viernes, 10 de abril de 2020

Hay que fomentar el espíritu y la vocación (o hacerlo bien)

En los últimos años se vienen realizando cientos de actividades de fomento del espíritu emprendedor y de fomento de las vocaciones científicas (o STEM). ¿Por qué estudiar ingenierías o crear empresas necesita ser "fomentado"? ¿Por qué hay que mover a lo más profundo de las personas para que se dediquen a estas cosas? ¿Por qué se utilizan conceptos directamente prestados de la religión para esta finalidad?

Las primeras imágenes que aparecen en Google buscando "espíritu emprendedor" (arriba) y "vocaciones científicas" (abajo)

Hace unos pocos años las carreras más demandadas en la universidad eran las ingenierías, nadie entonces organizaba programas de fomento para la elección de estas carrereas. Ya eran de por sí atractivas. Y no es que fueran más fáciles de cursar que hoy en día, muy al contrario resultaban largas, exigentes y duras en todos los sentidos. ¿Qué ha cambiado? En mi opinión fundamentalmente una cosa: la expectativa laboral. Cuando eran las carreras más demandadas la expectativa para los egresados era un empleo cierto, estable y bien remunerado. Hoy día la expectativa es una probabilidad alta de contratación (que no segura) y en empleos precarios y con un sueldo bajo durante muchos años. Hoy se contratan ingenieros con sueldos que habrían sido despreciados hace 20 años (a valor constante, sin corregir por la inflación).

Se le pide, por tanto, a los jóvenes, que elijan hacer un esfuerzo importante para labrarse un futuro poco atractivo e incierto; no es raro que busquen otras alternativas. Lo peculiar es que en vez de actuar sobre las causas lo que se hace es intentar crear "vocaciones", literalmente "llamadas". Se montan campañas de propaganda generando una narrativa épica sobre el profesional que se puede llegar a ser, su importancia social y otros valores muchos más espirituales que materiales. Se supone que el mercado debería actuar subiendo los precios, si que realmente es un bien tan deseado.

Lo mismo pasa con los emprendedores, un neologismo para referirse a empresarios pobres, personas que han de dedicar su tiempo hasta extremos casi inhumanos y endeudarse de por vida en pos de una idea que la mayoría de las veces fracasa. Cuando se le despoja de su épica y de sus supuestos valores trascendentales resulta patente que es una opción profesional de último recurso, realmente poco interesante. Seguramente por eso, lejos de analizarla en términos de coste beneficio, hay revestir el emprendedurismo de toda una mística casi religiosa. Los que se dedican a ello son personas elegidas, que van a salvar a la sociedad con su esfuerzo.

Eliminar barreras para el estudio de carreras de ciencias, para chicos y especialmente para chicas es algo estupendo. Ofrecer formación y recursos para que el autoempleo y el desarrollo empresarial de proyectos propios, es magnífico. Que no se malinterprete el argumento, sí hay cosas que hacer en los dos frentes comentados. Lo que me resulta enormemente inadecuado es esa apropiación de lenguaje religioso, la suplantación de incentivos reales, de mercado, por propaganda y mensajes grandielocuentes.

Dejemos los espíritus y las vocaciones en los ámbitos en que tienen todo su sentido, y ocupémonos de las cosas mundanas con recursos materiales.

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