sábado, 1 de junio de 2024

"Eso no es ciencia, es opinión"

Ayer tuvimos un espectáculo de monólogos científicos en el teatro Gaztambide de Tudela. Profesores de la universidad de diferentes disciplinas nos preparamos 5 minutos de algún tema de nuestro ámbito de conocimiento y los contamos allí en un formato que busca ser ameno. El primer monólogo generó una reacción airada de una persona del público. Un sociólogo que hablaba sobre las formas en que se categoriza la violencia en la búsqueda de la paz hizo que una persona gritara "eso no es ciencia, es opinión" y se marchara de la sala entre gritos y aspavientos.

Nuestra reacción fue pensar que en cualquier auditorio un poco grande no es raro que haya alguien pasado de copas o con la cabeza en otro sitio. Pero pensándolo un poco mejor, en plena invasión de de Gaza por el ejército israelí y crítica (más que justificada en mi opinión) a este último, se podía leer la charla como una crítica a dicho ejército. Y si, por la razón que sea, uno empatiza con la violencia israelí, le puede resultar ofensivo escuchar una teorización sobre el mal que hay tras las violencias, sus tipologías y sus dinámicas internas.

Una de las conclusiones de los trabajos que contaba mi colega es lo pernicioso de "las escaladas". Algo tan obvio en el día a día que se le hacen coplillas (excelente la de Kiko Veneno "Si tú, si yo"). Sin embargo los sentimientos, el odio, el resentimiento, el anhelo de una venganza que sentimos como justa reparación, reniegan de esa fría consideración de que las escaladas son, cuando menos, inconvenientes.

La ciencia, como sublimación del pensamiento racional, busca conocimiento de validez lo más universal posible, basado en la mejor evidencia disponible, un conocimiento que no esté empañado por sentimientos, que valga el día que estamos furiosos, pero también el que estamos hartos de sufrir. En el contexto en que estábamos ayer, un marco teórico basado en el análisis comparado de decenas de conflictos humanos me parece mucho más valioso que el grito airado de un individuo enardecido.

Eso no quiere decir que los sentimientos deban esconderse o refrenarse, hay actividades humanas donde es materia prima esencial como la poesía, las artes en general. Esas actividades no buscan universalidad, habrá personas cuyo ánimo se conmueva con una pieza, pero habrá quien sienta indiferencia o hasta repugnancia.

Quizá la reivindicación del valor de los sentimientos, el empoderamiento de las sensaciones individuales, esté detrás del creciente negacionismo científico. "Con lo legítima que es la actuación de este ejército que me defiende de los terroristas que asesinaron a mi familia, vamos a creer ahora en categorizaciones de violencia", "Ahora que le sacaba un rendimiento aceptable a mis tierras he de dejar de utilizar no sé que productos por que unos urbanitas dicen que estamos quemando el planeta", y así en multitud de ámbitos, creándose incluso un discurso estructurado.

El negacionismo, la posverdad, el cerrar los ojos a la evidencia que no se alinea con mis sentimientos es un signo de los tiempos. Como especia, parece que nuestra gestión emocional no a avanzado al mismo ritmo que nuestro pensamiento racional y toda la tecnología (especialmente la bélica) que hemos sido capaces de desarrollar.
 

 

Una estrofa de "Si tú, si yo" de Kiko Veneno
 
Si tú no me hubieras dado con el despertador
yo no te habría dado con la lamparilla
si tú no me hubieras dado con el zapato
yo no te habría tirado el retrato a la cabeza
si tú no me hubieras dado con la cómoda
yo nunca te habría tirado el armario
si tú no fueras tan americano yo tampoco sería tan ruso

Y así estamos los dos en el hospital escayolados
en vez de estar haciendo el amor
tras de la tapia de un cine de verano

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