El frente de batalla ha cruzado casi todo el país. Ahora está sobre la costa este, solo falta Florida por barrer. Afortunadamente ya está muy debilitado, y probablemente no muera más gente, aunque los fallecidos pasan ya de 35, no es una broma.
Aire frío llegando del noreste se encontraba con aire caliente y húmedo que se había instalado allí desde el golfo de México. En la zona de encuentro se producían violentos combates violentas tormentas que de vez en cuando se revolvían convirtiéndose en tornados, devastadores. He oído esta mañana en la radio que han encontrado a una niña pequeña a 10 millas de su casa (viva pero muy grave), se la había llevado el viento literalmente.
Anoche la programación de las principales cadenas de televisión estaba alterada, en todas un "hombre del tiempo" sobre un mapa con la señal de radar en directo iba desgranando la situación. De vez en cuando parecía clara la formación de un tornado, por ejemplo porque en medio de una zona de lluvia intensa aparecía un área pequaña sin lluvia, ahí es dónde toca suelo el tornado. Estimando la velocidad y trayectoria aparecían unas tablas con una serie de barrios (en ocasiones las calles de una en una) y el tiempo que tenían para buscar refugio. Así vimos pasar una fuerte tormenta con dos formaciones a punto de convertirse en tornados (aunque al final no llegaron a formarse del todo, o al menos a tocar tierra) a pocas millas al norte de casa. También vimos llegar los tres frentes de tormenta que si nos pasaron por encima: mucha agua, rayos y truenos, pero sin vientos peligrosos.
Hay unas cuantas cosas del suceso que me han llamado la atención como para comentarlas.
La primera los extraordinarios programas "del tiempo" en la televisión: los medios técnicos (radar en directo, programas de simulación, animaciones de predicción de evolución, etc.), el ajustado papel de los meteorólogos, sin alarmar ni trivializar, y el esfuerzo de producción de varias horas ininterrumpidas de emisión en directo contando lo que va pasando. También son interesantes las páginas web dedicadas. Las predicciones aciertan milimétricamente en el rango de los minutos, hasta una hora más o menos. Además es que ves llegar la tormenta en la imagen de radar, casi da la sensación de que es una trivialidad predecir porque salta a la vista lo que viene (en realidad no es tan evidente).
También me ha llamado la atención que nadie haya culpado a otros del asunto. Ni es culpa del gobierno por no preverlo, ni de la oposición por cerrar no se que oficina durante su mandato, ni del gobernador de un estado ni nada parecido. Todo lo contrario de lo que ocurre en España cuando nieva un poco. Por otra parte no hay nada que hacer, no se puede luchar contra ese enemigo. Aunque a alguien le den ganas de mandar a la guardia nacional o la fuerza aérea a luchar contra los tornados las cosas no funcionan así. Sólo cabe protegerse, buscar refugio, alejarse de las ventanas, ir a los pisos bajos, ponerse un casco si lo tienes.
No es raro que hagan películas de catástrofes. En el fondo esperar a un meteorito que ves en una pantalla es algo muy parecido a lo que viven de verdad de vez en cuando, es una extrapolación muy natural.
Supongo que este tipo de catástrofes como huracanes y tornados han ayudado a conformar esa idiosincrasia nacional tan típica del individuo hecho a si mismo, que se ha de defender de su entorno, y que es capaz de rehacer su casa aunque de tanto en tanto se la lleve el viento.
2 comentarios:
De esto se quejaba una vez Arcadi Espada: "si nieva fuerte en Barcelona, será un caos, pero no por culpa del gobierno, sino porque nieva fuerte una o dos veces por siglo".
Eso tan ibérico de querer estar preparado para todo como si no costara.
Es manía del riesgo cero que aquí no tienen con los temas climáticos, la tienen exacerbada con "la seguridad", lo que les justifica las armas, controles excesivos en aeropuertos, ejecuciones extrajudiciales (tipo Bin Laden) y hasta guerras preventivas (como la que están discutiendo estos días si comienzan o no)...
Es curioso lo que cuesta asumir que no siempre puede pasar algo, por más que se invierta en prevenirlo
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