domingo, 9 de octubre de 2011

5 libros a los 18

A través de Psudópodo sigo el hilo iniciado por Wrailito. La propuesta inicial era esta: Recomendar 5 libros en los que cubrir "el máximo posible de tópicos de primero de carrera, con el menor conjunto de libros, sin redundancias (un conjunto axiomático de libros :)". Sin embargo me voy a permitir reconducirlo "ligeramente". 
La carrera que yo hice fue Física, y sobre esa carrera no tengo nada original que aportar a lo ya escrito (aquí y aquí), no tengo ningún libro mágico secreto propiamente disciplinar. Sin embargo, si recuerdo un puñado de libros que me marcaron mucho personalmente. La carrera la vas estudiando asignatura a asignatura, y una vez dentro de una de esas "casillas", aprendes las reglas del juego, estudias,  y apruebas. En algunos casos, la relación de una asignatura con otras es relativamente sencilla, pero obtener una imagen integrada de todas ellas y, más aún, cómo se relaciona eso con el mundo en general es algo dificilísimo. En mi carrera ningún profesor colaboró especialmente a esa integración, bastante tiene cada uno con su asignatura, y tampoco los libros de texto. Sin embargo los compañeros manteníamos unas interesantísimas tertulias centradas en nuestra carrera (amenizadas con vino a granel de bodegas Hergueta), y en la facultad (de ciencias de la UAM) la cosa se extendía con la participación de estudiantes de Matemáticas, Química y Biología. Aquellas charlas son las que contribuyeron de verdad a integrar toda la carrera y verle algún sentido. De vez en cuando alguien comentaba un libro que le había gustado y lo circulaba. Los 5 libros que voy a recomendar son los que más gustaron de aquellos (algunos ya los he comentado en el blog previamente):

1.- "Caos" de James Gleick
2.- "¿Juega Dios a los dados?" de Ian Stewart
3.- "Complexity" de Mitchell Waldrop Sobre este ya escribí
4.- "El gen egoista" de Richard Dawkins Sobre este tambieñn escribí ya
5.- "Caníbales y reyes" de Marvin Harris

Todos son libros con una cierta edad, lógicamente, por el criterio que he tomado para elegirlos: no son (necesariamente) los que recomendaría desde hoy, sino los que recuerdo que me marcaron entonces.

jueves, 6 de octubre de 2011

La historia de las potencias de 10

Veíamos hace unos días el vídeo del clásico libro “potencias de 10”. Las imágenes son tan poderosas y bien coordinadas que hay un detalle que nos puede pasar inadvertido: las propias potencias de 10 que le dan título. Se van considerando distancias medidas siempre en la misma unidad, el metro, y se utilizan múltiplos y submúltiplos consistentes en multiplicar y dividir por 10 respectivamente. Es un sistema tan natural que parece que siempre haya estado ahí, sin embargo eso no es así. Esa forma de describir cantidades es propia del “Sistema Métrico”, un maravilloso invento originado en la revolución francesa y que ha prosperado hasta ser utilizado casi por toda la humanidad (con la notable excepción de los EEUU, dónde aún luchan por conseguirlo contra la pesada carga de la tradición).

La invención de las fracciones decimales no es algo precisamente reciente, matemáticos árabes y chinos las utilizaban cientos, incluso miles de años antes de la revolución francesa, pero siempre en entornos cultos. La utilidad de los decimales para el público en general tiene como punto de partida la publicación del libro De Thiende ('El arte de las décimas') publicado en holandés en 1585. Su autor fue Simon Stevin, uno de esos hombres renacentistas que brillaban en muchos ámbitos (matemático, ingeniero militar, científico, …) y que vio con claridad la utilidad práctica de los decimales, no sólo para los sabios, sino para agricultores, fabricantes de alfombras, vendedores de vino (sic) y todo tipo de profesionales. Por eso escribió una obra breve (36 páginas) y en el idioma de la gente (el flamenco en su caso), no en el latín de los sabios. La notación que utilizó Stevin no es la actual, esta parece que la introdujo Bartolomeus Pitiscus  en 1612 (siendo recogida y difundida ampliamente por el inventor de los logaritmos neperianos John Napier en los siguientes años)

Robert Norton publico una traducción al inglés de la obra de Stevin en 1608, su título “Disme, The Arts of Tenths or Decimal Arithmetike”. Esa traducción inspiró a Thomas Jefferson a proponer el sistema decimal tanto en pesas y medidas, donde no prosperó. como en la moneda, donde sí lo hizo. Probablemente de entonces viene el nombre de “dime” para la moneda de una décima de dólar.

La traducción al francés, Disme, también tuvo amplia difusión, por ejemplo entre los miembros de la Comisión de Pesas y Medidas que nombra Luis XVI en 1790 y que incluía gentes de la talla de Borda, Condorcet, Laplace, Lavoisier o Legendre. Lavoisier por ejemplo urgió la adopción universal del sistema decimal.

La Asamblea Legislativa Francesa, con Charles Maurice de Talleyrand como ponente (que diríamos en términos actuales) empieza a tomar en consideración la legislación sobre el sistema métrico en 1790. Condorcet, intelectual y científico por una parte (miembro de la Real Academia de Ciencias y de la Comisión de Pesas y Medidas) y político por otra (miembro de la Asamblea) va sugiriendo a Talleyrand las principales ideas que constituyen el sistema métrico y que van siendo aprobadas por la Asamblea como proposiciones separadas. Las dos primeras establecen que los patrones de medida se han de derivar de la naturaleza y que las unidades de diferentes magnitudes han de estar relacionadas entre si formando un verdadero sistema. La tercera es la que establece los múltiplos y submúltiplos decimales, y una cuarta la nomenclatura de los prefijos. La discusión de cada uno de estos principios resultó controvertida, aunque finalmente Condorcet y Talleyrand consiguieron que se aprobaran las propuestas más racionales, defendidas por los científicos de la Academia.

En cuanto al uso del sistema decimal, hubo quien propuso la división de las unidades en 12 partes, de forma que medios, tercios y cuartos resultasen enteros y fácilmente convertibles entre si. Ante la dificultad de la base 12, hubo quien propuso añadir dos dígitos nuevos (para el 10 y el 11), en el espíritu de la revolución se podía revisar todo. Hubo quien propuso la base 8, para que resultase cómodo dividir por la mitad, la mitad de la mitad y una vez más. Hubo quien propuso la base 2, y hasta hubo una propuesta de un matemático que defendía la utilización de un numero primo (en concreto el 11), ya que una magnitud fundamental no tiene porqué ser divisible.

La base 10 permite la utilización (sencilla) de una misma unidad para cubrir rangos enormes, desde lo más pequeño a lo más grande todo lo medimos en metros, en nanometros o en terametros, cómodamente convertibles entre si. Esta característica es la que se impuso en la discusión y se incorporó como ley

La radicalización del espíritu revolucionario, una vez instaurada la república llevó a reformar el calendario y el horario, lógicamente en base 10. El calendario republicano tenía 12 meses, 3 por estación, divididos en 3 décadas de 10 días cada uno, meses y días fueron bautizados con total laicidad. El calendario comenzaba con el equinocio de otoño, y los días que faltan se añadían como fiestas al final del año. Estuvo en vigor 12 años, desde 1793 a 1805, en que fue abolido por Napoleón. Aún más forzada resultó la adaptación al horario decimal, en el que cada día tendría 10 horas. Se la llamó minuto decimal a la centésima parte de la hora decimal. Este horario decimal fue abolido sólo dos años más tarde, en 1795. Es interesante que esa abolición tuvo lugar en la misma ley que oficializaba el primer sistema métrico, al que le faltaba la unidad de tiempo.

Aprovecho para publicar esta entrada que el calendario republicano y el horario decimal se introdujeron tal día como hoy, 5 de octubre, de 1793 (efeméride recordada por Nieves Concostrina esta mañana).

Como fuentes, además de todas las incluidas en el texto como enlaces, he utilizado ESTE libro.

lunes, 3 de octubre de 2011

Nerd Rock

Estaba preparando una entrada mucho más intelectual, pero tampoco es cosa de perder el lado friki de la vida. Esta noche he descubierto la existencia del "geek rock (rock intelectual o rock nerd)" como dice la entrada de la Wikipedia del grupo They Might be Giants y llevo una hora viendo sus vídeos en youtube. En fin, sin más dilación aquí dejo una de las muchas joyas que han producido:


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Potencias de 10

Recuerdo que de pequeño tuve un libro en el que cada página tenía una fotografía (muchas "recreaciones") a distancias 10 veces superiores cada vez. La verdad es que era impresionante. Ahora encuentro el vídeo de aquellas mismas fotos, y no puedo evitar dejarlo aquí, aunque sólo sea para que no se me pierda.



Lo vi originalmente aquí,  gracias a @OKInfografia

lunes, 26 de septiembre de 2011

Sobre el horario escolar (con datos)

Durante los últimos años hemos asistido a acalorados debates sobre la bondad o maldad de la jornada continua de nuestros escolares. Aunque el motor de algunos planteamientos fuera espurio, y en algunos casos lo que se buscaba fuera la jornada continua del profesorado, la cuestión tiene interés en sí misma: desde un punto de vista puramente educativo ¿es más adecuada una jornada continua o una partida?

Sobre esa cuestión se pueden dar multitud de argumentos en un sentido y en el contrario, pero he visto muy pocos (por no decir ninguno) estudios científicos que soportaran unos u otros argumentos. Por eso me ha parecido especialmente importante comentar un estudio que si puede aportar luz (basada en la evidencia) en esta cuestión.

El estudio está citado en el libro Outliers que comentaba en el blog hace poco (en la pg 255 y ss. de la edición que tengo) y fue realizado por Karl Alexander siguiendo un conjunto de 650 escolares a lo largo de toda su primaria.


A estos chicos les tomó una serie de pruebas estandarizadas sobre habilidades lectoras y matemáticas. En la gráfica A adjunta se presentan los datos de puntuación a lo largo de los años segregados por clases sociales. Se ve que todos progresan linealmente, desde puntuaciones en el entorno de los 300 al de los 500. Lo más relevante es que la diferencia por clases sociales se acentúa con el paso de los años. Intentando buscar la razón de esa diferencia por clases sociales analizó puntuaciones de los test hechas al comienzo del curso y al final del mismo. 

En la gráfica B se presentan los datos del progreso a lo largo del curso (puntuación al final de un año menos la obtenida al principio) y podemos ver como las diferencias por clase social son prácticamente nulas, todos aprenden por igual en el período escolar (y menos con el paso de los años, pero eso no nos interesa ahora).

Por último, la gráfica C presenta la evolución durante el período vacacional (la puntuación al comienzo de un curso menos la obtenida al final del anterior). Ahí si que se observa una diferencia clara, los escolares de clases baja y media no aumentan conocimientos en el verano, incluso los pierden en algunas ocasiones, mientras que los de clase alta si que mejoran significativamente. Se puede concluir por tanto, que el aumento diferencial de rendimiento de los estudiantes de clase alta se ha debido a su mejora en vacaciones, fuera del período escolar, mientras que la ganancia de las clases baja y media se debe precisamente al período escolar. No es difícil imaginar razones que expliquen estos datos: mientas que los niños con pocos recursos pasan las vacaciones "a su aire" y con pocos recursos culturales a su alrededor, los pudientes (y que tienen padres que se ocupan de estos temas) van a campamentos y tienen a su disposición libros, ordenadores y demás.

Si trasladamos las conclusiones de este estudio a la pregunta inicial, ¿es mejor la jornada continua? la respuesta es que depende de para quien. La jornada compacta, la que deja toda la tarde libre será beneficiosa para los escolares de clase alta, que pueden aprovechar esas tardes en actividades extraescolares pagadas o disfrutando de un cuidado y unos materiales importantes. En cambio la jornada extendida será mejor para los estudiantes que no disponen de esos recursos y que por tanto no van a aprovechar académicamente ese tiempo liberado.
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La verdad es que en plena marea verde contra los recortes en educación hay quien puede malinterpretar este comentario, espero que no sea así, que se pueda entender de una forma no coyuntural.
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Los datos que se presentan en la figura están tomados del libro Outliers, y las gráficas son elaboraciones propias de los mismos.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Cosas de informáticos de universidad

Tras algunas semanas sin que me funcione el correo electrónico que me han asignado (se supone) en el Ga Tech, y ante la manifestación de impotencia del chico de IT de mi centro, me dirijo a la Oficina de Tecnologías de la Información, el punto central del campus para estas cosas. En tan aparentemente nimia excursión hay tres cosas que me han llamado la atención mucho (como para que me apetezca comentarlo aquí, vamos):

1.- No eran los coches, sino las carreteras y los aparcamientos.
El edificio que alberga la OIT es uno, que acaban de inaugurar, y que alberga disciplinas comunes de primer  curso de muchas titulaciones. Todo el hall y los pasillos están llenos de espacios amplios, con gradas para sentarse, sillones, zonas de mesas, espacios para grupos pequeños, etc. La ocupación era altísima, y el silencio llamativo, incluso de una cafetería apenas llegaba ruido (en una hora del bar de la UPNA les exportamos a éstos decibelios para todo un año). Pero lo interesante de verdad es que todos tenían un ordenador portátil, alguno en uso, otros cerrado, pero todos lo tenían por ahí. El tiempo que fui Vicerrector de Nuevas Tecnologías andábamos siempre preocupados por el fomento de las TIC, poniendo "aulas de informática", y comprando ordenadores fijos (bueno, también se invirtió en mejorar la infraestructura de red, seamos justos). Vale que de esto hace 10 anos, pero estaba claro ya entonces que ese no era el camino. El ordenador, el terminal,  es cosa del usuario final y la institución le ha de proporcionar los servicios para que funcione: conexiones eléctrica y de red, espacios donde utilizarlo y probablemente software (el más especifico al menos). Cada uno va con su coche por las carreteras y aparcamientos que ponemos entre todos, el modelo es el mismo. Me ha impresionado contemplar, a un golpe de vista, varias decenas de estudiantes todos con su portátil.

2.- Lo virtual se ha apoderado de lo físico
Cuando finalmente he llegado a la oficina, dos personas charlaban amigablemente tras un mostrador, y al dirigirme a ellos me han mandado a rellenar un ticket en el sistema de incidencias (creo que es el Remedy el que tienen aquí) en un ordenador en la punta del mostrador. Al terminar de meter mis datos (cosas como el numero de la tarjeta de identificación que me han dado aquí) y la descripción de lo que me pasa, en la pantalla sale un mensaje en el que te dicen que te sientes, que te llamaran con el numero de tu incidencia (el 2285, nada menos). La sala estaba totalmente vacia, asi que me he sentido bastante ridículo sentándome a esperar a que me llamaran. Afortunadamente la espera ha sido solo de un par de minutos. Tras explicarle verbalmente al joven lo mismo que acababa de teclear en el ordenador, en un minuto tecleando ha resuelto el problema... En 1/5 parte del tiempo que he pasado allí en total. Me acuerdo como si fuera ayer cuando instauramos un sistema de gestión de incidencias (el RT en nuestro caso), como lo comentamos con gente de otras universidades, y las vueltas que le dimos. Jamás hubiera imaginado entonces que podría llegar a tomar un papel tan esencial como para estar en la recepción del lugar de atención física. Por cierto, hace tres semanas que rellene una incidencia en la página web del servicio a la que nunca contestaron. De hecho no se si lo miran, porque he intentado ensenarles el numero de referencia de aquella incidencia y no le ha interesado nada al joven. En fin, algo tan complicado como dar de alta una dirección de correo electrónico, está finalmente resuelto.

3.- La culpa sigue siendo del otro (circularmente)
Lo primero que me han preguntado en la oficina OIT ha sido si había hablado con el informático de mi departamento, cosa que si había hecho, y el me había mandado allí.... He sentido que me libraba de que me mandaran otra vez al informático del departamento por las canas de la barba. Mucho Rmedy en las oficinas centrales, pero luego si le pueden echar el marrón al técnico periférico mejor (y viceversa!). Está visto que las miserias humanas no se eliminan así como así con la tecnología

La foto es de un rincón del lugar de trabajo del técnico de mi departamento

jueves, 22 de septiembre de 2011

Outliers, los que se salen

En las biografías de los triunfadores encontramos multitud de características valiosas que nos gustaría imitar... aunque nada nos asegura que si las tuviéramos también triunfaríamos. Una cosa son condiciones necesarias y otra suficientes. Eso en lógica está muy claro, pero no tanto cuando se analiza la vida de personajes exitosos.

Para triunfar, además de ser una gran persona, hay que estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado y con la actitud adecuada. A documentar y detallar esta idea, magníficamente, por cierto, se dedica el libro "Outliers" de Malcom Gladwell.

En las ligas profesionales de hockey sobre hielo hay muchos más jugadores nacidos en enero que en otros meses, la pequeña ventaja de un poco más de tamaño a los 5 años va creciendo con los años, se realimenta. Además de ser fuerte y ágil... hay que nacer al comienzo del año para triunfar en el hockey. Los que acaban triunfando han practicado en lo suyo cantidades ingentes de tiempo (10.000 horas es lo que dice, aunque supongo que es una referencia), y la posibilidad de disponer del tiempo y los medios para estar tanto tiempo practicando algo resultan críticos. Este punto lo analiza con ejemplos muy llamativos, entre los que se encuentran Bill Gates y Los Beatles.

La segunda parte del libro está dedicada al legado cultural, valores profundamente arraigados que tienen una importancia fundamental en los resultados. Algunos tan sorprendentes como la inusualmente alta tasa de accidentes aéreos en una compañía aérea, que acabó atribuyéndose al exceso de respeto a la jerarquía del personal de vuelo. Aunque los auxiliares vieran un problema inminente, nunca se atreverían a contradecir al Capitán, perdiéndose para el colectivo valiosísimas aportaciones de la tripulación.

Lo más interesante del libro es que esas ideas están muy apoyadas por hechos, multitud de ejemplos bien documentados y muy bien expuestos. No son ocurrencias, son ideas muy fundadas.

Para mí este libro completa una curiosa trilogía que explica razones, nada obvias, subyacentes a comportamientos observados. En primer lugar los comportamientos adaptativos que tienen una raíz evolutiva desde un punto de vista biológico, El Gen Egoista de Dawkins. En segundo lugar los comportamientos adaptativos codificados en tradiciones y tabúes culturales (en vez de en instintos biológicos). Es esta una evolución antropológica, y los dos autores clave serían Marvin Harris y Jared Diamond y aunque me cuesta mucho elegir un único libro, como he comenzado hablando de trilogía me veo forzado, sea pues Armas, Gérmenes y Acero. Outliers completa el trío con las razones ocultas del éxito en escala de una vida humana, un orden de magnitud muy diferente de los dos previos: los millones de años de la evolución biológica o los miles de la antropológica.

En todo caso es un libro que me ha encantado: me ha entretenido y me ha interesado. Lo recomiendo sin ambages a todo el mundo.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Todos queremos ser jóvenes

Un problema recurrente con el que nos encontramos profesores de muy diverso ámbito es la sensación de que nuestros estudiantes saben menos cada vez. Vease, por ejemplo, la reciente entrada (y especialmente los comentarios) de Psudópodo. Con toda intención he dicho "la sensación", porque en mi opinión no es un hecho sencillo real, sino la percepción de un fenómeno bastante más complejo.

Hoy me he encontrado un vídeo que puede ayudar mucho en esa reflexión. Lo dejo a continuación:



Mi resumen (máximo) de como estos 10 minutos se relacionan con la enseñanza:
1.- El origen del problema: "Non linear way of thinking"
2.- Origen de la solución: "Don't panic, it's organic"
3.- Posicionamiento personal: Don't be officially dead

sábado, 10 de septiembre de 2011

Lenguaje políticamente correcto (en lo feminista)

En la lista de distribución masiva de la UPNA se quejaba alguien del uso de la palabra "presidenta" con un interesante texto (que reconoce el comunicante que no es suyo aunque no dice de quién, y yo también lo desconozco):

"En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente". ¿Cuál es el del verbo ser? Es "ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "-nte".

Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta", independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.

De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice "estudiante", no "estudianta"; se dice "independiente" y no "independienta"; "paciente", no “pacienta"; "dirigente", no "dirigenta"; "residente", no "residenta”.

Porque no es lo mismo ser UN CARGO PÚBLICO que UNA CARGA PÚBLICA.
"

La verdad es que es un texto impecable, salvo el pequeño detalle de que la lengua es algo vivo y que evoluciona como quiere. Es obvio que hace 100 años no había presidentAs, no sólo estaba mal visto sino prohibido. El lenguaje que usamos hoy evolucionó cuando las mujeres eran socialmente otra cosa. Mi madre tuvo que dejar de trabajar por imperativo legal en el momento de casarse, no hablamos del siglo IX. Creo que decir que el lenguaje tal y como es resulta considerablemente machista no requiere demasiados ejemplos. Ante el reconocimiento de este hecho se ha generado todo un movimiento de reconversión de la lengua en otras direcciones, aprovechando precisamente su vitalidad. Se trata en todos los casos de enfatizar la presencia femenina en el texto del que se trate. Muchas de las iniciativas en este sentido han resultado exageradas y, en mi opinión, absurdas y contraproducentes. Referirse a un colectivo como "tod@s", "todxs" o como "todos y todas" me parece exagerar, y me desagrada. Sin embargo, identificar el género de la presidencia, tan mayoritariamente masculina, en el caso de que no lo sea no me parece en absoluto inadecuado, especialmente cuando se construye la palabra con la lógica interna de la lengua, haciendo terminar la palabra en la forma habitual del femenino.

Cuando Agela Merkel ganó las elecciones se empezó a utilizar, para referirse a una mujer, una palabra que en castellano no utilizamos habitualmente: canciller. A las pocas semanas se había forjado la expresión: "canciller Angela Merkel". Muy bien podría haber sido "cancillerA Angela Merkel" (y de hecho hubo quien se quejó amargamente de que no ocurriera). Cualquier cosa que imponga su uso estará bien si se generaliza y no resulta mostrenca (y la academia lo acabará aceptando, además).

Puestas así las cosas, encontrar el término medio es una cuestión sutil, como casi siempre. Es fácil caer en el engolamiento excesivo y ridículo del ex-Lehendakari Ibarretxe con sus "todos y todas, vascos y vascas... " en una reiteración hasta la náusea, es fácil forzar las cosas hasta las "miembras"; pero también es fácil refugiarse en la normativa históricamente forjada y dender desde allí, con toda pedanteria, el machismo tradicional.

Lamentablemente en este asunto no hay soluciones evidentes, cada uno debe encontrar su lugar, su témino medio, entre la sacralización de la norma machista y la exageración "cretiva" contraproducente.

ACTUALIZACIÓN (10-spr. 13:15). Para profundizar en este asunto bastante más (pero no demasiado), 15 folios de Álvaro García Meseguer, muy muy recomendables, AQUÍ,  gracias a Manolo
 
La figura la he tomado de aquí, dónde defienden otra postura distinta de la mía al respecto ;-)

viernes, 2 de septiembre de 2011

Nostalgia de la bombilla inefciente

Me he enterado por casualidad de que hoy era el último día que estaba permitido vender bombillas de incandescencia (de más de 60 W). La verdad es que la ineficiencia es consustancial a su funcionamiento, así que era inevitable que búsqueda de la eficiencia la acabara prohibiendo.

Los filamentos de las bombillas oponen una resistencia al paso de la corriente que hace que ésta se convierta en calor (a diferencia de los cables, que se fabrican de resistencia muy baja, con lo que apenas se calientan). Los cuerpos emiten radiación electromagnética constantemente, dependiendo de a que temperatura esté emiten más o menos y de un "color" u otro. A las temperaturas a las que vivimos (unas decenas de grados centígrados) la emisión es invisible, son infrarrojos, pero a partir de los 400C o así ya es naranja, y subiendo la temperatura se vuelva más blanca. Ese es el mecanismo que utilizan las bombillas de incandescencia para emitir luz, poner su filamento a temperaturas  muy altas. Por eso es inevitable que la eficiencia (el cociente entre la energía luminosa y la eléctrica que costó producirla) sea baja, porque mucha energía eléctrica se convierte en calor, en concreto el 95%. Si se energía eléctrica con menos electricidad no se pueden refinar los diseños de las bombillas de incandescencia, es imprescindible cambiar el principio de funcionamiento (fluorescente, descarga, leds).

Aun sabiendo eso a mí me da pena; por muchas razones. Será ineficiente, pero da la luz más bonita, la más parecida a la solar, que se basa en el mismo procedimiento físico. Es sencilla, se entiende fácilmente. Se ve a simple vista si está "fundida". Es bonita, ha inspirado montones de diseños curiosos. Probablemente la sencillez y la belleza juntas sean la causa de que se haya convertido en un icono (17 de las 19 primeras imágenes en google imagenes buscando "idea" tienen bombillas). A pesar de la ineficiencia, la cuantificación de la iluminancia (la cantidad de luz que se produce) ha quedado en la mente de todos en vatios de bombilla de incandescencia. De hecho todas las nuevas bombillas tienen que decir que "iluminan igual que una de incandescencia de x vatios". 40W, 60W y 100W se habían convertido en estándares, probablemente lo sigan siendo. En fin, que echaremos de menos la luz "cálida" (excesivamente) de las bombillas de incandescencia.

La bombilla se une al termómetro de mercurio, otro elemento familiar, cotidiano e icónico cuyo uso se ha prohibido, también por razones medioambientales (en este caso se trata de la toxicidad del mercurio). El termómetro, el símbolo de la medida, del calor. Multitud de instrumentos de medida han copiado la escala del termómetro (una línea vertical que se colorea hasta más arriba o menos dependiendo del valor) para presentar su información.

Hay multitud de elementos tecnológicos que han quedado obsoletos y han desaparecido tras ocupar un espacio central en nuestra vida. Aún recuero el día que tiré los disquettes con mi tesis doctoral o las cintas de casette con mezclas grabadas para fiestas. Pero de algún modo, la bombilla y el termómetro me producen una nostalgia especial, ¡qué le vamos a hacer!