viernes, 26 de enero de 2024

¿Sale agua de las aceras?

Ayer me preguntaba un amigo por qué sale agua de las aceras los días de niebla. Es curioso que la aparición de esa película de agua que vemos en el suelo nos resulte fácil atribuirla a una especie de sudor de la acera. Mi respuesta es que, lo más probable, es que ese agua provenga de condensación del agua disuelta en el aire, bien cuando el aire está sobresaturado (y hay niebla), bien cuando no llega a tanto, pero sigue bastante saturado aunque ya no haya niebla.

Me comentaba dos cosas más del fenómeno: (i) que las aceras de las zonas umbrías permanecían húmedas todo el día, mucho después de que la niebla se hubiera disipado y (ii) que esa película resultaba resbaladiza, grasienta.

Esta mañana, viniendo a la universidad he pasado por una zona umbría y ahí estaba la superficie mojada. En la foto se ve el final de la zona húmeda, la frontera con la zona donde da el sol y corre el aire, y unas marcas de las ruedas de bicicleta que estiran el agua por lo seco.

El que la humedad permanezca el día entero, supongo que se debe a que las condiciones en la superficie de la acera siguen siendo de sobresaturacion todo el día. Con la humedad relativa del aire por encima del suelo, a la temperatura del cemento, se sobrepasa el límite de saturación y precipita parte del agua que estaba disuelta. Quizá no haga falta que se deposite mucho si la evaporación no es efectiva porque el aire está cerca del 100% de humedad todo el tiempo.

Más interesante, si cabe, es lo de que esa humedad "esté grasienta". Y es que es muy distinto que el agua que cubre una acera provenga de lluvia (o riego) o que provenga de condensación; es distinto a escala microscópica. Pensemos que la superficie del cemento (del material las baldosas de la acera) tendrá una cierta rugosidad en la que ha poros microscópicos. Poros suficientemente pequeños como para que no penetre en ellos el agua de lluvia. La tensión superficial crea una película que hace de tapón al poro. Esos poros en los que nunca entra el agua acumularán polvo (fino) y cualquier porquería que quepa. Cuando lo que se produce es condensación, el inicio del proceso ocurre en la zona más fría, dónde mejor se evacue el calor, en el fondo del poro, es desde allí desde donde se va llenando la superficie de agua. En esa situación, esas porquerías (polvo seguro, no sé si grasa realmente) que hubiera allí tienen la pueden ser empujadas hacia arriba y salir a zonas menos intrincadas, zonas pisables en las que contribuir a los resbalones. Esa característica del proceso de condensación, su inicio en el fondo de los poros es el que hace que la escarcha en los parabrisas de los coches los días de fío esté tan firmemente adherida.

No he encontrado información sobre este fenómeno del "sudor" de las aceras y que resulte "grasiento", toda la explicación que he escrito más arriba es una hipótesis que requeriría alguna evidencia extra para darla por cierta, pero plausible sí me parece.

viernes, 19 de enero de 2024

Una mañana fría

 Hace frío esta mañana, me lloraban los ojos de camino al despacho, y lo he disfrutado. Seguramente aún en modo nocturno, con sueño y apenas empezando a amanecer, pensaba en que quizá me quedaban pocas veces de sentir ese frío en la cara. Este invierno está siendo templado, la semana pasada una mañana estábamos a 13 grados en vez de los 2 de hoy. El verano pasado fue el segundo más caluroso de la historia en esta ciudad (y en el mundo, creo).


Imaginaba la reacción de un pariente cercano, militante de ese partido de la barbarie; me diría que soy un sensiblero y que no hay pruebas de que esto vaya a ser así, que el miedo climático es un invento ideológico para imponer determinadas políticas.

Claro, ¿y si cuidamos el planeta (y a nosotros mismo) y no era necesario? ¿De verdad hace falta una sentencia de desastre totalmente confirmada para hacer las cosas bien? Es más bien al contrario, hace falta un velo ideológico para pensar que el crecimiento puede ser infinito, que el planeta lo aguanta todo y que lo bueno es seguir compitiendo con la naturaleza (y con nosotros mismos). Compitiendo por quién construye una torre más alta o tiene el coche más rápido. Disfrutando de ir a por y aparcar en la puerta, de tener reuniones remotas a las que ir en avión, privado si puede ser. Extasiarse con la libertad de tomarse una cerveza en un entorno de aire insalubre.

La opción ideológica de construir de forma que se pueda hacer vida andando, que se interactúe con las personas que viven cerca, que disponga de áreas vegetales, arbolado que, cuando menos, de sombra, esa opción ideológica es peligrosa. La opción de evitar competiciones para que lo habitual sea la colaboración, la de ocuparnos entre todos (todes mejor dicho) de los que peor lo tienen, de mutualizar riesgos, todo eso es peligroso.

Y para evitar esos peligros hay que insistir en que el modo de vida agresivo, competitivo y consumista es el que da la verdadera felicidad y, por supuesto, es seguro. Y si para mantener ese convencimiento hay que negar evidencias científicas, se niegan. Y si para ello hay que deslegitimar la ciencia en general, se deslegitima. ¿O es que me van a hacer creer a mi que la tierra no es plana si lo estoy viendo con mis propios ojos?

Sabiendo que a elles les parecerá tan absurda mi elección como a mi la suya, aquí me quedo, disfrutando de la mariconada de añorar el fresquito mañanero en un planeta esférico.

viernes, 12 de enero de 2024

Los espacios de la UPNA

Paseando alrededor del campus de Arrosadía me di cuenta de que desde la ciudad no se ve. El edificio del Aulario está un poco hundido respecto del nivel de la calle y en los dos extremos, los que de verdad lindan con la ciudad, lo que tenemos son dos ruinas. Por el oeste, frente al Sadar, unas naves de alguna fábrica que están semiderruidas desde antes de instalarse la universidad. En el este las cocheras de una empresa de transportes que dejó hace unos años esas instalaciones.

Desde el gobierno de la universidad se lleva décadas reclamando que esas parcelas se expropien y se incorporen al campus. Lo mismo que se viene reclamando un espacio en el centro de la ciudad que permita acercar la actividad cultural universitaria a la ciudadanía. No son reclamaciones abstractas “a quien pueda interesar”, se trata de solicitudes al Gobierno de Navarra y al Ayuntamiento de Pamplona. En los 30 años que estas demandas se vienen reiterando por las dos instituciones han pasado gobiernos de muy diverso color político, pero la respuesta siempre ha sido la misma, a los hechos nos remitimos.

Es triste que Navarra y Pamplona sigan sin tenerle cariño a su universidad. Porque no hay otra forma de entender esta inacción urbanística que dura décadas. Encima, cuando empieza a moverse, en los últimos años es en una dirección que acentúa esa sensación de desprecio. El espacio en la ciudad pudo ser el edificio de Salesas (después de haber pasado por muy distintos planes que nunca fueron). Pero cuando empezó a tomar forma la idea, se adjudicó realmente a la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona. Pero algo había que hacer con estos pesados de la UPNA. La negociación fue avanzando y cada vez nos tocaba menos. Al final, podemos usar la capilla unos días al año (y no el centro y no cualquier día) y hay una oficina de 30m2, pero sin salida a la calle y sin posibilidad de anunciar nada en el exterior. Ojalá me equivoque, pero ese acuerdo no va a dar satisfacción a la demanda de servicio ciudadano de la universidad.

Algo equivalente se ha propuesto para el solar de la esquina este, cederlo no a la UPNA sino a un centro de investigación. La contrapartida es que en el patronato del centro la universidad tenga cierto peso. Lo mismo con la parte del edifico del Sario donde antiguamente estuvieron los “ITGs” y Tracasa, se desalojaron para la UPNA pero luego se pararon las obras y solo se han retomado cuando el uso ya no será de la universidad sino de otro tipo de centros (con cierta participación universitaria).

Parece que sólo cuando una porción de la universidad se convierte en reclamación política por la razón que sea se actúa de forma clara en lo urbanístico, pero ni siquiera de forma generosa. Un magnífico campus en Tudela, en las afueras, dónde no afecta a la vida cultural de la ciudad, y un edificio para medicina en la zona de hospitales.

Lo de la mala ubicación del campus de Tudela no es una sensación, esta semana acabamos un curso de extensión universitaria en la UNED de Tudela (en el centro de la ciudad) que ha tenido más de 60 estudiantes. La versión equivalente en el campus de la UPNA el curso pasado no llegó a los 15.
Una vez me dijo un responsable del Gobierno de Navarra, hace muchos años, “la universidad es un pájaro mu gordo pa echarle alpiste”. La economía siempre es una parte de cualquier problema, pero sin duda el pecado original de esta institución es otro.