jueves, 26 de junio de 2025

Mentalidad conspirativa (datos del informe Fecyt)

Se acaba de publicar el informe de percepción social de la ciencia que realiza bienalmente la Fecyt. Está lleno de cosas interesantes, al menos para las personas que andamos alrededor de estos temas de la ciencia, la cultura científica y la divulgación.

La primera cosa que me ha llamado la atención es el crecimiento de la "mentalidad conspirativa" como lo llama el informe. Me llamó la atención sobre ello Antonio Martínez Ron, que incluyó unas declaraciones mías en su estupendo artículo sobre el tema (aquí). A continuación unos párrafos analizando ese punto del informe, el 19, titulado "Desconfianza en la ciencia y mentalidad conspirativa". 

En este punto se hacen 5 preguntas con la intención de pulsar esa desconfianza en la ciencia que, en mi opinión, las tres primeras pueden confundir. Quizá por eso el porcentaje de respuestas afirmativas va en ese orden.

“Problemas como la contaminación y el cambio climático ya tienen soluciones técnicas; pero hay fuertes intereses económicos que impiden llevarlos a cabo”. Yo diría que esto es cierto, sabemos de dónde vienen los problemas mencionados y para que se mitiguen hay que dejar de hacerlo. Si no se hace es porque no nos resulta conveniente como sociedad, (casi) todos queremos seguir viajando barato o comprar los tomates en cajas de plástico. ¿Son eso “fuertes intereses económicos”? 

“Las compañías farmacéuticas ocultan los peligros de las vacunas”. Yo creo que no, entre otras cosas porque hay agentes reguladores estatales (europeos, el CDC estadounidense antes de que se desmantelara…) que les obligan a presentar informes auditables. Ha habido casos probados de ocultación de efectos secundarios aunque no fuera en vacunas. No confiar plenamente en la limpieza de las compañías farmacéuticas no es lo mismo que desconfiar de las vacunas y su seguridad. Y en ese maremágnum de ideas has de elegir una respuesta rápidamente.

“Se han producido virus en laboratorios gubernamentales para coartar nuestra libertad”. A la primera parte la respuesta es afirmativa, se han producido virus en laboratorios. Ahora, respecto de la titularidad de los laboratorios y el propósito de los virus es más difícil asegurar cosas. Es muy improbable que el enunciado completo, tal y como se enuncia, sea verdad, pero al serlo el comienzo, puede inducir a una respuesta afirmativa sin que realmente se crea en ello.

Las dos que quedan (cura del cáncer existente y oculta y relación entre autismo y vacunas existente y oculta) sí que parece que no tienen interpretación salvable que no sea la conspiranoia.
El último párrafo del análisis de la página 26 me parece muy esclarecedor:

Cuando se analiza la influencia de otras variables, se aprecia que el nivel educativo y el nivel socioeconómico juegan un papel clave en la aceptación de afirmaciones relacionadas con teorías de la conspiración. A medida que aumentan estos niveles, el grado de acuerdo con este tipo de creencias disminuye. Esta tendencia es diferente con la afirmación: Las compañías farmacéuticas ocultan los peligros de las vacunas, que es compartida por una parte significativa de la población, independientemente del nivel educativo o económico.

Parece dar a entender que hay dos tipos de respuestas de apoyo a enunciados conspirativos, uno ligado de algún modo al desconocimiento y otro que no. Yo coincido plenamente con esa idea. Podemos bautizar estos dos tipos como conspiranoia tipo 1 y tipo 2 (por analogía con la diabetes o con los tipos de errores estadísticos). La tipo 1 sería la “tradicional”, la tendencia natural de los humanos a sospechar, a buscar posibilidades alternativas. Esta tendencia se matiza con el nivel cultural. En Un entorno de personas formada, y con la propia formación, se van minando esas versiones alternativas. Tras conversaciones pausadas en las que se pondera sin prejuicios si es más probable que se llegara a la Luna como sostiene “la versión oficial” o como propone la “de Hollywood”, más gente acaba convenida de la primera. La existencia histórica de programas de misterio como el de Jiménez del Oso, o de herbolarios hacen pensar que siempre ha existido esa forma de pensamiento “alternativo”.

La conspiranoia de tipo 2 es totalmente diferente. Seguramente alcanza su expresión más pura en el terraplanismo. En este caso no se trata de una opinión alternativa respecto de un hecho sino de un posicionamiento político. Sostengo que la tierra es plana como afirmación de mi capacidad individual de establecer ese tipo de enunciados basándome en mi experiencia personal (en la que los indicios de curvatura son entre mínimos e inexistentes). Es una reafirmación personal frente “al poder establecido”, y cuanto más establecido mayor es mi afirmación. Ese tipo de planteamiento han cobrado fuerza en el marco de los grupos políticos de extrema derecha, inicialmente estadounidenses, que se van extendiendo por todo el mundo. En el cuestionamiento del orden establecido que pretende esa ideología “atreverse” a cuestionar los pilares más fundamentales del conocimiento establecido es un valor. Llamarles ignorantes o intentar razonar les reafirma aún más. Las “creencias” retadoras forman parte de la identidad de esos grupos. 

No es fácil establecer las razones por las que ese tipo de pensamiento está creciendo, pero es un patrón que se observa claramente. La relación entre esos planteamientos conspiranoicos tipo 2 y el posicionamiento político de quienes lo sostienen es alto. No es extraño, por tanto, que el voto a la extrema derecha y el sostenimiento de este tipo de enunciados vayan en paralelo.
Había elegido el terraplanismo porque apenas existía el terraplanismo tipo 1, mientras que sí había un posicionamiento tradicional contrario a la vacunación, aunque su crecimiento espectacular en los últimos años se debe a que ha entrado en ese paquete ideológico de la extrema derecha, crece por conspiranoia de tipo 2.

El terraplanismo es inofensivo, es algo que uno puede defender públicamente sin que eso le impida coger un avión que, obviamente, volará según el conocimiento bien establecido que incluye la verdadera forma del planeta. Con las vacunas la cosa es peor. En una primera fase, en la que la postura es muy minoritaria, aunque efectivamente no se vacunen están cubiertos por la “inmunidad de rebaño”. El problema surge cuando la postura empieza a no ser tan testimonial y recuperamos brotes como los que estamos viendo de sarampión.

La gráfica de la página 27 es una muestra alarmante de la velocidad de crecimiento de lo que hemos llamado conspiranoia tipo 2. Una muestra más del crecimiento de la extrema derecha y de que esa ideología es algo más complejo que una elección de voto, es toda una cosmovisión en la que la verdad no tiene sentido.
 


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