miércoles, 23 de julio de 2014

Entendiendo la epidemia de TDAH

Conversación figurada entre un progenitor y un docente (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)

- No ha hecho bien el examen.
- Es que no sabía que día era, se cambió varias veces y esas cosas a él le cuestan...
- Claro, pero eso lo tienen que saber hacer, no les vamos a apuntar nosotros en la agenda a los 25 (**)
- Si fuera sordo sí
- Pero es que el sordo tiene un diagnóstico
- Pues tendré que ir a buscar alguien que me de un diagnóstico sobre eso... TDAH

La discapacidad es un grado, todos somos discapacitados de una u otra manera en unos u otros momentos, y sin embargo parece que solo ante etiquetas explícitas (con todo el estigma y demás efectos secundarios que generan) sabemos (*) actuar con ecuanimidad.

(*) Sabemos, o podemos o estamos autorizados... eso ya depende de la persona y la situación

(**) Por completar el experimento mental, pensemos lo que tecnologías tan novedosas como una página web, un blog mismo, podrían hacer con problemas escolares de mantener la agenda al día de tareas y fechas de examen... y quizá por ahorrar algún que otro maldiagnóstico.


Por cierto, mi crítica es hacia el mal diagnóstico del TDAH, que creo que está muy extendido, no hacia la existencia del trastorno ni a los buenos diagnósticos. Sobre este asunto, de manera mucho más seria, escribí hace un tiempo una serie de entradas, ver: 1 (confusión con altas capacidades), 2 (definiciones de discapacidad y salud), 3 (homosexualidad y trastornos mentales), y 4 (conclusiones y referencias)

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