Podría parecer que mi crítica a la postura ante Bolonia de algunos profesionales de las Humanidades es puro gremialismo por mi parte. Por si acaso, hoy le toca a las carreras en las que doy clase.
En este caso no se trata de críticas globales al proceso por individuos aislados, sino de una postura organizada, protagonizada por los Colegios Profesionales, que ha jugado a colocar sus intereses en la negociación de los detalles. La mayor se criticaba en privado, el propio concepto del proceso, y en público se defendía una postura. Postura que en el artículo aquí citado está perfectamente disfrazada.
En resumen se trata de que haya grados de 4 años (aún más largos que las ingenierías técnicas actuales) que conduzcan a competencias profesionales. Eso no se podía evitar, pero ¿qué grados y qué competencias? Pues muchas carreras dispersas con pocas competencias cada una, más o menos las especialidades que había antes (entre tres y seis por Ingeniaría Superior). Luego, con un año más te haces con las competencias de los otros grados, el Máster acumula las competencias profesionales de todos los grados de su rama disciplinar. Ese es el plan general que hay que ir colocando en la legislación, en los planes de estudios y en las normativas competenciales.
¿Hay alguna justificación educativa, docente, de demanda social, etc.? Yo no encuentro ninguna. Lo que si se ve claro es el laberinto que se les pone a los estudiantes para que se vean obligados a estudiar varios años más de los que querrían. El año extra del grado para empezar, y la golosina de que con un año más te multiplico las competencias hace casi obligatorio otro más.
De nuevo todo un diseño que no tiene mas horizonte que el de garantizar (y si se puede multiplicar) la actividad del profesorado universitario del ramo.
Por otro lado no es raro que cuando se le deja a un colectivo organizar una actividad, lo haga en beneficio de sus propios intereses: es inevitable. Lo que falta es intervención política, ya que son los poderes públicos las personas elegidas democráticamente para armonizar los interes de distintos colectivos. Ante la dejación de funciones del ministerio de Educación (de los sucesivos ministeriors desde Rajoy o incluso antes), los lobbys toman posiciones: los empresarios montan escuelas de negocios o universidades privadas, los profesores generan obligaciones de estudiar lo que la gente no quiere y mientras los estudiantes juegan a la PSP, o en el mejor de los casos se manifiestan contra el proceso en general con unos eslóganes absurdos que les han enseñado otros.
En este caso no se trata de críticas globales al proceso por individuos aislados, sino de una postura organizada, protagonizada por los Colegios Profesionales, que ha jugado a colocar sus intereses en la negociación de los detalles. La mayor se criticaba en privado, el propio concepto del proceso, y en público se defendía una postura. Postura que en el artículo aquí citado está perfectamente disfrazada.
En resumen se trata de que haya grados de 4 años (aún más largos que las ingenierías técnicas actuales) que conduzcan a competencias profesionales. Eso no se podía evitar, pero ¿qué grados y qué competencias? Pues muchas carreras dispersas con pocas competencias cada una, más o menos las especialidades que había antes (entre tres y seis por Ingeniaría Superior). Luego, con un año más te haces con las competencias de los otros grados, el Máster acumula las competencias profesionales de todos los grados de su rama disciplinar. Ese es el plan general que hay que ir colocando en la legislación, en los planes de estudios y en las normativas competenciales.
¿Hay alguna justificación educativa, docente, de demanda social, etc.? Yo no encuentro ninguna. Lo que si se ve claro es el laberinto que se les pone a los estudiantes para que se vean obligados a estudiar varios años más de los que querrían. El año extra del grado para empezar, y la golosina de que con un año más te multiplico las competencias hace casi obligatorio otro más.
De nuevo todo un diseño que no tiene mas horizonte que el de garantizar (y si se puede multiplicar) la actividad del profesorado universitario del ramo.
Por otro lado no es raro que cuando se le deja a un colectivo organizar una actividad, lo haga en beneficio de sus propios intereses: es inevitable. Lo que falta es intervención política, ya que son los poderes públicos las personas elegidas democráticamente para armonizar los interes de distintos colectivos. Ante la dejación de funciones del ministerio de Educación (de los sucesivos ministeriors desde Rajoy o incluso antes), los lobbys toman posiciones: los empresarios montan escuelas de negocios o universidades privadas, los profesores generan obligaciones de estudiar lo que la gente no quiere y mientras los estudiantes juegan a la PSP, o en el mejor de los casos se manifiestan contra el proceso en general con unos eslóganes absurdos que les han enseñado otros.
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