jueves, 20 de diciembre de 2012

Pantomimas que insultan a la inteligencia

La sanidad en la Comunidad de Madrid anda muy revuelta porque el consejero del ramo ha decidido privatizar la gestión de varios hospitales y centros de salud. No me gusta la decisión, pero por eso no me pondría a escribir. Lo que me motiva es la falta de valor para expresar lo que realmente se piensa y las pantomimas que se organizan para esconderlo.

Viviendo en EEUU (el curso pasado) me sorprendía la crudeza con la que políticos (y ciudadanos) expresaban sus ideas: "me gusta poder disparar", "nosotras las mujeres es mejor que no nos metamos en política", "si el estado se mete a organizar la sanidad ¿qué será lo siguiente? Yo no quiero que el estado me obligue a comer brócoli" (1)

Pero pensándolo dos veces es admirable que uno piense lo que quiera, lo diga y actúe en consecuencia. Aquí parece que tengamos una contabilidad "B" (también) para las ideas. Una cosa es lo que decimos en público y otra lo que de verdad pensamos, y que es lo que guía la actuación. Para muestra el ejemplo este de la sanidad madrileña. La secuencia viene a se la siguiente:

1.- El consejero dice que debe tomar medidas para reducir el gasto, literalmente "fórmilas más eficientes que consuman menos recursos públicos" (ver por ejemplo aquí y aquí)

2.- Los profesionales sanitarios contestan con planes de actuación capaces de producir ahorros importantes (ver aquí o aquí)

3.- Al consejero no le convencen los planes por que son poco concretos (ver)

4.- El consejero no es capaz de cifrar el ahorro que supondrá su plan de privatización (ver)

Tras ver la secuencia de los hechos, podemos pasar a interpretarla. El señor este quiere privatizar la sanidad porque si. Porque le cuadra con su estructura de valores, porque piensa que la libre competencia es mucho mejor que el proteccionismo estatal o por lo que sea. Pero no se atreve a confesarlo honestamente como hacen los políticos estadounidenses. Entonces se inventa excusas para vestir el expediente y marear la perdiz. La excusa perfecta en estos tiempos es la económica: se trata de ahorrar. Pero es una mentira tan burda que no resiste el más mínimo análisis (2). Probablemente el resultado final sea más caro, no más barato. Eso si, más acorde con la visión de la sociedad que tiene el consejero (su ideología).

Las ideologías son planes estratégicos para la sociedad (visión, misión, líneas directrices, etc.), y todo el mundo tiene el suyo, más o menos complejo o elaborado. Lo que me desagrada profundamente es que el que se declara sea siempre el mismo, el "políticamente correcto". Luego a la hora de la verdad se actúa con el verdadero, el oculto. Esas pantomimas me parecen un insulto a la inteligencia.

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(1) No tengo las citas exactas, porque proceden de escuchar la radio, pero con casi textuales a propósito de noticias del año pasado. Y se pueden encontrar muchísimas más.

(2) Ese uso torticero de argumentos técnicos de las ciencias económicas es una de las cosas lo que hace que aparenten ser tan poco científicas, para disgusto de amigos economistas que se quejan cuando la crítica se hace demasiado general (y no lo digo por nadie ¿eh? @patrra y @JL_Ferr)

6 comentarios:

Jose Antonio dijo...

Buen enfoque de la situación, yo añadiría que también ocultan la verdad aquellos que aseveran que la sanidad dejará de ser universal con estas medidas.

Todos ocultan la verdad con manipulaciones mediáticas interesadas que al final duelen al ciudadano de a pie que es el que va a tener que usar esos servicios y pagará los platos rotos de unos y de otros.

Semos un país diferente, somos el país del Lazarillo de Tormes.

Un abrazo y felices fiestas navideñas.

ptarra dijo...

Creo que estoy de acuerdo en lo esencial que comentas: esa especie de contabilidad "B" de las ideas que tan bien funciona en este país. Existe dicha contabilidad siempre en ambos lados de la discusión, como por ejemplo cuando quienes legítimamente defienden sus intereses lanzan el mensaje de que lo hacen por los demás o defendiendo qué se yo que otros altruistas objetivos. El caso de los mineros fue de vergüenza ajena, por ejemplo.

Acercándonos un poco más a lo concreto del caso creo que el tema de la gestión privada más que por las motivaciones ideológicas que señalas es por falta de valentía para entrar a caballo y poner orden. Todos los que hemos tenido responsabilidades de gestión lo sabemos: poner orden en la propia casa significa un esfuerzo titánico, y un pulso permanente con la resistencia al cambio de mucha gente. Poder fijar un "tanto alzado" y que sea otro el que se lleve el marrón, el que no duerma por las noches, a veces es lo mejor. Subcontratar, se llama. Y eso funciona cuando hay enormes posibilidades de ahorro como se dan, no me cabe duda, en nuestro sistema público sanitario.

Por otro lado la gestión privada de un bien público no es tan rara. Ahora mismo Suecia, Alemania, Francia, Holanda, y muchos otros países poco sospechosos ofrecen sanidad pública gestionada privadamente e incluso en muchos casos los trabajadores de la sanidad no son funcionarios.

En cualquier caso estoy de acuerdo: hay que ir de frente y, por supuesto, evaluar las políticas por sus resultados y no por supuestos juicios de intenciones.

Un saludo

Joaquín Sevilla dijo...

Jose y Pedro, gracias por comentar. Veo que los dos vais en la misma dirección: esa ocultación de las verdaderas intenciones no es privativa de de ninguno de los "bandos". Es cierto. El ejemplo de los mineros que pone Pedro es paradigmático (y hay mucho más). Pero yo, además de analizar la hopocresía de esa contabilidad B de las ideas, declaro abiertamente mi sensibilidad. Por tanto, aunque unos casos y otros sean lógicamente equivalentes, en el lado sensible me afectan más unos que otros.

Respecto de la Privatización de la gestión no tengo opinión en cuanto al asunto técnico. Habría que ver casos (pero todos, no un "cherry picking") analizarlos en detalle, compara el nivel de ahorro frente al nivel de calidad de la atención, etc. Sé que hay profesionales que se dedican a esas cosas, desde luego no es mi caso. Tampoco creo que la única discusión sea público/ privado. Hay cuestiones de fondo del modelo sanitario (ayer en la última clase de Ingeniería Médica tuvimos una conferencia sobre eso) que probablemente sean más relevantes en el resultado final.

Y eso es lo triste, que en vez de plantear una "política basada en la evidencia", andamos tomando medidas que no hacen honor a su nombre, porque realmente nadie las ha medido.

Abrazos y felices fiestas!!

ptarra dijo...

“One of the great mistakes is to judge policies and programs by their intentions rather than their results.” Milton Friedman

pseudópodo dijo...

Pues creo que es muy atinado el comentario.

Efectivamente, estos señores desde el principio querían privatizar la sanidad y no son capaces de decirlo abiertamente, ni de llevarlo en el programa electoral,ni de explicar que este es su modelo para toda España y no una actuación coyuntural por la deuda que tienen este año.

Pero luego el disimulo se aúna con la chulería cuando la cosa no cuela: se ignora una protesta unánime de todos los estamentos sanitarios y todos los sindicatos, asociaciones profesionales, colegio de mádicos... se usa una TV pública para una propaganda bochornosa sin siquiera disimular, y para colmo se hace el ridículo admitiendo que no se sabe lo que se va a ahorrar (como cuentas en el post).

O sea que lo que tenemos es: primero hipocresía y luego prepotencia. Lo que nunca tenemos es "política basada en la evidencia". Pero todo da lo mismo porque le seguimos votando.

Y bueno, sobre si puede ser buena la gestión privada: pues sí podría serlo, pero no mientras tengamos la corrupción y la falta de transparencia que tenemos aquí.

En fin: disfrutemos de la Navidad por lo menos.

Un abrazo

Joaquín Sevilla dijo...

Prepotencia, es verdad. Eso adereza la hipocresía para crear el desagradable pastel de la sanidad. Por cierto, dados los resultados electorales, me extrañaría que no hubiese algún médico (muchos en realidad) que haya votado a éstos ante los que ahora protesta. Quizá si lo realizado hubiera estado en el programa electoral claramente expuesto las cosas no habrían sido iguales.

En fin, un placer verte por aquí. ¡Felices fiestas!