miércoles, 6 de agosto de 2025

Anticiencia de derechas (por Naomi Orekes)

Me he encontrado por ahí (en Bluesky, claro) un artículo de Naomi Oreskes que me parece interesantísimo. No tengo dudas de que ese interés deriva de mi sesgo de confirmación: yo ya pensaba algo así. Pero es muy gratificante encontrar esa idea bien trabajada por unos académicos prestigiosos en un artículo con muchos datos que la soportan


El abstract (traducido por ChatGPT y revisado):

Los datos empíricos no respaldan la conclusión de que exista una crisis de confianza pública en la ciencia. Sí respaldan, en cambio, la conclusión de que hay una crisis de confianza en la ciencia por parte de los sectores conservadores: las encuestas muestran que las actitudes de los estadounidenses hacia la ciencia están altamente polarizadas según líneas políticas. En este ensayo, sostenemos que la hostilidad conservadora hacia la ciencia tiene su raíz en la hostilidad conservadora hacia la regulación gubernamental del mercado, que en las últimas décadas ha derivado en una hostilidad hacia el gobierno, sin más. Esta desconfianza fue fomentada por líderes empresariales conservadores durante casi un siglo, pero se consolidó durante la administración Reagan, en gran medida como respuesta a las pruebas científicas sobre crisis medioambientales que requerían una intervención gubernamental. Así, la ciencia —en particular la ciencia medioambiental y de la salud pública— se convirtió en el objetivo de las actitudes conservadoras contrarias a la regulación. Sostenemos que la desconfianza contemporánea hacia la ciencia es, en su mayor parte, un daño colateral, un efecto secundario del esmerado fomento conservador de la desconfianza hacia el gobierno. 

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Desde que se publicó esto la cosa ha ido a peor de forma muy acelerada por la administración Trump. Es interesante ver que no esas posiciones anti ciencia no surgen de la nada, que entroncan en una tradición centenaria. También es interesante comprobar que no es casual, que tiene unas personas beneficiadas por ello: las empresas cuya actividad ahonda en problemas detectados científicamente y sus líderes. 

Ojalá la democracia sea lo suficientemente fuerte como para volver a poner la ciencia al servicio de la población (recuperando las vacunas, etc.) en vez de desacreditarla para poder mantener negocios que dañan la salud como serían los del el tabaco, los combustibles fósiles o, la más obvia, la militar.