jueves, 31 de diciembre de 2020

Un poco de balance de fin de año

 Ahora que no nos oye nadie, esto del confinamiento a mí no me ha ido tan mal. Me ha pillado al final de un período de 4 años en que tenía que viajar mensualmente; al final de muchos años de emigrante que ha de aprovechar toda vacación o puente para “volver” a lugares que, quieras que no, cada vez son más ajenos. Así que lo de quedarme en la playa interior me está resultando sorprendentemente placentero.


Otra maravilla es lo de teletrabajar de forma sistemática y sin tapujos. En realidad llevaba años trabajando mucho en casa, pero siempre con una cierta sensación de incumplimiento, pensando que te pierdes cosas y que te echan de menos si no ejerces la presencialidad. Tras la eliminación de todos esos resquemores, y la incorporación de la teleconferencia como método estándar de reunión, la cosa laboral ha resultado estupenda. 


¿Cosas que han pasado este año? Este ha sido el año de la cátedra, algo que nunca me ha quitado el sueño pero que me hace mucha ilusión, cómo no. Es el año que me han denegado el sexenio de transferencia y me han minorado (mucho) una subvención por un incumplimiento de plazos de 13 días. En ambos casos he subestimado el poder triturador de la burocracia confiando en que se evaluaría más el fondo que detalles formales, un error de principiante. Y todo por creer que estás por encima de no sé qué o que conocer personalmente a alguien va a hacer que la maquinaria sea más sensata. A ver si me aprendo la lección, que ya soy mayorcito, nunca subestimar al Leviatán.


También es de reseñar haber dado un paso atrás en el principio de Peter, esa visión evolucionista de las organizaciones que establece que todo el mundo asciende hasta alcanzar su nivel de incompetencia. Por ir haciendo bien cosas de divulgación te encargan organizar otras, y al salir bien esas te metes en otras más, y así sucesivamente hasta estar en demasiadas historias como para que salgan bien (sin perder definitivamente la salud). Entre el cierre de actividades presenciales y el cambio de cargo, bajo unos peldaños en esa visión de Peter, a ver si recupero competencia.


Para terminar, en este año he aprendido a hacer fotos en exposición con el móvil y he descubierto que no me gustan las inocentadas, ni las selecciones de los mejores libros, los mejores divulgadores, los mejores contactos en twitter ni esas cosas. Ya hay muchos equívocos y mucha competición inevitable como para meterse en otras por entretenimiento. 


Con esta entrada el blog contabiliza 57 en 2020, una más que el 2017, pasando ligeramente del promedio de una anotación por semana. Lenta recuperación del silencio de los blogueros, a ver si consigo mantener esa tendencia, un deseo explícito y cuantificable para el próximo año.


Y para todas las personas que paséis por aquí mis mejores deseos en el año que comienza.

1 comentario:

Juan Panisello dijo...

Aprender de los errores y ser honrado con uno mismo.