sábado, 27 de julio de 2019

San Joaquín y la diversidad

Ayer me felicitaron algunas personas. El 26 de julio se celebra San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María. Mi desafección religiosa hace que no esté muy al tanto de estas cosas, por lo que me sorprendió bastante. Bien mirado es una maravillosa costumbre, cada persona tiene un día al año para celebrar su nombre, el elemento más distintivo de su identidad, la palabra con la que se le llama. "Com et diguen" decía mi abuela, no "cómo te llamas" sino "cómo te llaman", en su cabeza tu nombre es la etiqueta que te dan los otros, no tanto la que te das tú. Ella me felicitaba siempre mi santo, claro que ella era de ir a misa, no tanto mi madre que también me felicitó siempre (también fue parte importante en darme el nombre que tengo, claro).

El nombre objeto de felicitación viene de la tradición cristiana, una tradición milenaria. Hasta la llegada de la democracia los nombres debían pertenecer por ley a esa tradición. Nada más poderoso para evitar identidades disidentes que empezar a llamarse cada uno como le de la gana. Así que toda la población estaba dividida en 365 grupos y cada uno tenía el de celebración de su identidad... cultural. Los dos días de un niño son tu cumpleaños y tu santo, tu individualidad y tu culturalidad.

Hoy hay personas que se llaman con nombres de la tradición cristiana, pero en otros idiomas (Ivan, Giovani, James), de la tradición grecolatina (Venus, Diana), con nombres de naturaleza (Río, Vega, Aritz). Literalmente lo de los nombres hoy día es un sindios. Sin duda eso es bueno, es un reconocimiento de la diversidad cultural. Ya nadie no hay una socialidad nominativa obligatoria (¡bien!). Pero como lo que no es obligatorio es libre, ahora se ha de elegir "libremente" el entorno cultural al que pertencerá el nombre, ese elemento tan fundamental de la identidad.

Y todo esto me viene a la cabeza mientras oigo en la radio una tertulia en la que comentan el libro "la trampa de la diversidad", la crítica de un izquierdoso (¿rancio?) a disolución de la clase obrera en una sopa de diversidades que dificulta la acción política de esa ideología. Me temo que hay hay un problema, casi generacional: a los joaquines y a los danieles nos cuesta entender que esa "diversidad" es el resultado ineludible de la dificultad de la construcción de la propia identidad en tiempos de giovanis y jonathanes.

lunes, 22 de julio de 2019

Formas y sombras

Hace un tiempo asistí a una tertulia sobre arte contemporáneo en la que aprendí mucho. Me quedé dándole vueltas a dos cosas que no aparecen el en discurso sobre el arte, una de ellas es porqué se consume. Se habla mucho de las inetnciones de los artistas y del discurso de las disciplinas, pero apenas (o nada) de qué mueve a alguien a ir a un museo o una exposición. La segunda cosa sería "el microarte". La red social que más crecía cuando tuvimos aquella charla (creo que lo sigue siendo) es Instagram. Bien es verdad que hay varias redes dentro de ese nombre (una cosa son las "storys", otra los mensajes y otra el "timeline") y, como no, mucho tipos de usos, pero uno muy común es el Instagram artístico, o al menos con esa voluntad, en no pocos casos expresamente declarada. Se crea en la red (en un subconjunto de ella, se entiende) una suerte de arte 2.0 en la que los agentes son "prosumidores", a la vez productores y consumidores, y con un tiempo de realimentación extremadamente corto. Tan corto el tiempo, tan banal la obra (o no) que habrá quien considere que esto no tiene nada que ver con "El Arte". Es posible, como siempre dependerá de cómo definamos las cosas y a qué aspectos demos más importancia.

Como experimento, abrí una cuenta en Instagram y decidí publicar fotos, pocas y de cosas que reamente me conmovieran por algo. En muy poco tiempo había un hábito y un estilo reconocible. Ambas cosas me resultaron bastante sorprendentes, pero en realidad no lo son tanto. Hay una serie de temas recurrentes, y de algunos de ellos se pueden ir extrayendo historias. Me he atrevido a hacer eso con un primer subconjunto de esas fotos de Instagram que he hilado en una charla titulada "Formas y Sombras". Seguramente era la más evidente.He dado la charla dos veces. Una primera como minicurso de verano de la UNED, en el Centro Asociado de Tudela el 28 de junio. La segunda en la Universidad de Valladolid, en el Ateneo del IMUVA, el 18 de julio. Las diapositivas están AQUÍ. En ambos casos la acogida ha sido buena, lo que agradezco muchísimo.

martes, 16 de julio de 2019

Cultura y divulgación

Se hace público hoy mi nombramiento como director de área de cultura y divulgación. Tras la elección de nuevo Rector que tuvimos hace un par de meses cambió el equipo rectoral y ahora sale el nombramiento de las direcciones de área de cada vicerrectorado.

En este nuevo equipo hay un Vicerrectorado de Proyección Universitaria, Cultura y Divulgación. Me parece estupendo que la divulgación científica haya llegado al título de un vicerrectorado. Ahora toca estructurar la actividad que se viene haciendo en este sentido y, lo que es más bonito, integrarla en el conjunto completo de actividades culturales de la universidad. Porque la ciencia es cultura (y su divulgación, claro), pero no toda la cultura es ciencia.

Anteriormente ya ejercía labores de coordinación de actividades de divulgación en la UPNA, pero de esto supone un paso más: más gestión, pero más capacidad de decisión (y un pelín más de presupuesto). A cambio reduzco un poco las clases que daré (nunca me ha gustado llamar "carga docente" al cómputo de esa actividad, no es ninguna carga).

El vicerrectorado de lo que antiguamente se llamaba "extensión universitaria" y que de manera más moderna se llama "proyección", además de la cultura y divulgación se ocupa de otras áreas, cuestiones sociales e igualdad (tanto hacia la comunidad universitaria como en su relación con el resto de la sociedad) y deportes. Espero integrarme bien en el equipo formado con la vicerrectora y la otra directora de área.

sábado, 6 de julio de 2019

Cosmovisión orgullosa


Hoy es el día del orgullo (que antes se llamaba "orgullo gay" y ahora ha recortado para no dejar a nadie fuera sin extenderse en la larga lista de letras que denotan la sexualidad líquida). Mi padre refunfuña contra "los maricas" y argumenta que es un cuestión personal, como ser moreno o ser guapo, y que sentir orgullo por eso es una tontería. Es verdad, pero no es toda la verdad. También ocurre que esa "cuestión personal" ha sido ilegal hasta hace cuatro días y sigue siendo objeto de discriminación y hasta violencia. Ahí es donde adquiere una dimensión social que bien se exterioriza en reivindicaciones y desfiles. Seguramente hay más verdades aún, no es fácil agotar una cuestión como esta. Pero cada uno de los dos paramos ahí. Él porque se queda a gusto con un razonamiento que le refuerza sus posiciones y yo con el mío que hace lo propio. Es en este sentido que se suele decir que no somos seres racionales sino racionalizadores, en que partimos de una postura prefijada y razonamos lo que haga falta para justificarla.

Cada uno racionaliza para que el análisis de lo que estamos considerando se ajuste a "sus posiciones", Pero ¿qué son exactamente esas posiciones? La palabra es un poco grandilocuente, pero yo diría que se trata de su cosmovisión, literalmente, su forma de ver el mundo.

Todos tenemos una cosmovisión, más o menos elaborada, coherente o explícita, pero alguna. Todos los seres capaces de moverse han de tomar multitud de decisiones para hacerlo; y para que las decisiones resulten operativas en el mundo en el que se desarrollan, es necesario anticipar lo que va a ocurrir. Esa anticipación se consigue a través de un modelo mental del mundo. Todos sabemos que se si nos escurre algo de la mano caerá al suelo. Bueno, todos los que pasan de los dos años, porque a esa edad las crías de humano pasan muchas horas tirando cosas al suelo (para desesperación de sus progenitores) probablemente para ajustar su modelo mental al mundo con el que interactúa. Empezamos pues con un modelo mental de la física, la mecánica y la resistencia de materiales, pero también de la interacción con otros humanos: es proverbial la gestión del llanto y las rabietas de nuestras crías.

Vamos generando una cosmovisión en la infancia que se va complementando con la información de la etapa escolar, con las vivencias en los grupos de amigos, etc. Todo lo que aprendemos o experimentamos va esculpiendo esa visión del mundo. La manera de integrar cada nueva pieza de información a esa cosmovisión está mediada por como era hasta ese momento, lo habitual será inetrpretarla en términos de lo que ya conocemos, lo que ya nos gusta, "racionalizar" a fin de cuentas. En la medida en que varias piezas nuevas encajen mal en la cosmovisión previa se irán acumulando tensiones y, eventualmente, se producirán cambios de opinión, reajustes del sistema entero. De hecho, cuando se me ha ocurrido esto que escribo, tenía en la cabeza "las revoluciones científicas" de Thomas Kuhn, que propone ese mecanismo para el avance de las ciencias: la ciencia "normal" en la que hay un paradigma bien establecido, los científicos van experimentando e interpretando resultados en el marco del paradigma, y acumulan las discrepancias (sin hacerles demasiado caso), hasta que son demasiadas y fuerzan un síntesis superior en un período "revolucionario". La analogía es clara, lo que en la ciencia es un proceso social que mantiene un paradigma, en lo que venía contando es un proceso individual que mantiene una cosmovisión. Cerrando un ciclo autorreferente, racionalizando sobre cómo se me ha ocurrido una idea, "valido" el mecanismo de racionalización de argumentos... (no sin cierto dolor de cabeza).

Entre aprender como caen las cosas al suelo y tener una opinión política sobre la manifestación del orgullo hay un larguísimo camino de elaboración de la cosmovisión de cada uno. De ese camino se me ocurren algunas pinceladas interesantes: (i) en algunos individuos es puramente inconsciente, mientras que en otros es consciente (al menos parcialmente), voluntario y requiere de esfuerzo; (ii) Aunque nunca sea internamente coherente en todos sus extremos (Gödel sabe que nunca es nunca), la coherencia es una característica a la que damos valor, nos tranquiliza; (iii) En algunos aspectos, como el político, hay cosmovisiones alternativas que se ajustan igual de bien a la realidad, condenándonos al conflicto izquierda/ derecha hasta que haya datos como para superarlo (if any).

Bueno, continuaremos racionaliando sobre estas cuestiones en algún otro momento.


Bonus: Sobre la relación entre la cosmovisión, la conciencia (que no son algo tan distinto) y el origen evolutivo de ambas, este video estupendo: The Origen of Consciousness

-------------
Esa foto tan bonita la he tomado del ABC, que la publicaba en 2017 ilustrando cuando se celebra el orgullo, y en conmemoración de qué, los disturbios de Stonewall de los que este año se cumplen 50.