Destejiendo la depresión

¿Cómo es posible que quieran reducir el amor a un conjunto de reacciones químicas? Se preguntan algunos. Se escandalizan de que cada vez se conozca más del sustraro físico de las emociones. Como si el hecho de tener un sustrato le quitara realidad, importancia o humanidad a las emociones mismas. Esa idea de que el conocimiento empobrece la experiencia humana es de larga tradición; se quejaba Keats en su poema de que Newton destruía la belleza del arco iris al explicar su sustrato físico, destejiendo el arco iris.

El conocimiento del sustrato físico de las emociones es especialmente importante cuando éstas se tornan patológicas. La pena es un sentimiento natural, quizá no de los más agradables pero importante en nuestra experiencia personal y que ayuda a conformar nuestro comportamiento. Sin embargo cuando la pena se vuelve crónica y se independiza de las causas que pudieron originarla (una muerte, un desengaño, …) , la cosa se vuelve problemática. Entonces ya no hablamos de pena sino de depresión.

Hay quien no entiende que la depresión es algo más que estar triste y apenado, hay quien piensa que la persona con depresión es “culpable” de su situación (no es esfuerza bastante, no “lucha”)… Estos prejuicios suman incomprensión y estigma social al sufrimiento que ya de por si produce la enfermedad a quien la sufre. Estos prejuicios, en gran medida, nacen de la ignorancia.

Nuestra vida se desarrolla (al menos) en dos planos distintos, el de la experiencia consciente y el de su sustrato fisiológico. En el primero sentimos cariño o pena mientras que en el segundo aumenta nuestro nivel de cortisol o se activa determinada zona del cerebro. Ambos planos interaccionan entre sí en un delicado equilibrio. Y cuando el equilibrio se rompe por alguna disfunción y sobreviene la enfermedad también tiene reflejo en ambos planos y ha de restablecerse delicadamente. Tan incompleto (y falso) es pensar que “una pastilla” reparará el plano fisiológico y todo se resolverá como pensar que “luchando” mentalmente en el plano consciente ocurrirá lo mismo. 

Confiemos en que el conocimiento científico continúe avanzando en todo este abanico de cuestiones y se pueda ir destejiendo la depresión.


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Con este texto quiero contribuir a la iniciativa "7 de abril, hablemos de la depresión"  promovida por la OMS en última instancia y por Dolores Bueno desde Naukas y Next Door Publishers de forma más próxima.

Relacionado con esto (parcialmente) había escrito antes sobre el suicidio (1 y 2) y sobre los dos planos de la realidad.

La figura es un cuadro de Alex Alemany, tomado realmente de este sitio.