Me he enterado ahora, aunque hace ya algunas semanas. Hay un par de sentidos y formales obituarios en El Pais y en la Real Academia de Ciencias.
A mi no me llegó a dar clase nunca, pero era parte del paisaje de la Facultad entonces. Un día fuimos un par de compañeros a su despacho para preguntar detalles sobre unas becas en el CERN en las que aparecía él como referencia en los carteles. Lo encontramos con los pies sobre la mesa leyendo el periódico. Apenas bajo el periódico y preguntó qué queríamos. Tras contárselo nos dijo "para esas becas hay que ser excelente, y vosotros no lo sois porque si lo fuerais ya os conocería" (quizá no sea totalmente textual, pero le faltará poco) y levantó el periódico para seguir leyendo. Sin embargo, con la misma energía venía a las fiestas de barracón que organizábamos y se tomaba unas cuantas copas, y bailaba y era cercano (hay quien podría dar buena fé). En el momento no era mi personaje favorito de la Facultad, pero con el tiempo me he sentido muy orgulloso de haber coincidido con él, y me ha dado mucha pena su desaparicion.
El asunto me sugiere dos reflexiones más generales que la cosa puramente sentimental. Por un lado, el incidente que acabo de relatar, y que nos pareció hasta gracioso en su momento, hoy sería intolerable, se le denunciaría al defensor de la comunidad universitaria y desde luego no resultaría nada, nada gracioso. Por otro lado, muchos de los personajes que poblaban aquella facultad, y con los que uno tenía relación directa, han llegado a ministros (Javier Solana), académicos (Sánchez Ron), Rectores (Cayetano López y Raúl Villar), Direcotres del CIEMAT (Felix Yndurain, el hermano de Paco), reputados exobiólogos (Ricardo Amils), y muchos más... Por no hablar de los que ya eran importantes entonces, como Severo Ochoa (con el que compartí comedor algunas veces). Todo ese personal conformaba una "experiencia universitaria" que va mucho más allá de disponer de un tutor personal, un centro de idiomas o una piscina climatizada. Una experiencia universitaria más profunda, más académica, más esencial.
A mi no me llegó a dar clase nunca, pero era parte del paisaje de la Facultad entonces. Un día fuimos un par de compañeros a su despacho para preguntar detalles sobre unas becas en el CERN en las que aparecía él como referencia en los carteles. Lo encontramos con los pies sobre la mesa leyendo el periódico. Apenas bajo el periódico y preguntó qué queríamos. Tras contárselo nos dijo "para esas becas hay que ser excelente, y vosotros no lo sois porque si lo fuerais ya os conocería" (quizá no sea totalmente textual, pero le faltará poco) y levantó el periódico para seguir leyendo. Sin embargo, con la misma energía venía a las fiestas de barracón que organizábamos y se tomaba unas cuantas copas, y bailaba y era cercano (hay quien podría dar buena fé). En el momento no era mi personaje favorito de la Facultad, pero con el tiempo me he sentido muy orgulloso de haber coincidido con él, y me ha dado mucha pena su desaparicion.
El asunto me sugiere dos reflexiones más generales que la cosa puramente sentimental. Por un lado, el incidente que acabo de relatar, y que nos pareció hasta gracioso en su momento, hoy sería intolerable, se le denunciaría al defensor de la comunidad universitaria y desde luego no resultaría nada, nada gracioso. Por otro lado, muchos de los personajes que poblaban aquella facultad, y con los que uno tenía relación directa, han llegado a ministros (Javier Solana), académicos (Sánchez Ron), Rectores (Cayetano López y Raúl Villar), Direcotres del CIEMAT (Felix Yndurain, el hermano de Paco), reputados exobiólogos (Ricardo Amils), y muchos más... Por no hablar de los que ya eran importantes entonces, como Severo Ochoa (con el que compartí comedor algunas veces). Todo ese personal conformaba una "experiencia universitaria" que va mucho más allá de disponer de un tutor personal, un centro de idiomas o una piscina climatizada. Una experiencia universitaria más profunda, más académica, más esencial.
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