En estos tiempos de confinamiento, de teletrabajo, minimización de las relaciones sociales, toque de queda y bares cerrados, no puedo evitar la sensación de vivir en un submarino. Un submarino al que solo llega información del exterior a través del periscopio de twitter y quizá un poquito con el sonar de la radio.
Hace más de 10 años que tengo cuenta de twitter, y probablemente la he usado a diario en este tiempo. En esos años han cambiado muchísimo los flujos de información. Durante años estuve suscrito al periódico. Hubo tiempos en que el máximo placer del domingo era pasar un par de horas escrutando todos los folletos que componían la prensa de fin de semana.
Los editores de la información (content curators) eran personas profesionales y poderosas. Unos pocos diarios y noticiaros televisivos componían la ventana al mundo a la que teníamos acceso. Quizá por haber crecido en un tiempo en que la agenda la marcaban esos editores, tenía la confianza de que sabía lo que había que saber.
Todo ha cambiado mucho. Primero los “prosumers” de los que se hablaba con la web 2.0 (¿os acordáis, el colmo de la modernidad suena ahora a rancio hasta el extremo). Luego cada vez más canales, emisores agregadores, gestores de comunidades, bots y vaya usted a saber qué extraños personajes en el ecosistema de la información.
Y aquí está uno, echando un vistazo al timeline de twitter, como quien leía los titulares del periódico mientras desayunaba, antes de comenzar a trabajar. Solo que en un ventana del navegador en el mismo propio puesto, en casa… Sea como fuere, habrá que bajar el periscopio y ponerse a hacer algo de provecho.
2 comentarios:
Buena comparación, Joaquín.
Hay que saber bajar ese periscopio, que es fácil despistarse en los mares de Internet.
Gracias Iñaki. Sí, y no siempre es fácil ;-)
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