viernes, 21 de enero de 2011

Reparar relojes viejos

23783228_1 Uno de los entretenimientos a los que se está dedicando mi padre en su jubilación es ocuparse de reparar unos cuantos relojes que a él le llegaron en herencia. Algunos son relojes de bolsillo del último tercio del XIX, otro de pared de 1920 más o menos. Es un esfuerzo encontrar relojeros capaces de enfrentase a esos objetos. Además han de fabricar las piezas que falten, porque obviamente repuestos no hay. Y desde luego que no es en absoluto barato el empeño. Alguna vez le he recriminado que “dilapidara” su pensión (y ahorros) en esas antiguallas inútiles. Pero dándole vueltas últimamente (y no hay que negar que influenciado por las reflexiones sobre la obsolescencia programada de estos días) estoy llegando a la conclusión de que no sólo tiene derecho, sino que probablemente hace muy bien.

No se porqué debería ser un deseo más sensato tener un ordenador nuevo o un coche más potente que tener operativos los relojes de tus bisabuelos. Una cosa es que lo primero sea más habitual, más estándar, y otra que sea lo único razonable. Otra cosa es la repercusión socioeconómica de una u otra actividad. La restauración de antigüedades casi seguro que tienen un efecto multiplicador menor que adquirir bienes de consumo de producción en masa, como coches u ordenadores; es decir que produce menos actividad económica. Pero esa actividad económica es de diferente “calidad”. La reparación de antigüedades, o de otras cosas, genera empleo local, requiere de personas próximas y formadas, mientras que la producción en masa genera empleo deslocalizado de muy baja cualificación.

En cualquier caso, siempre que no se comprometa la subsistencia, cada uno es muy libre de emplear su dinero en lo que quiera, sin que seamos los demás quienes debemos juzgar si eso es dilapidarlo, gastarlo o invertirlo

La foto no es de los relojes de la historia, sino de aquí, 8.000€ piden por el lote

5 comentarios:

Jose Antonio dijo...

Si viejos oficios que están a punto de extinguirse volvieran a estar presentes en nuestros pueblos, otro gallo le cantaría a la sociedad de consumo.
No hemos acostumbrado a que cuando se acaba la pila de un reloj, directamente compramos otro, cuando antaño un reloj marcaba además de la hora el carácter y gusto del que lo poseía.

Un abrazo y bonita afición la de tu padre.

Joaquín Sevilla dijo...

Exagerar siempre es malo. Es buenísimo poder disponer de relojes mucho más baratos y precisos que nuestros abuelos... pero no por ello habrían de ser de usar y tirar, vamos digo yo.

Gracias por tu comentario!!

Naeros dijo...

Creo recordar una historia de cómo Ford se enfrentó a una crisis en su fábrica al haber fabricado coches "demasiado buenos".
Cada coche duraba tanto que no hacía sostenible el fabricarlos para Ford.
Así que empezaron a hacerlos menos fiables y más baratos.

No sé si será cierto, pero no andará muy desencaminado de lo que realmente pasó.
Por otro lado, los relojes antes eran un objeto de lujo y muchos no se los podían permitir.

Anónimo dijo...

Hola! estoy a punto de acabar un Ciclo Formativo de Grado Medio de diseño de joyeria pero no nos enseñan a hacer este tipo de trabajos artesnales. ¿Saebis donde lo puedo aprender?

Joaquín Sevilla dijo...

De Ford no lo se, probablemente, pero el asunto de hacer los productor menos duraderos a propósito, llamado "obsolescencia programada" ha estado muy de moda estos días por un documental estupendo que pusieron en la 2, y ha sido el tema de las entradas anteriores.