(Este artículo se publicó en Naukas hace unos días)
He pasado un par de noches consecutivas en un hospital, acompañando un familiar. No hace falta decirlo, me duele la espalda. Cervicales, lumbares, mal cuerpo en general. La gravedad es más molesta de lo que parece. El campo gravitatorio, al igual que la atmósfera, están presentes a nuestro alrededor desde que nacemos. Están tan continuamente ahí que no les damos importancia. El aire solo lo notamos cuando hace mucho viento y la gravedad… nunca conscientemente, o casi nunca.
En general todos mantenemos la postura sin esfuerzo, o al menos con naturalidad. Podemos estar de pie, sentados, andando. No nos damos cuenta de que mantener la postura requiere un esfuerzo activo de forma continua. No hay manera de mantener de pie un muñeco de forma humana, los soldaditos necesitan peanas, las “barbies” no se sostienen. Las figuras con forma humana no son estables, si conseguimos mantenernos de pie es porque estamos continuamente corrigiendo la postura, haciendo fuerza con los músculos de las piernas para compensar los desequilibrios. Por eso el simple hecho de estar de pie cansa.
Sentado se está un poco mejor, pero también hay que sujetar la cabeza, los brazos… no dejan de ser equilibrios activos. Corregir para mantener la postura requiere menos esfuerzo que para estar de pie, pero alguno apreciable. Esto se observa también en las películas cuando asesinan a alguien. Al morir, los músculos dejan de funcionar y se pierde la postura, si la pobre víctima estaba de pie cae y si estaba sentado se “desparrama” en el asiento.
Cuando dormimos profundamente nuestros músculos se relajan por completo, igual que las víctimas del asesinato de las películas. En esas condiciones es imposible mantener ninguna postura, se desparrama uno completamente. Y eso solo es posible si todas las partes del cuerpo están apoyadas sobre algo blando, no sometidas a fuerzas: una cama. Cada trozo del cuerpo debe estar apoyado en una superficie horizontal, perpendicular a las líneas de fuerza del campo gravitatorio. Esa es la condición geométrica en la que no aparecen fuerzas; si la superficie es inclinada, recordemos aquellos problemas juveniles de planos inclinados, siempre hay una fuerza que no se cancela.
Cuando no se duerme en una cama no se puede dormir con la misma profundidad, siempre quedan fuerzas pendientes y siempre debe haber músculos tensos para compensarlas. Mantener la postura en ese sillón de hospital hace que no se pueda dormir profundamente mucho rato, y el rato que estás lo haces con músculos tensos. Al final, has estado menos horas descansando y has tenido los músculos más tensos de la cuenta. Dicho de otra forma, dolor de espalda, mal cuerpo y sueño.
Ese esfuerzo mantiene los músculos tonificados y los huesos robustos. Aunque no vayas al gimnasio, solo mantener la postura en el campo gravitatorio terrestre ya supone un esfuerzo importante. Esfuerzo que desaparece al subir a la estación espacial internacional y permanecer en microgravedad. Por eso los músculos y los huesos de los astronautas “se reblandecen”. Han de hacer mucho ejercicio durante muchas horas al día para intentar compensar la falta de gravedad y que su sistema musculoesquelético se mantenga tonificado. Todo ese esfuerzo que en la superficie de la tierra se hace simplemente por mantener la postura, por estar.
Para apreciar la gravedad no hace falta caerse de una ventana, ni siquiera desde tu propia altura, tropezando y arañándote las rodillas, basta con intentar dormir en un hospital.
De estas cosas hablábamos en el último vídeo de ciencia en el bar…
1 comentario:
Buen comienzo para la Asignatura.
Todos los médicos de Ergonomía y Prevención de riesgos en el trabajo inciden en la necesidad de la siesta, en horizontal, a mitad de nuestra jornada laboral, para prevenir lumbagos, cervicoalgias, y otras patologias osteomusculares por exceso de cansancio.
Gracias por incidir en ello
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