Con motivo del 30 aniversario de la UPNA, entre otros muchos actos, se celebró un ciclo de "Diálogos" (que ya comentamos en el blog). Cinco temas importantes en la sociedad actual que dieron para una interesante conversación entre expertos en las respectivas materias: la sociedad en tiempos de posverdad, la salud en el siglo XXI, gastronomía y ciencia, robots y empleo en la industria 4.0, y energía y sostenibilidad.
Cuando se ve así el listado de temas se puede pensar, bah! Ya están ahí una panda de académicos engolados hablando en su jerga y prediciendo cosas que ocurrirán o no. Nada más lejos de la realidad, en todos los casos escuchamos cosas que, a pesar de que son ya pasado, nos suenan a ciencia ficción. Caravanas de camiones sin conductor que hacen trayectos en largas autopistas estadounidenses, robots que imitan emociones tan empáticas que se le hace muy difícil al usuario desconectarlos, tratamientos personalizados tan prometedores como impagables, procesos nacidos en cocinas vanguardistas que se han transferido a la industria de fabricación de materiales, la enorme caída en el precio de las energías renovables, o de la credibilidad de políticos populistas.
Pero más allá de las magistrales pinceladas de cada tema, el cuadro completo ofrece una imagen global que merece la pena comentar. El conocimiento científico avanza de forma exponencial, la cantidad de conocimientos que hemos generado como sociedad es enorme, tanto que nos sorprendemos cuando se repasa lo que ya se sabe. Y no se trata solo de conocimiento teórico, nos sorprende lo que se está aplicando ya en múltiples rincones de nuestra vida cotidiana. Sin embargo hay una preocupación generalizada por la falta de gobierno efectivo de ese desarrollo. Se reclamó la necesidad de una auténtica política energética más allá de una colección de parches, lo mismo con la política de I+D. Se reclamó una regulación sobre el desarrollo de la inteligencia artificial, sobre la personalidad jurídica y responsabilidad de los robots. Se reclamó una regulación más adecuada para la industria alimentaria y su etiquetado, para la industria farmacéutica…
Los mismos científicos, tecnólogos y gestores que están produciendo el enorme desarrollo de sus disciplinas reclaman regulación, hacen un llamamiento al “debate social” respecto de la dirección en que deben llevarse al día a día esos avances. Y en ausencia de un debate social estructurado y una adecuada toma de decisiones colectiva, estos grandes temas se resuelven en una suerte de ecosistema de intereses particulares en el que distintos lobbies tiran en distintas direcciones. Empresas, mayoristas, asociaciones de consumidores o asociaciones de damnificados (reales o imaginarios) intentan sacar el mejor partido de una situación falta de miradas de medio plazo, planes estratégicos o libros blancos.
Podemos ver esa lucha entre intereses particulares como la razonable organización de la sociedad civil o como el fracaso de la política (de la política con mayúsculas, la gestión de lo público, no la partidista lucha por el poder que se ha adueñado de la palabra). Quizá sea muy iluso pensar en un futuro diseñado basándose en el mejor conocimiento disponible en vez de una mera gestión del porvenir intentando parar cada día el golpe de dónde venga. Aunque pueda ser iluso, ese es el mensaje que yo saqué de escuchar a todos los expertos que participaron en los Diálogos.
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