En Europa hay unas 3000 instituciones universitarias, que albergan entre 15.000 y 20.000 museos y colecciones universitarios. La institución universitaria cuanta ya con 1000 años, y no es raro que en todo ese tiempo haya acumulado patrimonio valioso. Sin embargo el 80% de las universidades europeas se han fundado con posterioridad a 1960, y aun así mantienen esa media de unas 4,5 museos o colecciones por universidad.
La actividad académica genera patrimonio, colecciones de minerales en geología, colecciones de cuadernos escolares desde 1850 hasta la actualidad en ciencias de la educación, de modelos anatómicos en medicina, y así hasta rincones insospechados. Por otro lado las universidades son receptoras de donaciones de todo tipo, desde colecciones de profesores o antiguos alumnos, a edificios y obras de arte legados por instituciones públicas y privadas y por particulares.
Sin embargo, entre las líneas de actividad principales de la universidad no están la conservación y exposición del patrimonio. Es verdad que hay colecciones que pueden tener cierta utilidad docente o de investigación, pero marginales en la mayoría de los casos; más aún con el advenimiento de las tecnologías de la información y las comunicaciones. No hay que olvidar la tercera misión dela universidad, esa que se conocía tradicionalmente como "extensión universitaria", el papel de referente cultural en la sociedad en la que se enmarca la universidad. Ahí si encaja el museo universitario... o al menos algunos, probablemente una pequeña fracción de esos 20.000 que hay en Europa.
La variabilidad de las colecciones universitarias es inmensa: grandes, pequeñas, ricas, pobres, históricas, modernas, de unas u otras disciplinas, etc. Sin embargo la mayoría se han generado de forma azarosa, sin un plan preconcebido, y se mantienen en situación precaria, sin apenas fondos, gracias al voluntarismo de unos pocos apasionados. Claro que hay honrosísimas excepciones, pero la norma es la languidez.
Cada vez estoy más convencido de que "la experiencia universitaria" es uno de los principales valores que le quedan a la institución universitaria en los tiempos de internet. Los objetos curiosos con los que montar buenas narrativas sin duda pueden contribuir a esa experiencia (que además se puede extender más allá de los universitarios), pero hay que planteárselo así abiertamente, huyendo del coleccionismo y el patrimonio como fines en sí mismos... Salvo en los casos en que el valor del patrimonio sea tan grande que no se pueda obviar, pero entonces ya estás perdido, estás condenado a cuidar algo con valor intrínseco, pero que nadie quiere pagar y que no le interesa realmente a (casi)nadie.
Estas son las conclusiones que he sacado de asistir al Congreso Internacional de Museos Universitarios que se ha celebrado estos días. Un congreso un poco raro en el que no había preguntas y prácticamente todos los ponentes excedían el tiempo asignado (con el correspondiente desbarajuste del programa), pero muy valioso por su carácter pionero. Se ha grabado todo, he encontrado en Youtube las sesuones enteras (5 horas de vídeo). Mi recomendación especial, la charla de Marta Lourenço, AQUÍ. y en otro plano, mis 15 minutos, aquí.
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