domingo, 8 de diciembre de 2019

Don Manuel nos deja

Febrero de 1979, debía hacer frío. En algún pueblo de Cuenca, probablemente Fuente de Pedro Naharro. Un "mitin" político de los recién inventados para convencer a esos señores con gorra de que votaran a la Unión de Centro Democrático.

Ya había sido parlamentario en las cortes constituyentes, una de las cosas que más orgullo le producía era tener estampada su firma en la constitución original... aunque en los últimos años se quejaba de que no estaba tan bien hecha cuando nos estaba trayendo tantos problemas en estos días.

A la política había llegado, en la transición, desde el sindicalismo agrario, el SIAC. Y a ese sindicalismo desde una vocación mesiánica de conseguir que la provincia de Cuenca despegara económicamente y se modernizara. Fruto de aquellos esfuerzos se construyó OLCESA, la fábrica de aceite de girasol con la que aspiraban a que el cultivo dejara más valor añadido en la región. Vivió como una enorme traición que una ampliación de capital le quitara la mayoría a los agricultores sindicados, ya que ese debía ser el sentido de aquella instalación.

El conocimiento de los entresijos socioproductivos conquenses, como para montar sindicatos y fábricas, le venía de su trabajo en el SEAF-PPO, programa de promoción profesional obrera, la herramienta del ministerio de trabajo para la formación profesional de los trabajadores. A esa organización le dedicó (casi) toda su vida profesional. A esa y a su transformación posterior: el INEM, del que llegó a ser director general.

Toda esta carrera profesional, brillante, porqué no decirlo, suponía mucho trabajo, muchos kilómetros por carreteras de Cuenca, así que por casa estaba menos de lo que nos hubiera gustado a los hijos. Un padre un poco ausente en lo físico, pero no en lo emocional, porque cuando estaba se hacía notar. Tenía opiniones sobre todas las cosas y nos las transmitía con elocuencia. Parte de aquellos discursos eran sobre ciencia, fruto de su carrea de química y de lecturas posteriores de divulgación, porque le gustaba mucho la ciencia básica y estaba muy al tanto de los avances que ocurrieron en física en aquellos años. Aún recuerdo su explicación sobre el vacío cuántico y la radiación de Hawking.

Carismático cascarrabias, cariñoso cabezón, se nos murió Don Manuel Sevilla Corella tras un par de años de progresivo deterioro físico causado por un puñado de enfermedades variadas. Aquí nos quedamos, tristes y un poco vacíos porque aunque previsible (además de obviamente inexorable) el momento del punto final tiene ese punto terrible. Adiós papá, te echamos de menos.

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Aunque la nota está escrita varias semanas más tarde, la publico el día de su muerte.

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