domingo, 12 de diciembre de 2010

Elogio del discurso, Bolonia y ciencia en el bar

Decía Jose Antonio Marina esta mañana en la radio (RNE1) que la tertulia que estaban teniendo, y que escuchaba mucha gente, si estuviera escrita no tendría ni la centésima parte de lectores. Es verdad que imbuidos del valor del texto y de la importancia de la lectura nos olvidamos del poder mágico de la palabra escuchada. Los cuentacuentos son espectáculos a los que los niños acuden encantados; a todos nos gusta escuchar historias... y en menor medida contarlas. No es pues extraño que la capacidad de contar historias, de hablar bien, sea un factor clave en el éxito profesional. Según decía el Rector de la Universidad de Salamanca en un artículo (que merece la pena releerse completo), hablar bien es el principal factor de éxito en una carrera profesional.

Tan importante ha sido el discurso oral que la enseñanza universitaria ha quedado reducida de forma prácticamente excusivamente a eso, a dar discursos. Como dijo Paracelso, todo es veneno dependiendo de la dosis, con lo que se ha llegado a un hartazgo y una ineficacia en la enseñanza universitaria verdaderamente llamativos. Al replantearse el asunto e intentar mejorarlo, se identifica el discurso (denominado en este contexto "clase magistral") como un vicio atávico nefasto del que hay que huir. En mi opinión lo que hay que hacer es devolverlo a su justo término, a clases auténticamente magistrales, a las que apetezca ir igual que a los niños les apetece ir al cuentacuentos. De lo que hay que huir es del recitadero de contenidos al que hay que asisitir poco menos que obligado para saber qué estudiar porque "entrará en el examen".

Esa diferencia entre leer una historia y escucharla a la que se refería Marina me parece muy pertinente para la divulgación científica. Hay multitud de libros estupendos, revistas como Investigación y Ciencia que son una maravilla mensual, pero ¿quén se lee eso? Yo pagaría porque alguien me contase en una tertulia, con una cervecita, lo que le ha llamado la atención del último número de la revista. ¡Adelante pués! organicemos encuentros en bares en los que el tema sea la ciencia; en sus versiones divulgativa, de repercusión social, de pensamiento crítico y escepticismo o de lo que salga, pero vamos a reinventar el cuentacuentos en el ámbito científico.

Es más fácil pensar cosas que hacerlas, aún así la idea de hablar de ciencia en el bar se plasma en una primera convocatoria en Pamplona: en El Subsuelo, el próximo jueves 16 de diciembre con el título genérico de 100cia+birras, y esta primera sesión titulada "¿Hay alguien ahí?". Seguiremos informando...

Imagen tomada de aqui

1 comentario:

Joaquín Sevilla dijo...

Ya he corregido la legión de erratas qe tenía, lo siento.