Va hoy al Consejo de Ministro la propuesta de liberalizar la duración de los grados, y que el modelo “grado + máster” pueda tener duraciones de 4+1 o bien 3+2 años a elección de la universidad que lo ofrece. Lo único que es lo que dictaba el espacio europeo de enseñanza superior (aka “plan Bolonia”) es que haya dos ciclos diferenciados y que se puedan completar en 5 años. Cuando se implantó no hubo libertad, se fijó el 4+1 contrario a la tradición de las diplomaturas y licenciaturas (3 y 5 respectivamente) que teníamos tan asentada. Bueno, todos menos los ingenieros, que venían de un sistema de peritos y superiores de 4 y 6 respectivamente y que, como quien no quiere la cosa, arrastró a toda la universidad. Y es que los “másteres con atribuciones profesionales” son de 6 años, así que para ser ingeniero como dios manda hacen falta 6 años, lo único que contradice el espíritu del EEES, no acabar en 5.
Toda la discusión sobre este tema se ha desenfocado por una cuestión que, en principio, no tiene nada que ver. Cuando teníamos licenciaturas de 5 años, los 5 estaban igual de subvencionados, mientras que en el cambio a la estructura grado más máster al segundo se le ha duplicado el precio. Esto supone que, ahora, cambiar de 4+1 a 3+2 incremente el coste económico que ha de asumir el estudiante que quiera llegar al final.
Desde la universidad (i.e. rectores, asociaciones de profesores, de estudiantes, etc.) se está criticando un montón la medida. No deja de ser sorprendente que el sector rechace que le den libertad de hacer lo que considere más conveniente. En realidad conociendo el percal no es nada sorprendente. Falta un modelo de servicio público. Ese modelo se espera que se proporcione desde fuera (el gobierno, la comunidad autónoma, o quien sea) y luego las autoridades académicas se ocuparán de proveerlo lo mejor que puedan; pero centrando su esfuerzo más en la gestión interna de repartos de créditos y plazas entre departamentos y grupos de presión que orientado al servicio. Para poder seguir con ese statu quo, cuanto más monopolístico y homogéneo sea el mandato exterior mejor. Por eso lo peor que se puede hacer es dar un mandato flexible: “que cada titulación, en cada universidad se organice como considere”… un sindiós.
Por aquello de concluir, me parece muy mal que el gobierno introduzca variaciones en las normativas universitarias fraccionarias, extemporáneas y sin enmarcar en un plan estratégico definido. Tras el enorme esfuerzo de implantar el modelo de grado y máster, empezando la primera ronda de verificación de la calidad de las titulaciones, no es de recibo afrontar un nuevo cambio de calado. Vamos, que quede claro que me parece muy mal abrir ahora este melón. Pero eso no quita que me parezca que académicamente es mucho más sensato 3+2 que 4+1, y que todo esto evidencia una ranciedad en los modos de gobierno universitarios (que últimamente se da en llamar “gobernanza”) que hay que abordar más pronto que tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario