Leía ayer la columna de Juan Ignacio Perez "Hay una subcultura femenina y una masculina" y luego, por azares de la serendipia, veo el capítulo (s2-e3) de Grace and Frnakie en que la pareja gay monta un "Drag Queen Bingo".
Esto me lleva a una conclusión que probablemente sea la lección 1 en estudios de género, pero que yo nunca había visto tan claro: el ocio que elegimos contribuye de forma sustancial a nuestra identidad, y en particular a nuestra identidad sexual.
Por eso hay una subcultura femenina y una masculina. Por eso los chicos que no disfrutamos con el futbol somos "frikis" (más o menos orgullosos de ello según hayamos podido gestionar esa peculiaridad); incluso sospechosos de homosexualidad (bueno, en el cole esa palabra era muy sofisticada, con "maricón" se apañaban mejor).
Hace años, trabajando en una empresa, los domingos por la noche veía Estudio Estadio (el programa que resumía los resultados de la liga) como parte del trabajo; tomaba apuntes, especialmente de los equipos de la gente de mi departamento. Era la única forma de tener conversación los lunes por la mañana, si no estabas fuera de juego (pun intended). Entonces no le daba más importancia, pero con los años me he acordado mucho de aquello. Y es que es un ejemplo en primera persona de como la presión de los pares hace que una persona ilustrada (que yo ya era doctor entonces y todo) se obligue a hacer cosas que no le apetecen en absoluto. El paradigma (subcultura o como le queramos llamar) ya estaba allí antes de que uno llegara, y te integras o eres marginal.
Afortunadamente la cultura, las subculturas (paradigmas y demás) no son estáticos, van cambiando. Y sobre ese cambio se puede influir de distintas formas. Por eso es importante la visibilización de los homosexuales (y de todo el espectro queer de sexualidades líquidas), de frikis, de personas que leen y demás minorías de una u otra forma marginales. Bueno, es importante si queremos que esa evolución vaya en la dirección de una cultura cada vez más inclusiva y abierta en la que más personas se sientan cómodas y nadie tenga que ver Estudio Estadio (ni hacer cosas mucho peores, claro). También hay gente insegura de su identidad que prefiere evoluciones culturales que refuercen los rasgos identitarios estigmatizando, incluso prohibiendo, toda expresión de la marginalidad... mejor no acordarse de este tipo de movimientos y confiar (wishful thinking, I know) en que la historia los disuelva.
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