viernes, 7 de noviembre de 2025

El listillo y el tachón

(Recuperación de "borradores" olvidados en estos 18 años de blog) 

Tenía en borradores la siguiente entrada desde el 24 de octubre de 2017, junto con una nota de que sobre esto también comentaba Iñako (como ha migrado de blog la url no funcionaba, pero ha sido fácil recuperar el contenido en el nuevo), su comentario aquí, "Leña al maestro" 

Va sobre una foto que se hizo muy viral en tuiter (que entonces existía). Sigo de acuerdo con el yo de 2017 

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El listillo y el tachón

A mi lo que me disgusta de la fotografía tuiteada es la cruz roja con que se tacha. El malentendido es una ocasión perfecta para discutir y aclarar los dos puntos de vista. Es obvio que el estudiante tiene más que superado el conocimiento que pretendía evaluar la prueba (y el maestro, por supuesto), entonces no tiene sentido pelear por "quién tiene razón", sino seguir avanzando en el aprendizaje, que pasa ya de la escritura de los números a detalles sofisticados de comprensión lectora. Si en vez de un tachón rojo hubiera un comentario valorativo de la respuesta (no necesariamente aceptándolo) la cosa cambiaría. Eso sí, el alto número de alumnos en clase (y otros elementos de presión laboral) dificulta tomarse ese tiempo, es más fácil el tachón, pero también muestra un ejercicio de autoridad innecesario. 



jueves, 6 de noviembre de 2025

Divulgación 101. La cena de navidad

Cuando le preguntan a un(a) estudiante de doctorado a qué se dedica, lo normal es que sufra para intentar no perder la atención del interlocutor entre tanto tecnicismo y detalle. Se cuestiona el auténtico valor social de su trabajo aún en el caso de que resulte exitoso y lo difícil que es que acabe siéndolo.

Por otro lado esa es la mejor situación para la divulgación científica, alguien que no conoce un tema se interesa genuinamente por él, aunque sea por interés en la persona que lo desarrolla. Es una interacción uno a uno donde puedes sintonizar el mensaje con toda la finura al nivel e intereses del interlocutor.

La situación se repite en encuentros familiares o con amigos y siempre lo enfrentamos con sensación de tierra trágame, a ver si cambiamos de tema. Creo que merece la pena pensarlo en frío, antes de volver a vernos en una situación estresante como esa, y poder llevar la respuesta preparada.

Además de por responder con calma, esa reflexión en frío es muy interesante en sí misma. ¿Cuál es mi pregunta de investigación (1)? ¿Cómo puedo formular mi tema de tesis (de investigación) de forma que sea susceptible de tener una respuesta? Además, ya que me pongo, debería esforzarme por evitar tecnicismos, sustituirlos por términos más comprensibles. Sí, claro, se pierde precisión, pero se gana accesibilidad que es de lo que se trataba ahora. Por último hay que plantearse ¿a quién le importa la respuesta a esa pregunta? Porque en la inmensa mayoría de los casos hay un interés social importante detrás de esa pregunta de investigación (2).

Con la tarea hecho, en la próxima cena de navidad, cuando te pregunten, en vez de pelear con la explicación sobre el efecto del estrés hídrico en la expresión de no sé qué gen de la planta modelo, puedes decir que trabajas por disminuir el hambre en el mundo. Quizá no recomendaría tanto “amarillismo” para titular un artículo de periódico. Pero cada medio requiere su lenguaje y una cena de navidad está, por definición, llena de “cuñaos”.

 

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(1) Lo de la pregunta de investigación se puede sofisticar mucho (ver Wikipedia, por ejemplo) pero para lo que aquí interesa vale un planteamiento mucho más ligero.

(2) Hay planteamientos de investigación muy difusos que son difíciles de poner en formato de pregunta. También hay cuestiones de interés muy interno de la disciplina, con un reflejo mínimo en la sociedad en general. Ese tipo de temas, que son los que alimentan el estereotipo de la “torre de marfil”, son en realidad muy raros. Cuando la persona que se inicia en la investigación descubre estar en una situación como esta, quizá mejor que lo reconsidere. 

lunes, 3 de noviembre de 2025

La gobernanza del ecosistema

Hace unos días me invitaron a una jornada de prospectiva y en una mesa de trabajo me sorprendí mucho cuando alguien dijo que había que trabajar en la gobernanza del ecosistema. Esa sorpresa me lleva escribir esa entrada, da igual, al menos de momento, qué ecosistema de qué prospectiva se trataba.

Los ecosistemas no se gobiernan ¿no? Es un oxímoron. Si lo haces dejan de ser ecosistemas y se convierten en granjas o jardines, según con qué objetivo se plantee el gobierno. Quizá el problema está en que abusamos de la metáfora del ecosistema para referirnos a sistemas, sin más, sin “eco”.

El ecosistema de la innovación sería un entorno donde están geográficamente próximos, y con interacciones entre ellos, los diversos agentes que intervienen en esa actividad: centros formativos (universidades, sobre todo), centros tecnológicos y empresas fundamentalmente (aunque pueden identificarse algunos agentes más). El famoso “silicon valley”, en la bahía de San Francisco, sería el ejemplo paradigmático de ecosistema de la innovación, un modelo que han declarado tener como inspiración multitud de municipios españoles a la hora de crear polígonos industriales.

A lo largo de los años he asistido a un montón de reuniones que, hoy me doy cuenta, eran intentos de crear (¡y gobernar!) ecosistemas. Reuniones en las que charlas inspiradoras pretenden animar el espíritu en la dirección correcta y que acaban con un vino para engrasar el “networking”, que debe ser lo fundamental, el establecimiento de relaciones entre agentes.

Hay una serie de cosas a las que no se puede obligar. Nadie disfruta por obligación. Nadie se divierte, ni siquiera se ríe de un chiste, porque lo mande el jefe. Cuando uno va a una reunión porque hay que ir, sin un objetivo claro y sin sentirse autorizado a representar a la organización que te manda, es difícil que surjan relaciones interesantes. Como mucho disfrutas del canapé.

Sí que, a veces, hay personas que se mueven bien en esos ambientes indefinidos y son capaces de generar relaciones provechosas, pero casi siempre el provecho es personal, no corporativo. El mejor ecosistema se dará en un entorno de suelo fértil y condiciones ambientales generosas y estables. Lluvias predecibles y abundantes año tras año. Es la estabilidad la que proporciona el tiempo para que la evolución actúe y las distintas especies se especialicen cada una en su nicho y el conjunto se enriquezca y crezca variado y resiliente. En el caso de la investigación y la innovación la metáfora es clara: dinero abundante y predecible (convocatorias mantenidas muchos años sin cambios). Menos esfuerzos de gobernanza y más paciencia, mucha paciencia.