Solía decir un amigo mío que la mayor innovación docente que se había producido en los últimos años era la tiza redonda. Así podía ir sin bata, no mancharse las manos y no estropearse la garganta con el polvo. Pero lo decía en foros sobre las TIC en educación.
La terna portatil, Power Point y proyector empieza a ser suficientemente fuerte como para hacer cambiar esa percepción. Y no es que haya habido falta de tecnología antes: filminas, transparencias, casettes, discos y cosas aún más sofisticadas.
Pero el triunfo de una "ayuda técnica", la incorporación de un elemento tecnológico a un proceso, es algo extremadamente complejo, aunque desde la ingeniería se tiende a reducir el tema a disponer de un invento que funcione.
Se han necesitado años (muchos) de perfeccionamiento, estandarización (el USB no ha sido ageno) y generalización del equipamiento para que uno vaya a un congreso sin la presentación en un soporte físico (transparencias o filminas). Uno no se arriesga a que en el momento crítico no se lea el dispositivo, no esté la versión adecuada del programa, etc. Mientras, la necesidad de mostrar un dibujo se ha satisfecho con mecanismos sencillos, baratos y robustos: un palo en la arena o la tiza.
La tiza es para el profesor lo que el bastón para la navegación de los ciegos. Puede parecer un dispositivo tonto, pero un bastón no se queda sin pilas, no se desconfigura, no necesita actualizaciones de firmware, no se avería, no tiene unas instrucciones complejas de funcionamiento... Estos días se ha presentado en sociedad un ambicioso proyecto de desarrollo(ver por ejemplo aquí) de un dispositivo de ayuda a la navegación para ciegos. Se trata de un casco de alta tecnología que incorpora de todo. Seguro que acaba funcionando de maravilla y para algunas tareas de algunos individuos muy concretos resulta útil. Pero para uso general, no veo yo que ir con casco sea socialmente más integrador que ir con bastón.
La aplicailidad de la tecnología en general, y en el caso de las personas con discapacidad aún más, deberia ser un tema de investigación en si mismo, que mejore la aproximación de la ingeniería, que tiende a matar moscas a cañonazos y a apuntar el cañón por prueba y error.
La terna portatil, Power Point y proyector empieza a ser suficientemente fuerte como para hacer cambiar esa percepción. Y no es que haya habido falta de tecnología antes: filminas, transparencias, casettes, discos y cosas aún más sofisticadas.
Pero el triunfo de una "ayuda técnica", la incorporación de un elemento tecnológico a un proceso, es algo extremadamente complejo, aunque desde la ingeniería se tiende a reducir el tema a disponer de un invento que funcione.
Se han necesitado años (muchos) de perfeccionamiento, estandarización (el USB no ha sido ageno) y generalización del equipamiento para que uno vaya a un congreso sin la presentación en un soporte físico (transparencias o filminas). Uno no se arriesga a que en el momento crítico no se lea el dispositivo, no esté la versión adecuada del programa, etc. Mientras, la necesidad de mostrar un dibujo se ha satisfecho con mecanismos sencillos, baratos y robustos: un palo en la arena o la tiza.
La tiza es para el profesor lo que el bastón para la navegación de los ciegos. Puede parecer un dispositivo tonto, pero un bastón no se queda sin pilas, no se desconfigura, no necesita actualizaciones de firmware, no se avería, no tiene unas instrucciones complejas de funcionamiento... Estos días se ha presentado en sociedad un ambicioso proyecto de desarrollo(ver por ejemplo aquí) de un dispositivo de ayuda a la navegación para ciegos. Se trata de un casco de alta tecnología que incorpora de todo. Seguro que acaba funcionando de maravilla y para algunas tareas de algunos individuos muy concretos resulta útil. Pero para uso general, no veo yo que ir con casco sea socialmente más integrador que ir con bastón.
La aplicailidad de la tecnología en general, y en el caso de las personas con discapacidad aún más, deberia ser un tema de investigación en si mismo, que mejore la aproximación de la ingeniería, que tiende a matar moscas a cañonazos y a apuntar el cañón por prueba y error.
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