Cuando se prepara masa de hojaldre (entre otras) hay que estirar y plegar repetidas veces. Así la masa inicial es cada vez más fina y amontonada en sucesivas capas. Eso hace que puntos de la masa originalmente muy lejanos acaben unidos, uno sobre otro.
Este mismo proceso de estirar y plegar aparece mucho en teoría del caos y complejidad. Multitud de atractores extraños tienen esa estructura de masa de hojaldre; también la forma de mezclarse líquidos en las inestabilidades de Raileigh- Bernard (entre otras).
Lo de estirar y plegar no es privativo de la cocina o la física, también ocurre en la sociedad o la política. Con el paso del tiempo las situaciones se estiran, se pliegan y acaban dejando en el mismo lugar puntos que originalmente estaban en extremos opuestos de la "masa". Es la única forma de entender algunas situaciones aparentemente paradójicas. Todo esto viene a propósito de la absurda postura de Greenpeace con los productos transgénicos. La noticia reciente es que más de 100 ganadores del premio Nobel han firmado un manifiesto (ver 1, 2) solicitándole a la organización ecologista que cambie su actitud frente a estos productos, que con ello está haciendo daño a lo que pretende proteger.
Para los que crecimos con Greenpeace como los héroes del planeta todo esto es muy duro. El surgimiento de la cultura ecologista en los años 70 fue crucial para equilibrar (un poco) el desarrollo humano. Si no fuera por Rodriguez de la Fuente quizá no quedarían buitres o lobos en España. Y si no fuera por Greenpeace quizá no quedarían ballenas en los océanos y tendríamos descontrolados cementerios radiactivos submarinos. Desde entonces ha pasado medio siglo, y la masa se ha estirado muchísimo y se ha plegado dejando en el mismo sitio a aquellos héroes y a los villanos que arrasan campos de arroz dorado.
Cuando surgió el ecologismo como movimiento social compartía nombre con la ecología como disciplina científica; y no solo nombre, sino conocimiento y líneas programáticas. De alguna forma se trataba del brazo activista de la disciplina científica. Hoy no es así ni mucho menos. La lógica interna del activismo ha generado una retórica pseudocientífica para sostenerse, y la disciplina científica se ha complejizado y ha perdido influencia social.
Al ecologismo le ha pillado con el pie cambiado el "amasado" de la historia (1), pero sería buenísimo que recuperara su postura fundacional, alineada con el conocimiento científico pero mantenido los valores de preservación del planeta y justicia social.
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(1) Al ecologismo, al pacifismo, al universalismo, la socialdemocracia, al feminismo y, en general, a todas las posiciones "progres" de los 60 y 70. Por alguna razón que desconozco se han adaptado mucho mejor "al hojaldre" las posturas e ideologías más individualistas.
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