Hace años en una comida familiar, hablando de alguna banalidad, uno de mis hermanos dijo "en España se producen dos variedades vegetales de almendra: Largueta y Marcona". Le preguntamos qué es una variedad vegetal y de dónde había sacado esa información; no fue capaz de contestar a ninguna de las dos preguntas.
No era cierto (acabo de encontrar 13 variedades de almendra), pero eso es lo de menos aquí. El ejemplo me llevó a empezar a pensar en distintas formas de conocer, de saber.
De un conocimiento sólido, "como debe ser", uno esperaría que fuese constructivo (cada nuevo concepto asentado sobre los anteriores previamente adquiridos), explícito (fruto de un estudio y reflexión consciente) y fundamentado (uno sabe dónde ha aprendido lo que sabe: en que libro, en que artículo o en que clase). El conocimiento que cumple estas condiciones es un conocimiento estructurado. Por supuesto es un modelo ideal, en la práctica hay variantes, pero fundamentalmente en este modelo encontramos a los eruditos, estudiosos e intelectuales tradicionales.
En el extremo contrario, también como modelo ideal, está el conocimiento desestructurado, en el que los conceptos se van incorporando sin un orden concreto, de una forma aleatoria, procedente de múltiples fuentes y sin que la procedencia de cada idea tanga porqué registrarse junto con la misma.
El conocimiento estructurado seguramente es el único posible cuando la información disponible para aprender es escasa. Un fraile del siglo XIV, probablemente leería cuanto tuviese a su alcance de principio a fin. En cambio cuando la información accesible diariamente es más de la que se puede asimilar en toda la vida la cosa cambia. Es inevitable hojear, leer fragmentos, hacer zapping...
La existencia de estos dos modos de conocimiento permite reconciliar dos afirmaciones aparentemente contradictorias pero que en mi opinión son ciertas ambas:
i) "los jóvenes llegan hoy día a la universidad con un nivel muy bajo, mucho más bajo que hace unos años"
ii)"los jóvenes de hoy en día son la generación mejor preparada de la historia"
El bajo nivel a que se refiere la frase primera es el de conocimiento estructurado, mientras que la preparación a que se refiere la segunda es conocimiento desestructurado.
No es difícil pensar en un joven que se maneje en tres idiomas, programe ordenadores con cierta soltura, sepa bastante de dinosaurios, heavy metal y cambio climático (o cualquier otro tema particular que le haya interesado) y que apenes supere los contenidos de matemáticas o lenguaje del bachillerato. Esto no es el prototipo de buen estudiante (ni de malo) en el modelo tradicional. Esto es así porque el modelo tradicional sólo considera el conocimiento y el aprendizaje académicos, estructurados.
El conocimiento estructurado es más fácil de valorar, tanto por el propio sujeto como por otros, y es mucho más homogéneo entre individuos.
En principio ninguna de las dos formas de conocer que estamos planteando es mejor que la otra, y de hecho la mayoría de las personas exitosas mezclan ambos modelos. Dependiendo de la información disponible, del tipo de contenidos a aprender, de si estos suponen destrezas o un conocimiento más abstracto, será mejor esforzarse por estructurar o no.
Todo esto plantea una serie de retos importantes. La Universidad no puede permanecer ajena. ¿Cómo valoramos el conocimiento desestructurado? ¿Cómo construimos a partir de nievles de partida tan diferentes entre individuos? ¿Qué tipo de conocimiento es el que se debe fomentar en las¡ Universidad?
La respuesta sencilla, la que se asume por defecto si no se ha reflexionado más incluye: lamentarse por el nivel de entrada, insistir en una enseñanza fuertemente estructurada y valorar exclusivamente el conocimiento adquirido estructurado. Que sea sencilla no quiere decir que sea incorrecta. Probablemente los profesores tendremos que evolucionar para encontrar respuestas más complejas y mejor adaptadas a la realidad actual.
Sin embargo, también me parece claro que reconocer valor al conocimiento desestructurado no se lo quita al estructurado: al contrario. Como más provechoso resulta el acceso a múltiples fragmentos de información dispersa es bien provisto de una estructura mental robusta y un criterio propio sólido. De hecho, en mis asignaturas el ojetivo fundamental que persigo es exactamente ese, que los estudiantes adquieran el esqueleto, el índice del tema (los detalles que falten se encuentran en la red en un instante).
En el marco de esta reflexión, que aunque he intentado sintetizar al máximo lleava ya más de 700 palabras, ¿Que herramientas colaboran en el objetivo?
No era cierto (acabo de encontrar 13 variedades de almendra), pero eso es lo de menos aquí. El ejemplo me llevó a empezar a pensar en distintas formas de conocer, de saber.
De un conocimiento sólido, "como debe ser", uno esperaría que fuese constructivo (cada nuevo concepto asentado sobre los anteriores previamente adquiridos), explícito (fruto de un estudio y reflexión consciente) y fundamentado (uno sabe dónde ha aprendido lo que sabe: en que libro, en que artículo o en que clase). El conocimiento que cumple estas condiciones es un conocimiento estructurado. Por supuesto es un modelo ideal, en la práctica hay variantes, pero fundamentalmente en este modelo encontramos a los eruditos, estudiosos e intelectuales tradicionales.
En el extremo contrario, también como modelo ideal, está el conocimiento desestructurado, en el que los conceptos se van incorporando sin un orden concreto, de una forma aleatoria, procedente de múltiples fuentes y sin que la procedencia de cada idea tanga porqué registrarse junto con la misma.
El conocimiento estructurado seguramente es el único posible cuando la información disponible para aprender es escasa. Un fraile del siglo XIV, probablemente leería cuanto tuviese a su alcance de principio a fin. En cambio cuando la información accesible diariamente es más de la que se puede asimilar en toda la vida la cosa cambia. Es inevitable hojear, leer fragmentos, hacer zapping...
La existencia de estos dos modos de conocimiento permite reconciliar dos afirmaciones aparentemente contradictorias pero que en mi opinión son ciertas ambas:
i) "los jóvenes llegan hoy día a la universidad con un nivel muy bajo, mucho más bajo que hace unos años"
ii)"los jóvenes de hoy en día son la generación mejor preparada de la historia"
El bajo nivel a que se refiere la frase primera es el de conocimiento estructurado, mientras que la preparación a que se refiere la segunda es conocimiento desestructurado.
No es difícil pensar en un joven que se maneje en tres idiomas, programe ordenadores con cierta soltura, sepa bastante de dinosaurios, heavy metal y cambio climático (o cualquier otro tema particular que le haya interesado) y que apenes supere los contenidos de matemáticas o lenguaje del bachillerato. Esto no es el prototipo de buen estudiante (ni de malo) en el modelo tradicional. Esto es así porque el modelo tradicional sólo considera el conocimiento y el aprendizaje académicos, estructurados.
El conocimiento estructurado es más fácil de valorar, tanto por el propio sujeto como por otros, y es mucho más homogéneo entre individuos.
En principio ninguna de las dos formas de conocer que estamos planteando es mejor que la otra, y de hecho la mayoría de las personas exitosas mezclan ambos modelos. Dependiendo de la información disponible, del tipo de contenidos a aprender, de si estos suponen destrezas o un conocimiento más abstracto, será mejor esforzarse por estructurar o no.
Todo esto plantea una serie de retos importantes. La Universidad no puede permanecer ajena. ¿Cómo valoramos el conocimiento desestructurado? ¿Cómo construimos a partir de nievles de partida tan diferentes entre individuos? ¿Qué tipo de conocimiento es el que se debe fomentar en las¡ Universidad?
La respuesta sencilla, la que se asume por defecto si no se ha reflexionado más incluye: lamentarse por el nivel de entrada, insistir en una enseñanza fuertemente estructurada y valorar exclusivamente el conocimiento adquirido estructurado. Que sea sencilla no quiere decir que sea incorrecta. Probablemente los profesores tendremos que evolucionar para encontrar respuestas más complejas y mejor adaptadas a la realidad actual.
Sin embargo, también me parece claro que reconocer valor al conocimiento desestructurado no se lo quita al estructurado: al contrario. Como más provechoso resulta el acceso a múltiples fragmentos de información dispersa es bien provisto de una estructura mental robusta y un criterio propio sólido. De hecho, en mis asignaturas el ojetivo fundamental que persigo es exactamente ese, que los estudiantes adquieran el esqueleto, el índice del tema (los detalles que falten se encuentran en la red en un instante).
En el marco de esta reflexión, que aunque he intentado sintetizar al máximo lleava ya más de 700 palabras, ¿Que herramientas colaboran en el objetivo?
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