Quizá habría que comenzar con "cascarrabias alert" copiando las alertas de spoiler que se ponen a veces, pero creo que aparte de una mera queja de señor mayor, merece la pena comentar el cambio de farolas que esta sucediendo.
Como en tantos sitios, el pueblo en el que vivo está sustituyendo la iluminación de las calles, pasando de luz incandescente de vapor de sodio a lámparas led. Es lógico, dado que la eficiencia de conversión de energía eléctrica a luminosa es muchísimo mejor en los leds que en las de incandescencia. Así pues el cambio va encaminad a tener una iluminación que, manteniendo el servicio a los ciudadanos, ver por la noche, consuma menos recursos. Un paso hacia la sostenibilidad, o eso debería ser.
La historia se tuerce cuando la sustitución se realiza cambiarlo todo: las acometidas, las ubicaciones y los postes. Cientos de farolas perfectamente útiles, operativas y en buen estado se van a ir ¿al vertedero? para ser sustituidas por otras un poco más altas y de otro acabado. Llevan semanas abriendo zanjas, haciendo arquetas, tirando cables y colocando anclajes. Una obra civil molesta, costosa y, sobre todo, innecesaria. ¿No se podían poner los leds en los mismos postes? Seguro que la parte de arriba había que cambiarla, también hay que colocar en algún sitio el transformador, pero se podía haber mantenido casi todo.
Me imagino la respuesta: es más cara la laboriosa tarea de modificar cada una de las farolas existentes que instalar las nuevas compradas en serie. Además tendrán otra potencia de iluminación, lo que exige reubicarlas para que la luz se distribuya uniformemente. No tengo dudas de que los responsables del proyecto han hecho bien las cuentas. Pero da una pena ver todo ese material camino de la basura. Ni siquiera instalaciones como las luminarias públicas se escapan a la lógica de usar y tirar, nunca reparar.
Así que estamos gastando gasolina, cemento, aluminio y no sé cuantas cosas más para ahorrar energía a lo largo de los años. Seguro que hacen falta unos cuantos años de ahorro para pagar el coste de la obra. Pero eso es casi lo de menos; a mi lo que me preocupa es lo instalados que estamos en formas de consumo insostenibles que, incluso en aras de la sostenibilidad, generamos todo este desperdicio.
Como decía al comienzo todo esta queja tiene una componente de señor mayor molesto por los ruidos de las obras y movido por la nostalgia de unos objetos con los que lleva conviviendo casi un cuarto de siglo. No lo niego. Pero eso no quita para que, además, sirva para poner de manifiesto una forma de funcionar de la que va a ser muy difícil bajarse, a pesar de que cada vez es más urgente. El reciente informe del IPCC sobre el cambio climático no deja mucho lugar a dudas.
Para terminar de liarla solo faltaría que los leds no fueran anaranjados (de temperatura de color baja) y contribuyeran a aumentar la contaminación lumínica. Aún no los han encendido y no lo he querido preguntar. Veremos.
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Estas farolas, las que están quitando, han aparecido en este blog en entradas anteriores, sobre la nieve (de ahí la foto) y sobre los carámbanos que se forman encima.
2 comentarios:
En los hogares se cambiaron las bombillas incandescentes por las de bajo consumo. Luego las de bajo consumo por las led. Y pasados los años vemos que el recibo de la luz es cada vez de un importe superior. Me temo que la fusión de la cultura del usar y tirar con la cultura de políticamente correcto ha propiciado el cambio de farolas, y el ahorro real, después de descontadas todas las obras y farolas nuevas, se empezará a producir cuando haya que volver a cambiar las farolas porque se propondrá una nueva solución mas sostenible, o simplemente para poner otras. En fin, si de momento las ponen bien a la primera nos podríamos dar por satisfechos.
:-D
No te falta razón.
De moemnto van poniéndolas bien, pero como me temía son de luz blanca y demasiado intensa. Qué pena.
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