martes, 1 de septiembre de 2009

Universidad y teleuniversidad

Vuelvo de unos días de vacaciones pasados con compañeros de carrera, cursada hace ya un par de décadas. Íbamos poco a clase (buenos, algunos un poco más), estudiábamos sobre los libros recomendados y hacíamos problemas en grupo. Supongo que una parte importante de la amistad que sigue durando se forjó en aquellos grupos de problemas.

Ahora a aquello que hacíamos se le llama trabajo en grupo y es algo que hay que fomentar, y que resulta especialmente bien adecuado para realizarse on line.

Leo hoy en El País que, según un estudio, aparentemente bien hecho, la universidad on line es incluso más efectiva que la presencial en cuanto al conocimiento adquirido. Tan bueno como el artículo es echar un vistazo a las decenas de comentarios de los lectores que lleva ya. Se consideran allí posibles sesgos, como por ejemplo el que los estudiantes que cursan enseñanzas on line tienden a ser mayores, más maduros y más motivados.

A mi no me ha extrañado el resultado en absoluto. Ya En la Universidad en que estudié, lo que se aprendía no era debido a las clases presenciales. Los profesores servían fundamentalmente para delimitar lo que entraba en cada examen; y para ponerlos y corregirlos después, claro. Pero la clase magistral resultaba inmensamente ineficaz (y no digo absolutamente porque había algunos compañeros que si entendían algo). No es de extrañar, por tanto, que un modelo educativo que elimina ese tiempo improductivo y lo reorienta a otras actividades resulte más eficiente.

Otra cosa es la "universitary experience" que producía comer en el mismo comedor que un premio Nóbel (Severo Ochoa), las conferencias, charlas de pasillo, la política universitaria, asociacionismo estudiantil, bares, fiestas y estudiantes del sexo opuesto... Con un decorado tan inmejorable, es una pena que la obra no la sepamos representar mejor.

4 comentarios:

Antonio Arias dijo...

A raiz de este artículo de El País he vuelto a releer el diccionario del Siglo XXI de Jaques Attali (http://blogs.lexpress.fr/attali) que anticipa un futuro de autoeducación y la EDUVERSIÓN, que será una industria potente de contenidos para las grandes marcas universitarias mundiales y donde se impondrá una nueva categoría de maestros: los matriceros (fabricantes de soportes lógicos para cursos) los controladores (que dirigen a los alumnos y reconocen sus esfuerzos mediante un diploma) y los tutores (ayudan, consuelan y atienden).
En fin, que la universidad se parecerá más a Holywood que a la Salamanca cervantina.
Te mando un abrazo, Joaquín.

Joaquín Sevilla dijo...

La verdad es que en la educación apenas se ha incorporado la división del trabajo, especialmente en la universitaria. Es fácil imaginar formas de organización en las que distintas tareas las realicen personas diferentes. En organizaciones virtuales como la UNED, y más aún la UOC, ya se dispone de perfiles diferenciados. En formación profesional (como la que impartíamos en el Departamento de Trainning de Westinghuse) también hay roles diferenciados: un instructor se encuentra los materiales corporativos creados ya, y la evaluación la realiza la empresa que contrata tu servicio. Su papel pues se limita exclusivamente a facilitar el aprendizaje de esos contenidos.

No se si Holywood, pero desde luego la Salamanca cervantina si que deja de ser un referente cada vez más deprisa.

Saludos

Naeros dijo...

Pues yo soy de los pocos a los que las clases magistrales les venían de perlas.
Básicamente porque solía quedarme con lo dicho y estudiar me resultaba mucho más fácil. Cuando no he ido a clase en alguna asignatura estudiarla después se convertía en un problema.

En cuanto a la universidad online... me quedo con esta parte del artículo:
"[...]con una diferencia pequeña cuando se refiere a la formación totalmente online, pero que es muy significativa cuando se compara con los proyectos que combinan las clases de toda la vida con la formación a distancia usando nuevas tecnologías."

Es decir, lo fundamental es la combinación de técnicas de aprendizaje. Y desde luego el aprendizaje online permite una interactividad y seguimiento que pueden ayudar mucho si se hacen bien (como todo).

Joaquín Sevilla dijo...

Sin duda que las clases magistrales no son inútiles, pero creo que son excesivas en general. La verdad es que cuando sintonizas con un interlocutor, lo que puedes aprender escuchando requiere muchísimo más tiempo leyendo.