"El que mide sabe, el que no opina", una frase que decía mucho el gran Javier Fernandez Panadero presentando su penúltimo libro. Hoy me he acordado de esa frase al ver "El error de intentar medirlo todo", artículo de Daniel Innerarity en El País. Los dos tienen razón, y eso es posible porque se refieren a distintas medidas.
Medir es asignar un valor numérico a una magnitud comparándola con una unidad. Tenemos una longitud desconocida y vemos cuantas veces caba un centímetro en ella para obtener la longitud en centímetros. Eso es muy claro para magnitudes como la longitud, pero no es fácil para magnitudes como la alegría, la felicidad o el dolor. Alas primeras se les llama "magnitudes físicas" y sobre ellas hay construida un montón de ciencia y tecnología. Sistemas de unidades, unidades fundamentales y derivadas, patrones internacionales, etc. etc. Pero, ¿ya las segundas? Las magnitudes sin apellido, o "no físicas", que resultan ser las más importantes para los seres humanos en casi todas las ocasiones... no se pueden medir. No se pueden medir formalmente por definición. Si pudieran pasarían a ser "físicas".
El avance de las ciencias sociales ha requerido cuantificar muchas magnitudes no físicas, y por analogía a ese proceso también se le llama "medir", pero no debemos olvidar que en este contexto el proceso es totalmente distinto al anterior. El paso clave es el de sustituir la magnitud que interesa por una aproximación que sí se pueda cuantificar. El resultado del proceso será tanto más satisfactorio cuanto más próxima sea esa analogía. Por poner un ejemplo cercano, se suele sustituir la magnitud no física "calidad de un investigador" por el proxi "índice h" (elaboración compacta que da idea de la cantidad de publicaciones del investigador y la cantidad de citas recibidas por esas publicaciones).
"El que mide sabe y el que no opina" es una frase perfecta para describir el mundo de las magnitudes físicas. "El error de intentar medirlo todo" se refiere a lo problemático de cuantificar magnitudes no físicas. Esa problemática se puede resumir en dos ideas: (i) los proxis muchas veces son muy burdos para recoger lo que de verdad interesa de la magnitud a determinar y (ii) una vez establecidos los proxis los agentes sociales modifican su comportamiento para satisfacer el proxi y no la magnitud original, algo llamado Ley de Campbell, y que es terrible. En el ejemplo anterior supone la tendencia de los investigadores a publicar y ser citados, independientemente de que hagan buena ciencia (relevante y honesta) o no. Pero hay ejemplos peores, lo mejor es leer a Innerarity, en El Pais o en su blog.
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