En un reciente Consejo de Departamento se escuchaban amargas quejas de los componentes de las comisiones encargadas de confeccionar los nuevos grados de ingeniería de la UPNA adaptados al EEES.
Es fascinante darse cuenta de que yo (como profesor de a pie) me quejo de los miembros de las comisiones de grado por los mismos motivos que ellos se quejan del Equipo Rectoral. A su vez éste se queja prácticamente en los mismos términos del ministerio correspondiente, y del Gobierno en última instancia. Las quejas vienen a ser las siguientes:
- No nos han escuchado y no han establecido un cauce adecuado para recibir nuestras sugerencias.
- No tienen un modelo claro en la cabeza y faltan directrices explícitas de la tarea que nos piden.
- Las buenas palabras se convierten en regulaciones de obligado cumplimiento demasiado tarde, de forma titubeante y desde luego sin consensuar.
(- Además no tienen ni idea, se olvidan de aspectos esenciales y lo miran todo desde el ángulo de sus intereses particulares)
Analizado caso por caso creo que todos tenemos razón. Pero algo sistémico tiene que estar ocurriendo cuando exactamente los mismos problemas se van transfiriendo a lo largo del escalafón. Me parece un curiosisima regularidad que requeriría un estudio serio (a saber desde que disciplina).
En cualquier caso el tiempo pasa y el proceso avanza. Todos nos quejamos pero nadie se ha negado a participar (extraña mezcla de resignación, pillería, responsabilidad y colaboracionismo) con lo que el producto final está a punto de ver la luz (ver la figura que acompaña la entrada para hacerse una idea gráfica de lo armonioso del resultado).
En algún momento un inocente (como el niño del traje nuevo del emperador) pinchará la burbuja de palabrería, competencias y objetivos de aprendizaje y se hará obvio el desastroso engendro diseñado. No valdrán maniqueismos entonces. En este proceso se aplica el sabio dicho: entre todos la mataron y ella sola se murió.
Es fascinante darse cuenta de que yo (como profesor de a pie) me quejo de los miembros de las comisiones de grado por los mismos motivos que ellos se quejan del Equipo Rectoral. A su vez éste se queja prácticamente en los mismos términos del ministerio correspondiente, y del Gobierno en última instancia. Las quejas vienen a ser las siguientes:
- No nos han escuchado y no han establecido un cauce adecuado para recibir nuestras sugerencias.
- No tienen un modelo claro en la cabeza y faltan directrices explícitas de la tarea que nos piden.
- Las buenas palabras se convierten en regulaciones de obligado cumplimiento demasiado tarde, de forma titubeante y desde luego sin consensuar.
(- Además no tienen ni idea, se olvidan de aspectos esenciales y lo miran todo desde el ángulo de sus intereses particulares)
Analizado caso por caso creo que todos tenemos razón. Pero algo sistémico tiene que estar ocurriendo cuando exactamente los mismos problemas se van transfiriendo a lo largo del escalafón. Me parece un curiosisima regularidad que requeriría un estudio serio (a saber desde que disciplina).
En cualquier caso el tiempo pasa y el proceso avanza. Todos nos quejamos pero nadie se ha negado a participar (extraña mezcla de resignación, pillería, responsabilidad y colaboracionismo) con lo que el producto final está a punto de ver la luz (ver la figura que acompaña la entrada para hacerse una idea gráfica de lo armonioso del resultado).
En algún momento un inocente (como el niño del traje nuevo del emperador) pinchará la burbuja de palabrería, competencias y objetivos de aprendizaje y se hará obvio el desastroso engendro diseñado. No valdrán maniqueismos entonces. En este proceso se aplica el sabio dicho: entre todos la mataron y ella sola se murió.
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