sábado, 28 de abril de 2012

¿Desfuncionarizar a los profesores?

Uno de los efectos de las declaraciones y medidas ministeriales respecto del sistema universitario Español es agitar tertulias. En una de ella con compañeros de profesión se planteaba la conveniencia o no de proceder a "desfuncionarizar" a los profesores de universidad. Hay quien decía que mejor ni mentarlo "para no dar ideas"; sin embargo yo creo que todas las (malas) ideas ya las tienen rondando, y que mejor reflexionar seriamente sobre el tema. Procedo con mi opinión:

El "funcionariado" es un invento decimonónico, indispensable, que consiguió una cierta desvinculación de los trabajadores de las administraciones públicas de los vaivenes políticos. Antes de que se inventaran se vivía esa situación que contaba Larra de que cada vez que había un cambio de gobierno todos los trabajadores iban a la calle (los cesantes) y entraban los "buenos" y en las siguientes elecciones vuelta a cambiar (1). Siglo y medio de evolución más los lamentables ejemplos de "economía planificada" (en los que toda la población era funcionarizada) bien merecen una reconsideración del invento. Desde luego los procesos de ingreso actuales (no solo del profesorado universitario, sino a cualquier cuerpo) son absurdos; no eligen a los mejores para el desempeño y suponen un coste tremendo para las personas, especialmente para los que acaban no ingresando. La falta de movilidad geográfica pero sobre todo funcional, la falta de incentivos y de carreras profesionales hacen que la gestión de ese personal sea poco menos que imposible.

Yo sí que creo que habría que darle una vuelta considerable al funcionariado. Pero no porque no funcione. Me gustaría ver medidas precisas de productividad (2), y dudo mucho que resulte más baja que en otros sectores. Tampoco creo que sea cierta la idea de que si no hay una amenaza de castigo inminente la gente no trabaje. Hay mucha mitología alrededor de la figura del funcionario (3).

Desde luego lo de ir a EEUU y mirar un trocito y pretender trasladarlo me parece además de incorrecto, peligrosísimo. Las sociedades son sistemas complejos, como ecosistemas, con muchas interacciones cruzadas. Hacer un cambio aislado es como llevar una especie extraña a otro ecosistema: o se extingue o se convierte en una especie invasora que deteriora el ecosistema en su conjunto; un ejemplo espectacular y famoso fue la introducción de conejos en Australia

Desfuncionarizar a los profesores de universidad puede tener sentido si, a su vez, los jefes (rectores, decanos, etc) pasan a ser nombrados en vez de elegidos, y si el empleo de los jefes va vinculado al desempeño de los profesores a su cargo, y si quien nombra a esos jefes es un "consejo de administración" que se juega los cuartos (propios) en las decisiones que toman, etc. etc. Si mantenemos unos jefes irresponsables (senso estricto, i.e. que no sufren consecuencias de decisiones incorrectas) y unos financiadores que disparan con pólvora del rey, la desfuncionarización hará de las universidades cortijos privativos de los caciques de turno (mucho más de lo que esta figura pueda aparecer hoy día en algunos lugares concretos).

Cambiar todas esas cosas de golpe, junto con otros aspectos sociales directamente relacionados con la universidad, etc. etc. es como pretender convertir el ecosistema de Australia en el de Inglaterra, sencillamente imposible.

Resumiendo, creo que hay que cambiar muchas cosas del funcionariado, pero que lo de "copiar" americanadas aisladamente es inútil y muy muy peligroso.

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Notas:

(1) En "El patrimonio documental: fuentes documentales y archivos" (ver detalles) de María Almudena Serrano y Mariano García, pg 125 hay algunas citas interesantes como la definición de cesante de Mesonero Romanos

(2) Hay trabajos interesados que sacan la conclusión de que es malísima, pero en el "micromaster" que me estoy haciendo por internet, llego a la conclusión de que no es nada fácil medir dicha productividad, y que no hay indicadores de consenso (ver este artículo, o este otro)

(3) Lo de la visión mitificada (para mal) del funcionario daría para una entrada exclusiva (igual la escribo un día), pero por dejar algunas pinceladas, es maravilloso el vídeo en el que se equipara un trámite administrativo a un duelo de película del oeste. Más en serio, me gustó mucho ESTE artículo en el que Tim Harford, hace el ejercicio de suponer que la educación pasa a ser privada y la telefonía pública (cosas más raras se han visto) eso no haría que cambiase el valor de la aportación de un profesor frente a un vendedor de teléfonos. También esta entrada de "Nada es Gratis" sobre las aportaciones pública y privada al desarrollo de la informática y la percepción que de ellas se tiene es muy interesante. Por no hablar de los chistes de Forges...

(4) La figura está tomada de este artículo de César Calderón sobre la veracidad de los estudios sobre el hipotético "exceso de funcionarios" en España. También son interesantes en este sentido los datos que al respecto da la Wikipedia, incluyendo EEUU en la tabla.

sábado, 21 de abril de 2012

Dedicación del profesorado universitario

El Consejo de Ministros ha aprobado una serie de medidas para abaratar los costes de la educación pública entre los que se incluye la modificación del régimen de dedicación del profesorado universitario. Creo que es un asunto que merece algunas consideraciones (y opiniones).

En la situación de partida, en la legislación vigente hasta que entre en funcionamiento esa modificación, se considera que los profesores universitarios tienen dos misiones: docencia e investigación. Se reparte el tiempo de la jornada laboral por la mitad y se regula, además, que en la parte docente, por cada hora de clase es razonable gastar, de media, otra de preparación. Así, la regulación establece que la dedicación máxima a impartición de clases debe ser de 8 horas a la semana (o si lo computamos (1) en créditos anuales, 24).

La doble dedicación a la docencia y la investigación está en la esencia misma de la universidad moderna. La misión central de la institución universitaria, y por ende de sus claustros, consiste en crear y transmitir conocimiento. Se entiende que no tiene sentido crear conocimiento para no transmitirlo, ni enseñar cosas aprendidas en los libros sin un valor añadido extra.

El 50% del tiempo que, como mínimo,  la ley reserva a la investigación nunca se ha regulado. Es lógico dada la complejidad de la actividad investigadora. La investigación tiene un componente creativo muy difícil de regular, a nadie se le ocurriría decirle a un profesor de Bellas Artes que sus cuadros tiene que pintarlos en horario de 8 a 15 y en su despacho de la facultad. Especialmente si consideramos la inmensa diversidad de áreas (desde la oceanografía a la neurciencia, desde la historia medieval hasta el derecho comparado), el lugar y el tiempo de la investigación no se pueden prefijar. Por esta razón, el control laboral que todo patrón ejerce sobre sus empleados, en esta actividad, se ha basado siempre en los resultados en vez de en los medios: no se controlan tiempos de presencia sino cantidad y calidad de los resultados de esa dedicación (2). 

Hace 18 años, en 1994 se implantó en España uno de los mejores (y más baratos) inventos para incrementar la cantidad y calidad de la investigación pública: los "sexenios de investigación" (3). Se trata de una evaluación voluntaria a la que se puede presentar cada profesor (de universidad y de OPIS) y que, en caso de ser aprobada le supone un complemento salarial que le permite una buena cena al mes (120 €/mes). Esta evaluación en su implantación original dejaba claro que no tendría ninguna otra utilidad salvo la fundacional: reconocer la investigación de calidad con una pequeña gratificación. De hecho en las primeras convocatorias la información se enviaba al domicilio particular, para que los compañeros no vieran en los casilleros quien andaba "en tratos" con la CENAI sobre sexenios. La heterogeneidad del éxito en la aplicación de los sexenios fue tan grande como lo es la variedad de áreas de conocimiento. El sexenio lo inventó un físico (Pedro Pascual de Sans) y está especialmente adaptado a esa disciplina y equivalentes, aquellas en las que la investigación es universal, fundamentalmente básica y hecha en la propia universidad, la que encuentra en las "revistas internacionales indexadas" su vía natural de expresión. Para las disciplinas de ámbito más local y las más centradas en el desarrollo que en la investigación básica (4) la incorporación al sexenio ha sido más traumática y lenta.

Hace tiempo que las comunicaciones sobre sexenios ya se reciben en los departamentos, e incluso han comenzado a ser requisito para otras actividades: dirigir un grupo de investigación, dirigir una tesis doctoral, formar parte de comisiones de doctorado o investigación, etc. También las comisiones que conceden los sexenios han ido aclarando (y flexibilizando) criterios, lo que ha aumentado mucho la ratio de concesiones (de un 60% al comienzo a un 80% en 2008). Esta evolución va haciendo que los sexenios se aproximen a una medida del cumplimiento de la actividad investigadora, pero no dejará de ser una aproximación estadística, porque ni fueron diseñados con este fin ni se juzgan así. Sigue siendo legítimo no presentarse a las evaluaciones. Sigue siendo universitario dedicarse a investigación menos publicable (y sexeniable, valga el palabro) de colaboración con empresas e instituciones locales. 

Lo que propone ahora el gobierno es alterar las reglas del juego de forma que quien no obtenga el sexenio que le toque vea incrementada su exigencia docente en un 50%. Y me parece mal por las siguientes razones:

1.- Moral. Aunque los sexenios sean una buena medida de la actividad investigadora para una proporción alta de los profesores, pongamos el 90% (me lo invento), no lo es para todos, y no fue diseñada para eso. Es un caso análogo al que ocurre estos días en algunos estados de EEUU, dónde se plantean exigir el carné de conducir para votar. Es cierto que en este país el 90% (aunque fueran el 99,9%) de los adultos necesita conducir y tiene carné, pero me parecería inmoral dejar sin votar a alguien porque se decidiera acreditar a las personas con un documento no diseñado para ese fin.

2.- Práctica para las personas. Los profesores que por la razón que sea se encuentren "sin sexenio" a la aplicación de la norma, se verán definitivamente expulsados de la actividad investigadora si se aplicara la norma tal cual. Con 32 créditos y una situación de partida poco favorable (como demuestra no haber conseguido el sexenio anterior) es inviable hacer investigación.

3.- Práctica para el sistema. Ante esta norma algunos profesores verán limitada su carrera investigadora y otros la reorientarán para asegurar el sexenio (limitando otras actividades menos "sexeniables"). Todo esto disminuirá la actividad investigadora en su conjunto y, especialmente, en la dirección de generación de patentes. Esto último resulta especialmente contradictorio con el deseo tan repetido por las autoridades de que la actividad universitaria se vuelque en esta línea.

Pareciera que la norma que se propone intenta corregir el intolerable desmán recogido con crudeza en el titular del ABC: "Más de la mitad de los profesores universitarios no investiga pese a cobrar por ello". Creo, sin embargo, que ese titular no responde en absoluto a la realidad. Se basa en la simplificación de identificar investigación con consecución de sexenios, y en que esa identificación existe desde siempre, de hecho la mayoría de los profesores ya estaban en activo cuando se inventó el sexenio. El 66% de la investigación que se hace en España se hace en las universidades (5) (por esos hipotéticos vagos), y se ha casi duplicado (80% de crecimiento) en el tiempo de existencia de los sexenios. España contribuye con el 3,4%  de la producción científica mundial, el 9º puesto. La productividad de la ciencia básica en España (la que se mide en publicaciones SCI, como los sexenios) es de las más altas del mundo. Por euro invertido, o por investigador contratado, España produce como el que más, eso sí, hay menos investigadores por cada 1000 habitantes y (muchos) menos euros invertidos que en los países que copan los puestos altos de los rankings de universidades. 

Mirado con perspectiva, creo que el profesorado universitario ha hecho una gran labor en los últimos 20 años incorporándose a la primera división mundial en investigación (aunque aún en la segunda mitad de la hipotética tabla) y acomodando en las aulas a la generación del baby-boom sin excesivos traumas. Es muy injusto valorar a todo el colectivo por los incumplidores, que los hay como en todo colectivo. El funcionario típico no es el del cafetito, ni el profesor típico es el del titular del ABC (el que no investiga pese a cobrar por ello) ni muchísimo menos. No hay que confundir medidas de reordenación de un sistema con medidas de persecución del fraude. Si queremos detectar a los profesores que defraudan la confianza que se ha depositado en ellos busquemos un sistema (6), pero este no es. Me temo que la figura "del fraudulento" se airea sólo para justificar unas medidas de ahorro económico que, sin duda ninguna van a ir en detrimento de la calidad del servicio, tanto de la enseñanza como de la investigación. Pero en fin, parece que la sociedad Española ha tenido unos profesores universitarios por encima de sus posibilidades y toca ajustarlos.

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Notas.
(1) Se entiende que un crédito corresponde a 10 horas lectivas, y el curso completo consta de dos semestres de 15 semanas cada uno (30 el año completo). Así, una hora a la semana durante todo el año son 30 horas en total, es decir 3 créditos. Y de igual forma, 8 horas a la semana todas las semanas lectivas corresponden a 24 créditos

(2) Hay una tendencia reciente a imponer un sistema de ficha al profesorado de forma que el control se centre en las horas de presencia en el puesto de trabajo. Esta idea se basa en un supuesto agravio comparativo con otras personas que trabajan en las universidades, el Personal de Administración y Servicios (PAS). A pesar de alguna sentencia al respecto, esa propuesta está muy lejos de haberse impuesto, de hecho no se de ninguna universidad que haya impuesto la ficha al profesorado (más allá de firmar la asistencia al aula en horario de clase).

(3) Sobre sexenios de investigación: un resumen esquemático en Universia AQUI, un párrafo explicativo en La Mula Francis AQUI, que hace hincapié en la efectividad de los sexenios más por envidias internas que por su valor económico, algo que yo comparto plenamente; y una breve presentación con historia y datos, por Alfedo Poves (coordinador general de la CENAI en 2008) AQUI

(4) Los electrones se comportan igual en un país que en otro, por eso los resultados sobre ellos son universales, mientras que la etnografía, la edafología la historia local, etc. son disciplinas de un entorno geográfico, y pueden tener calidad e interés en su entorno pero no alcance universal. Por otro lado, una patente obliga a no haber publicado antes, así que quienes buscan resultados de interés industrial más inmediato no encuentran en la publicación una vía habitual de plasmación de sus resultados

(5) Los datos de este párrafo están tomados de ESTA contestación de los rectores a las declaraciones del ministro y de ESTE artículos de José Antonio Pérez García y Juan Henández Armenteros en El País

(6) En un cuerpo tan "anticorporativo" como es el de profesores de universidad (salvo quizás los de derecho), siempre estamos dispuestos a buscar los detalles que demuestran que yo (pongase aquí cualquiera) soy mejor que mis compañeros, tanto que a algunos hay que castigarlos...

Disclaimer: Personalmente voy cumpliendo con los sexenios (hasta ahora al menos), así que mi crítica no emana de lo puramente personal.

ACTUALIZACIÓN. Otras referencias que están apareciendo estos días sobre (más o menos) el mismo tema:

- Tormenta perfecta en la universidad, por Esteban Romero Frías, profesor de la Universidad de Granada
- ¿Es tan mala la Universidad española? por Lorenzo García Aretio, Catedrático de Universidad de UNED.
- La agenda oculta de la política universitaria por Miguel Ángel Quintanilla Fisac, Director del Instituto de Estudios de la Ciencia y la Tecnología.
- Otro drama del recorte: la Ciencia española se hace vieja por Antonio Martínez Ron (lainformacion.com).
- Los Rectores Andaluces rechazan las medidas aprobadas por el Gobierno (noticia de la Universidad de Sevilla).

lunes, 9 de abril de 2012

Disonancia cognitiva periodística

Seguramente es un abuso de lenguaje, pero en la definición de la Wikipedia de "disonancia cognitiva" pone: "...el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas...".

La sensación de placer y relajo que me debería producir la receta de los canelones de berenjena rellenos de ahumados se ve contradicha por la tristeza que produce que haya un hospital asfixiado por los impagos de los poderes públicos que lo sostienen. Y viceversa, la reflexión sobre el avance de los islamistas de Túnez se ve dificultado por el aroma de los canelones; y un poco por el avance de los e-books.

No se si estas sensaciones son o no "cogniciones", pero lo que es seguro es que la sensación de contradicción que inducen es importante. Me ha recordado a la sensación que me produjo un experimento en el Cosmocaixa de Alcobendas (seguro que está en muchos otros sitios) en el que has de tocar un conjunto de tubitos, de unos pocos milímetros de diámetro, por los que pasa agua a distintas temperaturas, por unos fría y por otros caliente. De la mano te llega al cerebro microsensaciones de frío y de calor que no son capaces de integrarse en ninguna sensación estable y que te dejan realmente desconcertado.

Supongo que son artefactos producidos por la confección de la portada digital, a la que se llevan los elementos destacados de las distintas secciones. Quizá mereciera la pena planteárselas de una forma más global. Por cierto, la composición de sensaciones por reunión de piezas distintas no es privativa de la prensa en versión digital ni mucho menos; una excelente y divertidísima muestra se puede encontrar en esta entrada de La Buena Prensa.

domingo, 8 de abril de 2012

Universidades estadounidenses más allá de los Rankings

Entre el papanatismo de copiar lo que sea de los países de moda y la autarquía intelectual de los que lo saben todo, debe estar el término medio que permita sacar buenas enseñanzas de experiencias ajenas.

Últimamente parece que todo esfuerzo de intercomparación de sistemas universitarios queda reducido al número de universidades que cada país tiene colocadas en los rankings de moda (fundamentalmente el de Shangai). Por eso me ha llamado mucho la atención el informe Putting College Costs into Context (del American Council of Education). Y es que el sistema universitario Estadounidense está tan representado por el MIT y Stanford como el futbol Español lo está por Ronaldo o Messi. La gráfica adjunta es muy ilustrativa. Casi la mitad de los estudiantes universitarios están matriculados en Community Colleges, dónde el coste medio es de menos de 3.000 dólares al año para estudiante a tiempo completo. Sólo un 16% de los estudiantes están en universidades privadas de coste medio 28.000 dólares por curso. Una parte muy pequeña son los que cursan estudios por valor de 60.000 dólares al año (que por donde debe andar la matrícula en el MIT). Sobre esta estructura de precios hay que considerar unos programas de becas (federales, estatales y locales) que alcanzan a un tercio de todos los estudiantes. Eso en becas directas, al margen de deducciones fiscales y préstamos subvencionados.

Estos datos contradicen la imagen simplista de unas universidades carísimas, fundamentalmente privadas, que exigen a los estudiantes un endeudamiento que les acompañará buena parte de su vida laboral. Esa situación realmente ocurre, peo a un porcentaje muy pequeño de los estudiantes. La gran mayoría del sistema universitario es público, accesible y con unos programas de becas muy considerables. A ver que parte de todo esto es la que inspira a nuestras autoridades ministeriales en las reformas con las que amenazan de forma perenne.

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El informe completo, al que llegué gracias a @eRomanMe , está disponible en la web, y se centra en la evolución de ese sistema en la última década, el aumento de costes y sus razones, el aumento de las ayudas públicas y el desajuste entre ambos que va dejando una importante necesidad de reajustes. Pero a mi me interesaba ahora solo la pincelada más gruesa.

sábado, 7 de abril de 2012

Pruebas prenatales de ADN para la admisión

No es una noticia de verdad, era una "broma" que hacía ayer la radio pública estadounidense con motivo del April Fools Day. Pero lo terrible es que resulta perfectamente verosímil. Yo desde luego me la creí cuando la escuché; sólo empecé a sospechar al no encontrar la web de la supuesta escuela.

Me contaba hace unos meses una amiga que vive en Nueva York que su hija hará una prueba de admisión a un colegio a los 4 años. Y eso no era una inocentada. Probablemente en NY sea especialmente exagerado, hay tanta gente tan apretada allí que (casi) todo es posible. Pero la tensión que pasan los niños con las pruebas estandarizadas es considerable

El sumun es la carrera por el acceso a una "buena" universidad. El último año de instituto los jóvenes empiezan a solicitar la admisión en distintas universidades. Han de enviar currículos, notas, cartas de recomendación y una justificación sobre su motivación para elegir esa universidad. Los procesos de admisión son individualizados y "no algorítmicos", no basta con tener una nota de algún tipo por encima de un valor. En ocasiones la habilidad con un instrumento musical (y por tanto la contribución a la banda o la orquesta universitaria) desequilibran la balanza. Otras veces es el deporte el que marca la admisión, las ligas universitarias de futbol, baseball o baloncesto son importantísimas. Pero hay otras cosas: la vocación de servicio (voluntariado, actividades solidarias), la capacidad emprendedora, ...

Puestas así las cosas, los cuatro años de highschool se los pasan esforzándose por recopilar méritos. Especialmente buenas notas, pero también música, deporte o voluntariados no tanto por su valor en si, como pensando en la admisión. No es que dejen de ir de fiesta y demás cosas que corresponden a la adolescencia, pero desde la presión académica se vive con intensidad, especialmente en los buenos estudiantes. Mi hijo, acabando el 8º grado (el anterior al instituto), ha recibido ya una charla, impartida por un estudiante de Harvard, en la que le daban pistas para planificar de forma óptima su paso por el instituto. De forma óptima para la admisión, claro.

El sistema educativo es tan selectivo, y por tanto competitivo, que oír que la cosa ha llegado al extremo de ser evaluado antes de nacer no resultaba absurdo. Ahora que parándose a pensarlo es estremecedor. 

Por cierto, aunque he encontrado artículos sobre la influencia genética en la inteligenica (estudios entre gemelos y esas cosas), no he encontrado nada sobre que se pueda medir nada de eso de un análisis genético de una muestra de sangre, aunque yo sobre estas cosas se muy poco.

jueves, 5 de abril de 2012

Una revista universitaria que desaparece

Ayer se presentó el último número de la revista Uharte de San Juan. Una revista multidisciplinar, de periodicidad errática, que ha publicado la UPNA a lo largo de los años y que, por lo que se ve, concluye con este número. A mi modo de ver, este tipo de revistas son la punta de lanza de la renovación en que está sumida, lo quiera o no, la industria editorial. 

De primera mano conozco datos de esta revista de hace unos 10 años. Las ventas eran testimoniales y la distribución total casi. Prácticamente ningún número llegó a vender 10 ejemplares. Incluyendo los que se destinaban a intercambio interbibliotecario de las universidades y de cortesía a los autores, no llegaban a 100 revistas que físicamente salían de la caja. Del coste me he olvidado, pero por poco que fuera no estaba justificado por la difusión real de los contenidos. Y no es que los contenidos resultaran carentes de calidad, no me corresponde a mi juzgarlo, pero es muy probable que la gran mayoría de los artículos fueran de una calidad científica perfectamente homologable en sus respectivas disciplinas. Pero lo que justifica la publicación no es la calidad, sino el interés, y la escasísima distribución demuestra que ese interés nunca fue alto.

Las personas más encariñadas con la revista se quejaban, y con razón, de que la empresa ocupada de la distribución no se esforzaba por colocar ejemplares en suficientes librerías especializadas. Es cierto, pero en la distribuidora que quejaban, a su vez, de que ese movimiento de papel para tan poca venta no resultaba eficiente. El tipo de contenidos científicos que encontraban acomodo en Huarte de San Juan tienen un interés limitado y probablemente muy distribuido. Quizá en Argentina o México un investigador pueda estar interesado en el archivero Julio Segura para completar una serie de estudios sobre archiveros, pero es inimaginable que llegue allí un ejemplar de la revista en papel. Es obvio que ese tipo de conocimientos, de contenidos, tiene en el entorno digital su nicho natural de circulación. Lo sorprendente es que hayan sido necesarios 10 años más, y unos potentes recortes en la financiación de la universidad, para que se discontinúe la publicación de la revista.

Este retraso en aceptar lo evidente tiene, sin duda, algunas causas. Algunas, honestas, son de orden sentimental: tras años amando el papel, el cuaderno, la revista y el libro, resulta duro dar el paso a la frialdad de los intangibles bits tras una pantalla. Otras, deshonestas, tienen que ver con la confección de los currículos académicos y con el valor que en la tradición de cada disciplina se da a los distintos tipos de "méritos" de los autores.

Sea como fuere, confío en que el cese de la publicación de la revista como tal vaya acompañado de una distribución electrónica de los mismos contenidos, a poder ser en formato abierto y accesible por todos.

lunes, 2 de abril de 2012

El teléfono de la UPNA II


El servicio de telefonía en la UPNA lo prestaba Telefónica desde antes de que existiera competencia en este sector. Desde su establecimiento, las administraciones públicas tienen la obligación de adjudicarlo como cualquier otra adquisición que hacen, en igualdad de condiciones entre distintos suministradores y mediante el procedimiento administrativo correspondiente. Las medidas transitorias vigentes mientras se produjese la transición obligaban a cobrar tarifas íntegras, sin posibilidad de descuentos u ofertas. Visto así, no es que una maravillosa gestión ha conseguido un 35% de ahorro, sino que la inacción generaba un 35% de sobrecoste... año tras año.

Eso si, el procedimiento administrativo para la adjudicación parece ser de lo más moderno, con una subasta on line. A ver si por lo menos la experiencia sirve para agilizar otros procesos de este tipo.