Tal como decíamos hace unos días, la misión de la universidad, en el modelo adoptado en España y según recoge la legislación, es la creación y transmisión de la ciencia (en un sentido amplio). Los profesores de universidad deben dedicarse al desarrollo de esas funciones, básicamente a la docencia y la investigación. Pero ¿en qué tareas se desglosan esos dos grandes objetivos?
Docencia se puede impartir en grados o en másteres, pueden ser cursos de doctorado o clases en títulos propio. Puede tratarse de clases teóricas o prácticas, seminarios, resolución de problemas, estudios de caso o visitas de campo. Es docencia diseñar pruebas de evaluación y corregir exámenes, trabajos y guiones de prácticas. Es también docencia participar en el diseño y evaluación de titulaciones, redacción de memorias para verificación, guías docentes de asignaturas e informes de seguimiento. Es también docencia dirigir trabajos fin de grado y fin de máster, así como actuar en tribunales de defensa de dichos trabajos. Lo mismo para tesis doctorales (en este caso en la frontera con la investigación). No hay que olvidar los programas de intrnacionalización, establecimiento de contactos con universidades extranjeras, redacción de acuerdos Sócrates- Erasmus (o de otros programas equivalentes), la selección de estudiantes, tutoriación y redacción de acuerdos de estudios y reconocimientos académicos. Tareas de captación de estudiantes, conferencias en institutos de secundaria, jornadas de puertas abiertas, artículos para la prensa local...
La investigación requiere fondos, lo que exige redactar proyectos de investigación para convocatorias regionales, nacionales y europeas. Hay que contactar con otros investigadores para formar coaliciones con las que sea más probable redactar proyectos ganadores. Hay que gastar el dinero de los proyectos concedidos, seleccionar personal para contratos de investigación, solicitar ofertas de equipamiento, realizar los trámites administrativos para que esos gastos se ejecuten con plena legalidad. Es necesario justificar los proyectos, redactar memorias justificativas y listados de gastos. Además del marco económico hay que desarrollar la investigación propiamente dicha, buscar documentación científica, leerla, plantear experimentos, cálculos y simulaciones, resolverlos, discutir resultados, redactar originales para su publicación (en congresos, revistas revisadas por pares u otros foros). Es conveniente transferir resultados de investigación a empresas del entorno (o más lejanas), así como realizar investigaciones por encargo de esas empresas. Para ello hay que realizar contactos, escribir propuestas, redactar contratos (artículo 83 de la LRU), redactar patentes, tratar con agentes de patentes, esforzarse en comercializar las patentes hechas. En ocasiones hay que crear nuevas empresas con las que explotar los resultados de investigación que se han obtenido (spin offs), para lo que hay que desarrollar una cantidad de tareas que me voy a ahorrar por no hacer excesivo este texto.
Además de la docencia y la investigación más puras, esbozados en los párrafos anteriores, hay que participar en el autogobierno de la institución. Rector, vicerrectores, secretario general, directores y subdirectores de centro, de departamento, responsables de titulación, de movilidad, de calidad. Todos esos puestos y algunos más son ejercidos por profesores. Y si uno no ostenta uno de esos cargos unipersonales, seguro que pertenece a órganos de gobierno colegiados, cuando menos al Consejo de Departamento y del área de conocimiento, y es posible que también de la Junta de Centro, Consejo de Gobierno, Claustro Universitario o cualquiera de las muchas comisiones que hay (de investigación, de doctorado, el consejo editorial, de reclamaciones, de seguimiento del plan estratégico,...).
Lista de tareas que da Carles Ramió en su "Manual para atribulados profesores universitarios". Otra versión del Smorgasbord académico al que se enfrentan los profesores |
Entre las misiones de la universidad también está la transmisión de la ciencia y la cultura a la sociedad en general, no solamente a los estudiantes matriculados. Se le suele llamar "extensión universitaria" a este tipo de actividades y se suelen materializar en museos, exposiciones, cursos y jornadas abiertos al público en general, ciclos de conferencias, organización de conciertos y casi cualquier actividad imaginable. En la organización y desarrollo de todas estas actividades de extensión universitaria, lógicamente, también participan profesores, son actividades que forman parte de su trabajo.
En resumen, hay varias decenas de actividades a las que puede dedicarse un profesor. Planificar la actividad es como enfrentarse a un magnífico Smorgasbord con multitud de platos ¿Qué comes? Pues es difícil. Si picoteas demasiado no profundizas en nada y la eficiencia global no es buena. Si te centras en unas pocas cosas pierdes variedad “alimentaria” que resulta muy enriquecedora. Eso sí, la docencia es como el pan, en mayor o menor medida ha de acompañarlo todo. También es verdad que a lo largo de la vida profesional la mejor dieta va cambiando, en las primeras etapas ha de estar más cargada de investigación y en las últimas de extensión universitaria.
En esta enorme diversidad de actividades y más aún de combinaciones posibles está la explicación de algunas de las miserias que aquejan la vida académica: personas con perfiles dietéticos muy distintos se desprecian unos a otros pensando que lo suyo es inadecuado, perfiles muy similares compiten excesivamente por las mejores piezas, escondido entre las viandas hay quien se escapa sin apenas probar bocado (pocos pero que dan una terrible imagen a la profesión). El Smorgasbord académico lleva, de forma muy general, a la obesidad ocupacional, a estar trabajando todo el tiempo imaginable. Y es que cuesta mucho gestionar con inteligencia una situación laboral tan abierta.
(Continuaremos con esta serie sobre el profesorado universitario que comenzó con: ¿Qué, empezando las clases? y ¿Los profesores que investigan son mejores docentes?
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