Una conversación de tuiter de hace unas semanas planteaba de forma muy nítida dos puntos de vista distintos a la hora de enfrentarse al trabajo, en este caso al de profesor universitario.
Por un lado un buen profesor lo debe ser el 100% del tiempo. Así comenzaba la cosa, con una cita de un artículo de @profedeciencia en "Enseñanza, historia, filosofía y divulgación de la química". Pero por otro lado el profesor es un empleado al que le pagan por unas determinadas prestaciones laborales, y cumplirlas el 100% del tiempo le convierte literalmente en un esclavo, como señalaba @eulez en su tuit. ¿Que es lo que somos realmente, intelectuales o trabajadores del conocimiento? Depende de lo que entendamos por esos términos, claro.
Eso de "intelectual"(1) lo vemos como una característica esencial de la persona, una actitud vital. Alguien que es un intelectual lo es trabajando de campesino, de periodista o en el paro. Claro que probablemente podrá desarrollar mejor su intelectualidad en unos empleos que en otros, pero no deja de ser algo suyo, no del empleo. Como es bien sabido, Einstein hizo algunas de sus mejores contribuciones a la ciencia cuando era empleado de una oficina de patentes, lo hizo como desarrollo de sus intereses intelectuales, no de su empleo. Es en ese sentido en el que hace mención al 100% del tiempo. La idea que expresaba el texto respecto del buen profesor de química, extensible a cualquier disciplina, es que es un intelectual. Los buenos profesores son intelectuales. Expertos en la propia disciplina y profundamente interesados en ella, le encuentran relación con lo cotidiano, la actualidad, las noticias con otras disciplinas, etc. Del mismo modo aprovechan cualquier oportunidad para compartir su conocimiento y puntos de vista sobre sus temas, desde las aulas formales a las cenas con la familia.
Quizá contemplando la Universidad como una reserva de la intelectualidad es como mejor se entienden muchas de sus características más extrañas, especialmente en lo que a las relaciones laborales de los cuerpos docentes universitarios respecta. Por ejemplo la libertad de horarios: ¿alguien va a dejar el experimento a medias porque toca la sirena de la fábrica? Más claro parece aún para la producción artística de profesores de Bellas Artes. Incluso la deslocalización física, ¿no es lugar de trabajo para un historiador el archivo y para un geólogo el campo? La rareza en las relaciones laborales es bidireccional: lo de adelantar dinero personal para asistir a congresos, comprar libros o suministros de laboratorio es muy común en este entorno, mientras que en empresas ordinarias (no "de intelectuales") son comportamientos difícilmente imaginables.
Sin duda que esta situación plantea un equilibrio muy delicado que puede caer de un lado u otro con extrema facilidad. De un lado, profesores cargados con excesivas tareas de gestión y demasiados estudiantes, que se vean dedicando más tiempo del adecuado a su empleo, y no precisamente en los aspectos en que su vocación de intelectual se desarrolla más. Esos serían los esclavos del tuit de @eulez. Por otro lado hay colegas que, ante la falta de controles de actividad ni en el espacio ni en el tiempo, aprovechan para escurrirse y no hacer nada nunca en ningún lugar. Individuos que, aunque probablemente muy pocos, contagian su pésima imagen al colectivo entero. El mantenimiento de ese equilibrio apela a la integridad moral de cada uno, por supuesto, pero también se basa en la presión del entorno (usos y costumbres de los departamentos y facultades) y del adecuado ejercicio de control por parte de la "dirección de personal", ejercida a través de servicios de inspección, por ejemplo.
En resumen, no tiene porque haber contradicción entre la dedicación intensiva de un profesor (el 100% del tiempo) , y un régimen laboral razonable, no esclavista, pero desde luego exige equilibrios por ambas partes.
---------------------
(1) Me ha costado tanto poner "intelectual" en un contexto en que se me aplica a mi mismo que lo he tenido que dejar entre comillas. Por cierto, la tercera acepción del DRAE de la palabra es: "Dedicado preferentemente al cultivo de las ciencias y las letras", algo que no es tan difícil de cumplir. La Wikipedia se estira un poco más: "es el que se dedica al estudio y la reflexión crítica sobre la realidad, y comunica sus ideas con la pretensión de influir en ella, alcanzando cierto estatus de autoridad ante la opinión pública." Seguramente era lo de atribuirme ese "cierto estatus de autoridad" lo que me rechinaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario