Ayer, en el concierto de año nuevo, Daniel Barenboim introdujo algunas piezas sobre la libertad de prensa. El comentarista de la tele explicaba que el director quería hacer un programa comprometido con el momento y que cierta pieza de Strauss fue escrita por encargo de una asociación de la prensa vienesa para una fiesta y quería ensalzar esa libertad de prensa.
Al escucharla yo no encontraba esa libertad de prensa por ningún lado. Era un ritmo de vals clarísimo, muy clásico, de los que dan muchas ganas de bailar, pero nada más.
El arte sin metadatos se queda en lo sensorial. Y no es poco, pero si se quieren añadir capas de significados no hay más remedio que, cuando menos, sugerirlos de forma explícita. El metadato más obvio es el título, algo que lleva cualquier pieza (musical, cuadro, escultura, …).
Hay muchos artistas que no están de acuerdo. Hay muchos cuadros “sin título”. Solo faltaba que en algo tan libre como en el arte hubiera reglas inamovibles. Hay toda una gama de posibilidades desde la ausencia absoluta de metadatos hasta el conocimiento detallado de la trayectoria del artista, que haya escrito libros y haberle leído entrevistas detallando sus significados. Dentro de esa gama cada artista juego como le quiere. Lo mismo hace cada espectador. Y a mi me gusta disponer de algunas pistas, soy demasiado racionalista como para conformarme con lo sensorial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario