De adolescente cogía el "libro del Forges" que tenían mis padres en la estantería y encontraba viñetas con sabor antiguo. El campo de aquellos blasillos, los subsecretarios con traje de rayas agarrados al sillón "de sus entretelas" y demás fauna no eran lo que uno veía por la calle. Mis amigos del pueblo de mi padre (potenciales Blasillos) llevaban melena y vestían a la última, no el pelo rapado y fajín.
El personal estaba muy contento de haber recuperado una libertad de expresión inménsamente cercenada hasta hacía muy poco. Había canciones muy celebradas porque habían eludido la censura de forma alegórica: "pasando de Pili, pasando de Mili" de la Mandrágora o la Estaca, que fue un auténtico himno. Y a mi me parecía todo eso algo rancio, pasado, tan histórico como los tercios de Flandes. A nadie se le ocurriría entonces impedir que otros dijeran, escribieran, pintaran... Jamás pensé que los chistes de Tip y Coll sobre el asesinato de Carrero Blanco, el "Ayatola no me toques la pirola" o el personaje de Dios en el Jueves fueran algo distinto de la más absoluta normalidad.
Ahora descubro que aquella libertad de expresión no era "lo normal", recuperado tras un período puntual de pérdida violenta. Más bien es lo contrario, un pequeño oasis temporal en la ominiosa historia de la opresión intelectual. Aunque tengo tendencia al optimismo, a fijarme en que la humanidad vive hoy como nunca en su historia, estoy muy triste por mi trozo de humanidad cercano y por su libertad de expresión que, sin ninguna duda, vivió tiempos mejores.
Y encima va Forges y se muere :__(
Las 3 noticias dela semana, junto con la muerte del Forges, que me llevan a este desasosiego. Qué no son las únicas, solo tres gotas para colmar el vaso. Se pueden encontrar en muchísimos sitios, pero esos titulares están copiados de : 1, 2, 3.
No hay comentarios:
Publicar un comentario