Descubrir música nueva, cuando ya tienes una edad, es engorroso. Hay amigos que te hacen recomendaciones, pero salvo que te conozcan muy bien has de escuchar mucho para llegar a descubrimientos maravillosos. Además uno va cambiando, incluso en escala de semanas, y lo que te apetece escuchar hoy no es lo mismo que hace un mes.
Documentarse y seguir al día de los temas de investigación que desarrollas es una tarea que requiere su tiempo, has de ir periódicamente a las bases de datos, o poner sistemas de alerta que te envíen las novedades que cumplen algunos criterios, pero siempre gastas mucho tiempo en el pajar para dar con una aguja de vez en cuando.
Desde hace unas semanas, meses quizá, los dos procesos descritos han comenzado a fluir de manera natural y sencilla; automáticamente. Spotify para la música y Mendeley para los artículos científicos hacen la tarea. Cada unos de estos sistemas dispone de un algoritmo que, en base al uso que haces de el, te propone novedades. En ambos casos la propuesta es poco invasiva y, lo más alucinante, de una enorme pertinencia. Vamos, que aciertan siempre (o casi) y te lo ofrecen amablemente.Seguramente hay muchos otros servicios que funcionan igual de bien, yo he comentado estos por que los uso (y los disfruto).
En ambos servicios hay una "capa social" en la que puedes enlazar con conocidos y seguir sus novedades, y demás... pero la utilidad real de esa capa social ha sido superada por el automatismo de los algoritmos. La inteligencia artificial en este tipo de tareas no es una promesa, es una realidad diaria y gratuita además.
La constatación de que la inteligencia artificial es una realidad es como asomarse a un precipicio: ¿Cuándo exactamente ha entrado en mi vida? ¿Es algo que controlo realmente? ¿Qué caminos va a seguir en el futuro? ¿Va a terminar dictando los caminos de mi investigación (y mis gustos musicales)? ¿En qué otros ámbitos de mi vida ha entrado ya con esa suavidad que hace que no te des cuenta?
La cuestión requiere acciones a corto plazo tanto regulatorias de la propia inteligencia artificial como de sus repercusiones sociales. Sobre lo primero merece la pena escuchar los 10 minutos de charla de Helena Matute en Naukas 16. Sobre lo segundo recomiendo una charla (algo más larga) que nos dio en Ciencia en el Bar Humberto Bustince y que quedó grabada gracias al Periscope de Javier Armentia.
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