jueves, 9 de octubre de 2025

Jane Goodall y sus grandes descubrimientos

 

Hace pocos días que falleció Jane Goodall. Una persona maravillosa y un personaje curioso. Una vida larga, 93 años, y llena de actividad y éxitos de la que se pueden decir muchas cosas, casi todas dichas ya.

A mi me van a interesar aquí dos aspectos de su figura: (i) como consiguió mezclar los papeles de científica y activista extraordinariamente y (ii) la peculiar situación que le permitió mirar de otra forma y con ello hacer grandes descubrimientos científicos.

Resumiendo mucho, podemos decir que la ciencia consiste en la búsqueda de la verdad, y el activismo es el esfuerzo por desarrollar un ideario. Ambas cosas no casan bien. El ideario al que uno se adhiere con fuerza podría entrar en colisión con las conclusiones del trabajo científico que se hace, por lo que una de las dos actividades se vería comprometida. En las encuestas de valoración de confianza en expertos, una de las cosas que más se valora es su independencia, no sólo administrativa y económica, sino ideológica. De hecho la independencia de criterio forma parte del estereotipo de científico y por eso puntúan alto como colectivo en estas encuestas. También por eso, cuando un científico se significa mucho por una causa su consideración como científico suele perder valor (y más cuanto más radicalmente muestre su activismo).

Jane Goodall mantuvo un activismo claro toda su vida: por Africa (por algunos lugares más especialmente), por la conservación y el bienestar animal, por los Derechos Humanos y por los grandes simios. Son causas tan grandes y tan nobles que concitaron una amplsisimo consenso, análogo al de Félix Rodríguez de la Fuente, nuestro conservacionista patrio. Quizá el actual "malismo" en alza generaría odios hasta con estos personajes, adalides de la paz y lo bondadoso. Pero aparte de una buena causa, seguramente también fue muy importante la capacidad de moverse bien en las altas esferas de la baronesa Jane van Lawick-Goodall (también de Félix, por cierto). Sea como fuere, es de agradecer que haya puesto su prestigio, esfuerzo  y dinero en tan nobles causas.

Como científica, descubrió que los chimpancés utilizan herramientas, que tienen personalidades diferenciadas, que cazan en colaboración y que entran en guerra en ocasiones. Cosas que hoy nos parecen evidentes pero que supusieron una auténtica ruptura en su momento. La visión establecida consideraba al hombre un ser singular en la naturaleza precisamente por esas cosas, la capacidad de usar herramientas y de colaborar de forma flexible. Además claramente cada persona es un mundo, y a los animales se les consideraba miembros de su especie, sin una individualidad relevante. Para descubrir lo que descubrió "bastaba" con mirar la realidad. Claro que esa mirada (por eso el entrecomillado) tenía que estar libre de los prejuicios del paradigma dominante. Jane no fue a la universidad antes de comenzar su exploración africana. Esa exploración parte de un deseo interior (ella misma insistió siempre que originado en la infancia gracias a su peluche Jubilee). Un deseo interior que no tiene nada que ver con las lógicas científicas, no buscaba artículos científicos ni reconocimientos académicos, solo estar donde se sentía bien y aprender de esos magníficos seres.

Un deseo noble en una mente libre de los prejuicios que le habría imbuido la academia, pero también unas excelentes relaciones sociales que le permitieron, ahora sí, ir a doctorarse a Cambridge y ser admitida para un doctorado sin tener licenciatura (fue la octava persona en la historia admitida en esa situación). Esa capacidad de estar en el filo del conocimiento establecido, pero con la capacidad de dudar de él es fundamental para los grandes descubrimientos.

Normalmente esa situación ideal para el descubrimiento no la da la falta de estudios formales sino la juventud. Newton tuvo su "año milagroso" a los 22, Einstein con 26, Darwin hacia los 25, Steven Hawking a los 23. Estos datos los he tomado de un vídeo de Veritasium precisamente sobre este tema del momento vita óptimo para el descubrimiento rupturista. (En otro blog tengo dos piezas sobre este tema, 1 y 2).

Tanto su papel de científica como el de activista se apoyan en un conjunto de peculiares equilibrios: entre la exploradora y la señorita, entre el corazón inglés y el amor a Africa, entre la formación difusa y la académica. Unos equilibrios que manejó con sabiduría y buen criterio. Ha sido una suerte haber coincidido en el tiempo con alguien así, una de esas personas que te reconcilian con la humanidad.

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El otro día hablamos de ella en la radio: 

 

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