lunes, 17 de marzo de 2008

Ilusiones ópticas en la elección

Leer periódicos con calma da mucho de si, especialmente en los rincones donde en vez de noticias hay información. "Publico" da mucho juego en ese sentido (entre otros), aunque no haya encontrado el link preciso a la noticia esta recortada, ya me he cansado de rebuscar.

Los expertos en marketing explotan el hecho, supongo que como cualquier otro que conozcan, de que se aprecian más las diferencias que los absolutos. Esto se conoce en muchas variantes de la percepción. El oído absoluto es muy raro, mientras que cualquiera es capaz de apreciar disonancias muy leves. Mirando también diferenciamos colores muy parecidos cuando los vemos juntos. Supongo que hemos evolucionado para tomar decisiones, para optar por lo mejor ante alternativas planteadas, no para apreciar absolutos. Luego la elaboración de la percepción primaria hace el resto: igual que las ilusiones ópticas a la percepción visual, el esfuerzo del cerebro por interpretar de la forma más plausible las evidencias. Así, los expertos en psicología y ventas nos diseñan ilusiones "optativas" que arriman el ascua a su sardina comercial.

1 comentario:

Squirrowl dijo...

Absolutamente cierto. Hace bastante años cuando la psicología de las preferencias anunciaba ser una ciencia emergente, se publicaban cosas tales como que si alguien había comprado entradas para un concierto y las perdía, renunciaba a asistir al concierto; mientras que, si perdía una cantidad de dinero equivalente al precio de las entradas, compraba las entradas de todas maneras. Aunque ambas situaciones sean objetivamente muy similares, subjetivamente suponen una gran diferencia desde el punto de vista de haber asumido (y ejecutado) una decisión de forma previa. No he seguido la evolución de este interesante campo desde hace mucho tiempo, pero es evidente que tiene aplicaciones de marketing muy inmediatas, como las que se mencionan en la noticia que da origen al "post".
Desafortunadamente, creo que este tipo de "ilusiones" ha tenido un efecto muy real en los últimos tiempos de nuestra vida: a pesar de que en el momento de la transición de la peseta al euro fuimos "anegados" por la propaganda institucional que nos recordaba la "importancia de los céntimos y el redondeo", lo cierto es que olvidamos la importancia de los números significativos y, tal como se menciona en el artículo, gastamos más por comparacion que por el valor real. Con la agravante de que, en esta transición, perdimos el valor de referencia. Así, un "café-gourmet" por 2,5/3 euros nos puede parecer una fruslería en comparacion con el precio de uno normal. Hemos olvidado con rapidez que los cafés pasaron de costar 100 pesetas a un euro con inusitada rapidez [prefiero hacer este comentario con algo tan irrelevante como el precio del café; pero se podría hacer de forma bastante similar con el precio de la vivienda, aunque con consecuencias mucho más dramáticas]. Desafortunadamente, nuestra capacidad adquisitiva no ha crecido con la misma velocidad [y, de paso, enlazo con el "post" del 1 de febrero]. Aquí hemos perdido plenamente la batalla entre valores absolutos y relativos y el título del post adquiere todo su significado, con inusual crudeza.