martes, 31 de marzo de 2020

Convivir con la ignorancia

Estamos acostumbrados a pensar que las cosas se saben. Quizá yo no las sepa, pero alguien seguro que sí. Si nos toca hacer un examen notamos muy bien lo que no sabemos, pero también estamos seguros de que la persona que lo ha redactado y lo corregirá sí lo sabe. Ante una duda, vamos a buscar en el diccionario, en esa persona experta en quien confiamos, en Google quizá, pero damos por hecho que la respuesta existe.

Sin embargo, la realidad es muy diferente. Es mucho más lo que no sabemos que lo que sí. Claro que sobre lo desconocido no hay asignaturas, serían absurdas (y cortas). Lógicamente nos pasamos la vida transitando caminos en el territorio de lo conocido. Por eso cuando una situación como la actual pandemia nos lleva a la frontera de ese territorio nos sentimos tan mal. Nos resistimos a aceptar la ignorancia, preferimos mirar hacia otro lado, inventar lo que no sabemos o lo que sea con tal de no enfrentar el hecho de que eso no se sabe, ni yo ni nadie.

Los científicos son los profesionales de lidiar con lo desconocido. Ese es su trabajo, ingeniárselas para extender el campo del conocimiento un poco más allá comenzando con su tesis doctoral. Hay una figura clásica (figura 1) de Matt Might, que representa muy bien esos terrenos de lo conocido y lo desconocido y sitúa en la frontera la contribución de un doctorado.


Figura 1 (tomada de aquí, original de Matt Might en http://matt.might.net/articles/phd-school-in-pictures/) El círculo del conocimiento humano y como una tesis lo expande lgerísimamente.

Pero incluso esos profesionales acostumbrados a tratar con lo desconocido, solo lo hacen con garantías en su campo de trabajo. En él llevan tiempo trabajando y ya saben donde se encuentran las trampas, que nivel de fiabilidad tienen los datos, que extrapolaciones tienden a resultar inadecuadas y todos los sesgos en los que se cae fácilmente. Cuando juzgan otras disciplinas tienden a caer en esos sesgos que procuran evitar en la suya.

Hay quien tiene especiales dificultades para convivir con la ignorancia y genera todo tipo de teorías para hacerse más llevadera la situación, teorías conspirativas en general: Alguien sabe la verdad y no nos la dice (el gobierno de un país o de otro, alguna multinacional quizá); la solución era obvia y solo una persona sencilla (un payes inculto quizá) ha sido capaz de pensar al margen “del sistema” y darse cuenta; hay múltiples variantes de todo esto.

Otra reacción muy natural es proyectar el conocimiento del momento hacia atrás: “esto ya se sabía, pero no hicieron caso”. Es mucho más satisfactorio psicológicamente tener culpables que asumir la ignorancia. Así surge el comportamiento que tan bien ironizaron en South Park como Capitán "A Posteriori"  y que se está haciendo onmipresente estos días.



Y dicho todo lo anterior, mejor que asumamos todo lo que no sabemos ni sabían los políticos en enero o febrero. No sabemos cuantos infectados hay. Ni siquiera sabemos cuantos muertos está habiendo los días de máximos porque se saturan los sistemas de información. Sabemos que los datos de otros países son incomparables, que tienen criterios estadísticos distintos y que, en general ninguna es de fiabilidad total. No sabemos la mortalidad real del virus. No sabemos la tasa de contagio ni todas las variables de las que depende. No sabemos si las tasas de mortalidad o de contagio son constantes en zonas alejadas del planeta. No sabemos que parte de la evolución de la situación se debe a medidas que se están tomando y cuales a la evolución natural de la pandemia… O al menos yo creo que estas cosas no se saben con suficiente confiabilidad como para sacar conclusiones fuertes.

Como a pesar de todo algo hay que hacer, los responsables de actuar se ven en la alternativa del diablo y algo hacen. Los que no tenemos nada operativo que hacer, además de respirar aliviados, podríamos intentar aprender a convivir mejor con la ignorancia.

martes, 24 de marzo de 2020

El cambio a docencia telemática

Con la reclusión a la que nos hemos visto obligados, ha sido necesario darle una vuelta completa a la metodología docente. La instrucción recibida de las autoridades académicas ha sido la de convertir la docencia en telemática, intentando mantener los horarios de clase inicialmente previstos.

En mi caso, tengo 60 estudiantes de primero de madicina en la asignatura de biofísica. Con clases 2 días por semana, 2 horas de prácticas y 2 de teoría. Concluidas 3 de estas sesiones, hemos encontrado una forma de trabajo que parece bastante satisfactoria, la actividad se ha rutinizado (casi) y parece que todo va en la buena dirección.

El soporte tecnológico es una mezcla del LMS de la UPNA (MiAulario, basado en Sakay) y un blog de Google. El LMS permite dejar los documentos, abrir tareas en las que hacer entregas con fechas fijadas y enviar "avisos" que se convierten en correos electrónicos a cada uno de los estudiantes. El blog me permite crear "secuencias docentes" en las que ir insertando recursos (figuras, audios y vídeos) en el orden en que deben ser seguidos, o al menos en el que yo los hubiera "recitado" en el aula.

Las clases prácticas resultan ser en realidad clases de problemas. Intento que sean preguntas abiertas y no les doy datos, para que parte del ejercicio sea buscar la información. Intento también darles realimentación frecuente, tanto a demanda durante la sesión (en el horario previsto) como corrigiendo rápido lo que entregan.

Para las clases de teoría estoy grabando audios con resúmenes de las clases. Lo que sería una clase de 2 horas lo vengo a dejar en 40 minutos de grabación. En el audio evitas tiempos muertos, no haces chistes, no pides silencio, etc. Hay mucho rato del directo que no se consume en la versión grabada. Eso también es información que se pierde, no hay digresiones, chascarrillo ni contacto emocional. Comencé con audios cortos, pero no sé si eso aporta alguna ventaja docente y sin embargo sí genera más trabajo de gestión. En esta última clase los 40 minutos van en una sola grabación.

En todos los casos las sibo a Ivoox e inserto en el blog el audio. Que Blogger esté pensado en modo multiplataforma hace que desde el movil se vea muy bien. Así, con un adio en Ivoox y un power point subido al Drive, ambos incrustados en el blog, desde el movil es fácil de escuchar e ir pasando las imagenes.

Tengo pensado preparar una encuesta para que me den sus opiniones sobre todo este tinglado, qué cosas les han resultado útiles y cuales no tanto. Ya lo comentaré cuando lo haga, pero de momento no hay que despistarles del seguimiento docente propiamente dicho. De momento, se pueden obtener datos de seguimiento, como el mostrado en la figura, en el que se ve como se realizan 25 conexiones alrededor de la hora de comienzo de la sesión práctica. En las dos horas siguientes ha habido 15 consultas por correo electrónico. Dadas las circunstancias me parece un seguimiento bastante bueno.


sábado, 21 de marzo de 2020

Toma de decisiones y pandemias: conforme agregamos conocimiento, perdemos certeza

Desde hace años le estoy dando vueltas al problema de cómo se toman las dicisiones políticas que tienen una fuerte base de conocimiento científico. Muchas veces se confunden las dos cosas, y parece que deba ser un físico quien decida sobre la instalación de centrales nucleares o un médico sobre fechas de confinamiento.

La idea es que hay que ir acumulando conocimiento de muchas disciplinas (y otras cosas). Y en ese camino se pierde certeza.

Escribí un artículo en THE CONVERSATION



A continuación lo copio:


Hay muchas decisiones sociales y cuestiones políticas que tienen una fuerte base científica. Podemos caer en la tentación de creer que, si el conocimiento científico de base es sólido e incuestionable, la decisión se resolverá de forma obvia. Sin embargo, esto no es así casi nunca.

“Del dicho al hecho hay mucho trecho”, dice el refrán clásico. Lo mismo pasa, en general, entre el conocimiento científico y las decisiones sociopolíticas que han de basarse en él. Comencemos con un ejemplo:

¿Debería construirse una central nuclear en Lemóniz (Vizcaya)?

Esta pregunta es de carácter político. Se trata de una cuestión social a la que cada persona respondería de diferente forma y cuya responsabilidad última recae en quienes tienen delegada la gestión de lo público: los políticos.

¿Puede funcionar una central nuclear en Lemóniz?

Esta segunda pregunta es de carácter técnico y la respuesta es afirmativa, siempre que se den una serie de condiciones como que se construya adecuadamente y en un emplazamiento bien escogido.

Por último, hay preguntas como ¿en qué consiste la fisión del uranio? Su respuesta incorpora el conocimiento científico, que está establecido más allá de toda duda, y que está en la base última del problema.

Si no supiéramos muy bien cómo funciona la fisión nuclear no se podría plantear la construcción de una central. Si no supiéramos construirla no podríamos plantear su instalación en Lemóniz. La decisión última tiene una base científico-técnica importante, pero no solamente hay ciencia en ella.

Podemos imaginar el camino que va desde el conocimiento científico hasta la decisión política como una pirámide. En la base tenemos conocimiento científico “del bueno”, del que genera un consenso prácticamente total: la fisión, las reacciones en cadena, la sección eficaz de captura neutrónica del boro, la corrosión del acero, el fraguado del hormigón. En esa base hay cientos de enunciados de muy diversas disciplinas: física nuclear, termodinámica y transmisión del calor, ingeniería eléctrica, hidráulica, geología y un largo etcétera.


Modelo de agregación del conocimiento, desde la evidencia científica en la base, a la cuestión social en la cúspide. Author provided

En el siguiente escalón de la pirámide tenemos elementos tecnológicos que van sumando conocimientos científicos: bombas que funcionan gracias a la ingeniería eléctrica, a la mecanización de bobinados de cobre y a la química de los lubricantes. Intercambiadores de calor, automatismos, y otros tantos.

A medida que subimos en la pirámide tenemos elementos cada vez más complejos que incorporan más cantidad de conocimientos y de disciplinas más variadas. El conocimiento se agrega de manera que comenzamos con leyes fundamentales y, poco a poco, construimos un producto tecnológico como una central nuclear.

Pero no nos podemos quedar en una idea tan simplista: no solo hay que incorporar conocimiento científico en el proceso, sino muchas más cosas. Criterios económicos, preferencias de diseño y elementos culturales. Hay fluidos que se pueden mover con una bomba grande o con dos pequeñas, más sencillas o más complejas, más caras o más baratas, con las instrucciones en un idioma o en otro.

En este modelo de pirámide de agregación del conocimiento, cuanto más abajo estamos más ciertas son las afirmaciones. Todo es más indudable, pero a la vez más irrelevante. Al habitante del entorno de Lemóniz no le interesa la sección eficaz de captura neutrónica del boro.

A medida que subimos, lo que ganamos en relevancia, lo perdemos en certeza científica. ¿Esa bomba funcionará 30 años sin averías? Pues no lo sabemos, al menos con la misma certeza que la ley de la gravedad. El emplazamiento tiene una sismicidad histórica baja: ¿podemos asegurar que no sufrirá un terremoto magnitud 5 en los próximos 40 años? Tampoco podemos asegurarlo de mismo modo que la distancia al borde de la placa tectónica sobre la que está. Como mucho podemos dar probabilidades de avería y de terremoto (en ambos casos bajísimas, por cierto). Lo que en la base de la pirámide eran certezas, a medida que ascendemos son probabilidades, menos ciertas cuanto más arriba estemos.

El de la central nuclear no deja de ser un ejemplo. El mismo modelo de la pirámide lo podemos aplicar a otras muchas preguntas de relevancia social y política: ¿hay que construir una presa? ¿Hay que permitir el fracking en un lugar concreto? ¿Hay que prohibirlo en todas partes? ¿Hay que permitir el cultivo de transgénicos? ¿Hay que prohibir el wifi en los colegios?

Sobre todas estas cuestiones tenemos una base de la pirámide llena de conocimiento científico: estudios de contaminaciones cruzadas en campos de cultivo, estudios de sismicidad inducida, estudios epidemiológicos de exposición a radiaciones no ionizantes. Cientos de estudios. Pero en todos los casos hay que recorrer la pirámide hacia arriba y agregar conocimiento de alta certeza, así como decisiones, valores y consideraciones culturales, hasta llegar a una decisión final.

No en todas las cuestiones el camino entre la evidencia científica y la decisión es igual de largo. El caso de la central nuclear es largo, con multitud de saberes científicos, de ingeniería y de decisiones económicas y valores en juego. Demasiados como para que la respuesta sea mínimamente clara.

En el otro extremo tenemos cuestiones como la inutilidad de la homeopatía. En este caso el conocimiento de la estructura atómica de la materia, el número de Avogadro y el funcionamiento de las diluciones lleva directamente a la respuesta. El conocimiento histórico de su nacimiento, y el efecto placebo como causa más probable de la sensación de funcionamiento completan un cuadro de evidencia que deja muy poco margen para la duda en la respuesta final.


El modelo de agregación del conocimiento en tres casos con diferente nivel de complejidad.

Un ejemplo intermedio podría ser el de la peligrosidad del wifi. Aunque la evidencia científica es muy sólida en la ausencia de riesgos significativos. Hay que manejar diversos conceptos de electromagnetismo y de epidemiología para elaborar la respuesta final. En mi opinión, el tema es suficientemente claro como para que no haya duda científica, pero suficientemente complejo como para que esa certeza no sea fácil de asimilar por bastantes personas.
Decisiones en medio de una pandemia

En estos días de pandemia, las autoridades han de tomar multitud de decisiones sobre su gestión, de enormes repercusiones. Todas ellas son decisiones políticas de base científica como las que estamos analizando. En este caso la base de conocimientos es incompleta y está en permanente evolución, pero al mismo tiempo las decisiones no pueden esperar. Además de agregar conocimiento y valores, hay que añadir un cierto nivel de desconocimiento, lo que hace todavía más arriesgada la decisión.

Algunas decisiones son sencillas, de camino corto. La recomendación de lavarse mucho las manos se deriva casi inmediatamente del conocimiento sobre el mecanismo de transmisión y de desnaturalización del virus. Otras, como la recomendación de una cuarentena a toda la población o el cierre de fronteras, son de camino muy largo: incorporan multitud de piezas de conocimiento cierto, algunas de dudas, suposiciones, y valores.

Comprender un poco mejor el proceso que va desde la evidencia científica a la decisión política quizá nos ayude a ponderar mejor la necesidad de disponer de muchas y buenas personas dedicadas a la ciencia, por un lado, y la dificultad de tomar decisiones políticas por otro.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Predicciones del pasado

"A huevo visto seguro que es macho" le oí una vez a un tipo de campo. Sabiduría popular para expresar el sesgo que nos hace pensar que lo que pasa ahora se podía haber adivinado. En estos tiempos de pandemia también ese sesgo se viraliza. Pero para qué hacer filosofía cuando ya lo explicaron tan bien en South Park:

viernes, 6 de marzo de 2020

Del gregarismo al acoso, un paso

Una foto y un tuit están dando muchas vueltas estos días. Un ministro de izquierdas, con un currículum académico espectacular va con un atuendo impropio de la imagen tradicional de los ministros, mucho más de los científicos o académicos. Un político de toda la vida, con escaso o nulo bagaje académico, impecablemente vestido para los cánones tradicionales le mira con cara de burla. Este segundo personaje, encantado con la foto, la publica con un comentario despectivo para el catedrático.

Dado que son políticos de bandos contrarios nos parece normal que se ataquen. Y que lo hagan por cualquier razón, no ya por las políticas que proponen ni por la ideología que las inspira, sino por su vida personal o hasta su atuendo, como en este caso.

Pero si miramos la escena desde otro punto de vista, como si no supiéramos quienes son, vemos la pura imagen del acoso escolar, del bullying. El capitán del equipo de rugby despreciando al empollón con una sonrisita de superioridad. Y eso es algo que no nos parece tan aceptable. Todo lo contrario.

Va a resultar que el acoso es un efecto secundario del gregarismo, de la tendencia que tenemos a hacer bandos. Si no eres de mi tribu eres del enemigo, y al enemigo, para empezar, se le desprecia. Esa otrización que comienza con el desprecio es la que luego me permitirá una violencia (física incluso) que me resultaría intolerable con los míos. Que los políticos no sean capaces de salirse del gregarismo más primario, como hooligans futboleros es muy lamentable. Deberían ser rivales ideológicos, no enemigos personales. Luego se quejarán del problema del acoso escolar, como si fuera algo que se arreglase con leyes y no con la actitud ejemplar diaria.

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El que me puso sobre la pista de la idea del acoso fue David Sierra,

jueves, 5 de marzo de 2020

Detox y las pareidolias

Hay cosas, como "detoxificar" el cuerpo con un zumo que jamás habían entrado en mi cabeza. Sé que eso no funciona, que es una pseudoterapia. Suficiente. Sin embargo, en los últimos meses me ha ocurrido dos veces coger una ligera indisposición intestinal que me ha tenido dos días con pesadez de estómago y un poco de diarrea. Nada serio y que se curó solo en un par de días. Y ese día que está curado te sientes fenomenal, "limpio", y con kilo y medio menos (cuando tienes tendencia a engordar y te pesas a menudo lo percibes).

Es muy fácil establecer una asociación entre los buenos resultados (sentirse bien y pesar menos) y el proceso que acabas de pasar. Una especie de paeridolia comportacional de esas que tenemos tantas (los amuletos, etc.). Y a partir de ahí todo es cuesta abajo ¿y si hubiera una forma de producirme estos episodios? ¿y si hubiera una razón científica que justificara esto que he experimentado? A partir de ahí nos inventamos las correspondientes purgas "detox", el absurdo concepto de "limpiar el colon" y ya tenemos pseudoterpia organizada.

Estas dos indigestiones me han servido para entender el nacimiento propagación de una costumbre pseudocientífica. Por que sabemos a ciencia cierta que nada de eso es así, ni el colon necesita ser limpiado, ni se limpiaría de esa forma, ni eso hace sentirse mejor realmente, ni el peso que se pierde es real (se recupera en otros 2 días, debe ser sobre todo agua).

Tampoco entendí nunca que la gente creyera en fantasmas hasta que murió mi madre. La primera semana creía verla en todas partes, y soñaba que me mandaba mensajes al móvil "tengo frío". Después de experimentarlo en carne propia, lo raro es que no sea una creencia aún más extendida.

Es interesante analizar porqué uno piensa lo que piensa, e intentarlo para otras personas también. Los que "creen" en presudociencias no son estúpidos, hay potentes mecanismos cerebrales para producir esas pareidolias... los que sí que no tienen perdón son los que explotan estas características de nustra mente para hacer su agosto. Pero eso ya es otra cuestión.

martes, 3 de marzo de 2020

Formas y sombras

En julio de 2019 me invitaron a dar una charla en el centro asociado de la UNED en Tudela y me atreví a hilar una historia basada en las fotos que voy poniendo en Instagram.

Ya abrí el perfil en esta red social como un experimento, ya pasado unos años empieza a cuajar. No es que haga un estudio científico de un rincón y lo fotografíe, hago la foto a algo que me llama la atención, pero resulta que siempre (o casi siempre) se puede encontrar un interés científico en esa imagen. Resulta que esconden historias interesantes. Un encadenado de esas historias, con el título de "Formas y Sombras", es lo que conté en esa charla.

Quedó grabada bastante bien, por si a alguien le interesa, está en este enlace.