sábado, 28 de febrero de 2015

El cerebro te engaña. Con el color de un vestido esta vez.

Estos días se ha vuelto viral la curiosa historia de un vestido que diferentes personas ven de colores muy diferentes: dorado y blanco unos frente a negro y azul otros. El vestido en realidad no es tan confuso y otras fotos del mismo no presentan esa ambigüedad, pero la foto de Tumblr concreta que disparó la discusión si lo es. La foto ha puesto de manifiesto un "problema" de percepción de forma casual, del mismo modo que hace un par de años hubo un escándalo equivalente con el cambio de forma de una chocolatina que hacía que los consumidores la percibieran más dulce (ver 1, 2). Estos enredos de la percepción que surgen de forma casual son más difíciles de analizar que las ilusiones perceptivas que se diseñan a propósito para ilustrar un efecto concreto. Vamos a ver unas cuantas ilusiones ópticas clásicas que, en mi opinión, se mezclan en la foto del vestido para dar lugar a la ambigüedad en la percepción del color.


En primer lugar el efecto de los degradados. Percibimos sobre todo diferencias, contrastes. Así, una barra de color sólido encima de un fondo degradado la vamos a percibir como degradada en sentido contrario. En la figura de arriba, la barra de en medio es toda ella del mismo color (se puede comprobar tapando con los dedos el fondo). La vemos más clara a la izquierda por que el fondo es más oscuro. En el vestido, la iluminación genera degradados de color como los del fondo de esta figura, por lo que algo de esto puede sumarse al engaño.


De forma parecida, extrapolamos diferencias a piezas completas. En la figura de arriba vemos que en la zona central (a la izquierda) la pieza superior es más oscura que la inferior por efecto de los brillos del borde. Nuestro cerebro extrapola que la diferencia de tonos se mantiene en toda la pieza, cuando en realidad no es así. Podemos comprobarlo en la figura de la derecha en la que al eliminar la parte de los degradados se ve que ambas piezas son exactamente del mismo tono de gris.

La importancia del entorno a la hora de percibir un color lo vemos aún más exagerado en esta imagen (tomada de aquí, donde se explica el efecto). El ojo de la izquierda que tan claramente vemos azul es en realidad tan gris como el otro. La ilusión de azul nos la crea el entorno, igual que ocurría con los tonos del mismo color en la primera figura que hemos visto, solo que más exageradamente; aquí ya no es una cuestión de claroscuro, es de denominación del color, de gris a azul. En esta figura el tono rojo que rodea la pupila cuyo color está en disputa es muy grande frente a ella. El rojo es el "engañador" y la pupila es lo engañado. En el caso del vestido hay franjas intercaladas que de alguna forma son a la vez engañador para las otras y engañadas por ellas.


Al igual que nos pasaba con la segunda imagen, la suposición de que el tablero de ajedrez tiene los escaques claros todos del mismo color, y diferentes de los oscuros, nos lleva a que parezca imposible que los dos de la animación sean realmente iguales. Esta es una versión animada de la ilusión del tablero de Adelson, un auténtico clásico del que hay montones de variantes. La sombra del cilindro nos engaña, suponemos que el centro está menos iluminado por esa sombra y restamos automáticamente esa falta de luz para que la percepción coincida con lo que sabemos que es real (que todos los escaques son de los colores que han de ser) y no con lo que realmente estamos viendo.

Con todo lo que ya hemos visto nos podemos acercar a un modelo simplificado del vestido, como el que copio aquí (desde el NY Times). Los mismos colores degradados, si los suponemos a plena luz los vemos blanco y dorado, y en la zona de sombra azul y negro. El color que a la izquierda es blanco a la derecha es azul, y el dorado se hace negro. El vestido de la foto tiene en realidad unos colores relativamente neutros, como por en medio de la gama de arriba. Las suposiciones que inconscientemente hagamos cobre las condiciones en que está siendo iluminado nos llevan hacia un lado o hacia el otro.

Tras todo lo anterior ya podemos ver la famosa foto del vestido, y junto a ella los colores de algunos puntos del mismo (imagen tomada de Wired). La estructura de franjas, los degradados de cada franja y la ambigüedad en la iluminación se combinan de una forma especial para generar unos tonos neutros; los que nuestro cerebro interpreta... para llegar a dos soluciones posibles. Unos ven una, otros la otra, otros pueden ver ambas dependiendo del momento, el ángulo de la pantalla o vaya usted a saber que (1).

Normalmente pensamos que lo que percibimos es un reflejo fiel de un mundo exterior con bordes y límites claros. Entonces algo cosa tan banal como el color de un vestido te deja claro que ni la realidad está tan definida ni su percepción es fiel. Y resulta muy inquietante por que la revelación no te pilla en clase de filosofía.

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(1) Sobre las razones que llevan a las personas a desambiguar en un sentido u otro trabajan actualmente psicólogos y neurocientíficos. Es muy interesante la idea de que "Tu cerebro ajusta la percepción de color en función del momento del día. Aplicas un baremo de descuento de luz por defecto y hay gente que aplica más el filtro de mañana y otros el de transición tarde-noche" que comenta Luis Martínez Otero, investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante en este artículo de +Antonio Martínez Ron en Next


Algunos enlaces con fotos, análisis animaciones y variantes del vestido: Wired, NY TiemesEl Confidencial, Gizmodo, Next

Un artículo científico de junio 2015 sobre el tema, interesate.

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