Esta semana hemos comenzado las prácticas de Instrumentación Industrial. Preparándolas, comentaba con el profesor ayudante que hace unos años utilizábamos un circuito "casero" que montaban, o al menos comprobaban, los estudiantes mientras que ahora esa misma señal se trata con un equipo comercial, sofisticado y caro. Con el circuito casero se aprecian mucho mejor los fundamentos en los que se basa la práctica, pero no se parece a nada que se utilice en el mundo laboral. Con el equipo sofisticado se aprende a manejar un sistema comercial actual que se puede encontrar realmente en la industria, aunque no se sepa como está hecho por dentro y en que se basa su operación. Nos sirvió el ejemplo para discutir sobre los pros y contras de la enseñanza de los fundamentos frente a los de las aplicaciones.
El dilema entre lo fundamental y lo aplicado lo podemos encontrar sucesivamente a escalas cada vez menores, como unas muñecas rusas. Hay formación más fundamental (universitaria) y más aplicada (formación profesional). En la universidad hay carreras más fundamentales (por ejemplo de ciencias) y otras más aplicadas (ingenierías). En una carrera habrá asignaturas más básicas y otras más de aplicación. Y en cada asignatura distinguiremos entre temas, y así sucesivamente hasta el detalle del equipo elegido para hacer una medida en una práctica, o los ejemplos que escoge el profesor para ilustrar un concepto.
Encontrar el equilibrio justo en un nivel concreto no es fácil, de hecho es fuente de multitud de discusiones, incluso enfrentamientos. Suele ser uno de los principales caballos de batalla en la elaboración de planes de estudios. Recuerdo de cuando estudiaba la frase que reza "la química es un conjunto de casos particulares de la física y la biología unos casos particulares de la química". Además de una pedantería, es una estupidez; tan grande casi como la obsesión utilitarista que exhiben a veces algunos ingenieros.
Yo soy un físico en una escuela de ingeniería, y además he cambiado de tema de investigación muchas veces (probablemente demasiadas); estos dos hechos me llevan a tirar más del lado de lo básico. Me creo mucho el argumento de que sobre unos buenos cimientos es fácil construir los detalles. La sociedad del conocimiento le ha imprimido tal acelerón al desarrollo tecnológico que hay estudios que dicen que el 50% de lo que aprende un estudiante (de informática por ejemplo) en su carrera estará obsoleto el día que se gradúe. Que preparamos estudiantes para profesiones que aún no se han inventado. Esta línea de argumentación parece apoyar el lado fundamental de la balanza, las bases no cambian, es la aplicación que de ellas se hace la que evoluciona. Defendamos pues los fundamentos, pero sin perder de vista la muñeca rusa que nos toque: sin convertir la biología en el último tema de la asignatura de química, siendo esta la ultima de la carrera de física.
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